Cero

144 9 1
                                    

El corto y potente resonar de una bocina se escuchó tres veces en el exterior de la casa al mismo tiempo en que Blake se colocaba la chaqueta azul viéndose una última vez en el espejo de su habitación. Confirmó que, a su parecer, lucía bastante decente y se movió desordenadamente el cabello hacia un lado una vez más. Se aseguró de apagar las luces y recoger el dinero que había dejado en la pequeña mesita al lado de su cama.

La bocina sonó otra vez y no hizo más que rodar los ojos al dirigirse hacia el balcón de la habitación. Cerró la ventana corrediza con sumo cuidado y sin pensarlo mucho pasó ambas piernas frente al barandal de madera. De un corto salto, logró sujetarse de una de las ramas del gran árbol frente a su ventana y con suma agilidad se dejó caer de puntas en el suelo. Apoyó los pies por completo sobre la dura superficie y corrió rápidamente, mojando en cada paso su calzado con el rocío que caía finamente sobre el césped del jardín.

La puerta derecha de los asientos traseros fue abierta y el calor de la calefacción y la ruidosa música que rebotaba por los estéreos lo envolvieron acogedoramente al cerrar la puerta.

-¿Es que hoy te despertaste más demente que antes? -habló Axel, volviendo a poner en marcha su estrafalario vehículo- Podrías simplemente salir por la puerta como una persona normal.

La risa de los demás ocupantes no se hizo esperar y Blake tampoco pudo ocultar mucho su sonrisa. Tenía que admitirlo, hacer eso era llamativo y gracioso, le encantaba.

-Hola para ti también, Axel. Siempre es lindo volver a verlos -dijo divertido.

-Creo que ya ha quedado claro que Blake no es del tipo "normal" -habló su amiga desde el asiento del copiloto, girando su cuerpo para poder ver al chico-. Comportarte decente no te hará mal una vez.

No pudo evitar rodar los ojos.

-¿Qué quieres que te diga, Vanny? Me gusta hacerlo.

-¿Tus padres están en casa? -preguntó esta vez Fredd a su lado en la parte de atrás.

-No volverán hasta mañana -se encogió de hombros, dándole cero importancia al asunto-. Pero tampoco lo haré yo, así que no hay de que preocuparse. ¿Adónde iremos?

-Thomas organiza una fiesta en su casa esta noche, habrá mucha gente y la mayoría serán sus nuevos compañeros de la universidad. Así que hay que aprovechar -habló la chica, regresando a su posición y fijando la vista en el camino.

Ellos en una fiesta repleta de estudiantes universitarios mimetizándose entre sí era para Blake su última idea de cómo le gustaría pasar la noche. No tenía nada en contra de las fiestas, claro, pero Thomas Sabath se había graduado de la secundaria el año pasado y nunca le había caído precisamente bien. El ir a su casa no lo hacía del todo feliz pero no puso ninguna objeción al acuerdo que habían llegado sus amigos. Simplemente se limitó a asentir.

-¿Compraron las bebidas?

-¿Cómo crees? no lo haríamos sin ti, bobito -sonrió Fredd mientras le golpeaba divertidamente el costado.

Se detuvieron un par de minutos después y Axel aprovechó para estacionar el auto en una tienda de servicio veinticuatro horas que se encontraba a un lado de la autopista. El letrero neón se encendía y apagaba constantes veces y la campanilla de la puerta sonó cuando los cuatro se adentraron a la tienda. Axel se dirigió hacia los refrigeradores junto con Vanny, mientras que Blake a la parte de los snacks. La realidad era que moría de hambre, no había probado bocado de nada en su casa y ya era cerca de la medianoche. No lo pensó mucho. Tomó dos paquetes de frituras del estante y se dirigió hacia el mostrador a pagar. La cajera tenía pinta de desmayarse en ese mismo instante, con pereza le dijo el importe y sin importarle mucho, Blake colocó el dinero sobre el mostrador a cambio de sus papas.

Dirigió una última mirada antes de salir de la tienda para comprobar lo que sus amigos hacían. Vanny sostenía en sus brazos una botella de lo que parecía ser vodka y Axel se debatía con Fredd sobre que debían llevar. En el extremo del lugar, apoyó el cuerpo junto a la pared de la fachada, dispuesto a abrir su bolsa de frituras y devorar todo lo que pudiera.

Sería realmente estúpido si tenía pensado en beber algo de alcohol sin antes haber comido. Y aquel pensamiento le trajo varios recuerdos de hace algunos años, cuando recién era una especie de aