Capítulo 4

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El calor en su nuca le anuncia a Valentina que es un nuevo día. 

Se levanta a las 9:00 am, justo a tiempo para tomar una ducha, desayunar, y correr a su clase de las 10:15. Son 15 minutos en Uber de la residencia a la Universidad Complutense de Madrid. Eva quería que estudiara aquí, ¿no? Así que Valentina piensa ir en Uber todos los días a la Uni. 

Tiene todo fríamente calculado, la verdad.

Se estira, sintiendo que sus músculos se aflojan de la rigidez del sueño. Al sentarse, nota el bulto en la cama al otro lado de la habitación.

Juliana todavía está en la cama. Valentina ni siquiera había registrado la bendición de que no la despertó esta mañana cuando se fue, pero ahora sí. Se pregunta si se quedó dormida cuando sonó su alarma, aunque parece poco probable. Juliana es ridiculamente puntual.

Valentina se pregunta brevemente si está muerta, pero después de una rápida mirada a las sábanas (apena y puede ver el cabello castaño asomándose por la parte de arriba) ve que se mueve hacia arriba y hacia abajo, así que al menos está respirando.

Se pregunta si debería decirle algo. Ser un buen ser humano y preguntarle, ¿quizás?

Valentina respira hondo.

—¡Juliana!—exclama, pero ella no parece escucharla.

No se mueve en absoluto y este pequeño tinte de preocupación inunda el pecho de Valentina porque, aunque cree que la chica es molesta como el infierno, no querría que en realidad le pasara algo malo.

—Oye...ya son las nueve.

Valentina espera una respuesta pero no llega ninguna. Se levanta de su cama y empieza a caminar hacia la de Juliana cuando ella se da vuelta, y la mira con ojos cansados, pero demasiado despierto para haber estado dormida solo momentos antes. ¿Acaso la estaba ignorando?

—Gracias Valentina, pero no voy a ir clase hoy—dice en un tono monótono que nunca antes ha escuchado de ella.

Juliana siempre ha logrado infundir algún tipo de molestia o desprecio en todas sus conversaciones hasta ahora. Sin embargo, el 'gracias' la asusta más. Ellas son de todo menos educadas la una con la otra.

—¿Estas enferma?—Valentina le pregunta, porque es lo mejor que puede hacer.

—No...no me siento bien— dice ella, y se da vuelta para mirar la pared.

Valentina no intenta que responda más nada, ya que obviamente no quiere hacerlo.

Para cuando ella regresa esa tarde, despues de clases y de almorzar con Nayeli, Juliana no se ha movido en lo absoluto.

Pero al día siguiente, vuelve a su rutina como si nada, y Valentina solo se queda muy, muy confundida.

.:.


—¿Y tu compañera de cuarto?—pregunta Nayeli, acostada sobre su estómago en su cama. Su habitación es un desastre, pero es hogareña. —¿Sigue siendo una pesada?

—Supongo—. Valentina se encoge de hombros. —Realmente no hablamos.

No estaba en sus planes hablar con nadie, la verdad. Había llegado a Madrid en contra de su voluntad, y al principio cada día había sido más pesado que el anterior. Pero después de varias conversaciones con Guille—se había resignado.

Y ella nunca había sido del tipo de persona que puede estar sola demasiado tiempo.

Con el paso de los días, se dió cuenta que quizás esto era una oportunidad.

Aquí, no es ella misma. Y es por eso que Eva había escogido España, lo más lejos de México que pudo. Es por eso que la matricularon con el apellido de su mamá, en una universidad que aunque prestigiosa, es pública, y por eso vive en un colegio mayor como muchos de los otros estudiantes en vez de tener su propio apartamento en la mejor zona de la ciudad.

Aquí no es Valentina Carvajal, hija menor de León Carvajal, el hombre más rico de México. El que había sido el hombre más rico de México, antes de ser secuestrado y asesinado a manos de sicarios durante un viaje de negocios. Aquí no recibiría miradas de lástima, o aún peor, miradas de envidia. Como si alguien la pudiera envidiar, una huérfana a los 19 años de edad.

No está en su casa, dejando que su cerebro la engañe con que cree ver a su papá a la vuelta de cualquier esquina. No tiene que pasar por su despacho, y recordar la última conversación que tuvieron, en la cual su papá no hizo más que decirle lo decepcionado que estaba de ella. No tiene sus álbumes de fotos, o su ropa, o el olor de su colonia.

Aquí, no es nadie, y no tiene nada, y por eso su vida puede ser lo que ella quiera.

Nadie la va a juzgar por tomar como ella quiere, o por salir a cualquier hora—aunque no sea considerado "apropiado".

Aquí está lejos de todo y de todos, y lo único que tiene que hacer es mantenerse a flote.

—Esta buenisima—dice Sergio, y Valentina recuerda que aún están hablando de Juliana.

—Si está guapa—Nayeli está de acuerdo.

Valentina no dice nada. Supone que si, Juliana si es una chica bonita. Nunca la ha visto sonreír, pero Valentina imagina que sería una imagen hermosa.

Pero todo lo que hacen es existir una alrededor de la otra y no son ni serán nada más que eso.

—Es mexicana como tu, ¿no?—pregunta Nayeli.

—Sí, ¿como sabes?

Valentina no lo había hablado con Juliana, pero los acentos no miente. Era bastante coincidencia, que estuvieran en una habitación juntas. Aunque habían varias estudiantes extranjeras en su residencia, ella y Juliana eran las únicas de México.

—Está en nuestra clase de inglés de los lunes, a las 8—dice Sergio—. Es legítimamente la única persona que se ve despierta y responde las preguntas.

—¿Cómo es ella en clase?—le pregunta a Sergio.

Él se encoge de hombros.

—Tranquila. Callada. Siempre anda sola, también. Hasta en los trabajos grupales.

Valentina asiente. No esta segura si eso encaja con lo poco que sabe de ella. Juliana siempre le devuelve sus palabras, es una mamona en realidad. No parece el tipo de persona que no haría amigos.

—Yo te iba a preguntar en realidad, si me podías pasar su teléfono—dice Sergio.

—Que la tía la odia, ¿cómo va a tener su teléfono?—le responde Nayeli.

—Yo que se, a lo mejor—

—Lo que pasa Valentina, es que Sergio le ha tirado fichas desde el primer trabajo grupal y no le ha hecho ni puto caso.

—Que no-

—Que si, que te la quieres dar de mojabragas y no es así cariño.

—En el juego de la seducción-

—¿Tu lo estas escuchando, Valentina?

Valentina no los está escuchando, porque al parecer Juliana no tiene esa actitud solo con ella—sino con todos. Y no puede evitar preguntarse porque.

Siente demasiada curiosidad por su compañera de cuarto.

.:.


Valentina no es una persona grosera.

Por regla general, no lo es. Sus papás la educaron bien. No recuerda demasiado a su mamá, pero sabe que era un amor de persona. Todos los que conocieron a Elena Carvajal no tienen más que buenas palabras que decir sobre ella. Y su papá...Valentina no quiere pensar demasiado en él, pero él siempre valoró los buenos modales. Había sido criada como una señorita de sociedad.

Así que Valentina sabe que no ha actuado demasiado bien.

Dentro de sí se da cuenta que la agarró en contra de Juliana desde el primer día, porque la chica la encontró llorando en un momento en que se sentía terriblemente vulnerable, y le dió vergüenza.

Y luego de eso, todas sus interacciones estuvieron manchadas por la actitud que tuvo ella esa primera vez.

Esa tarde, Valentina entra en su habitación con la intención de agarrar sus libros y encontrarse con Nayeli y Sergio para una sesión de estudio, y ve la oportunidad de corregir aquello.

La idea de disculparse no le agrada demasiado, pero sabe que es lo correcto.

Coincidir || JuliantinaWhere stories live. Discover now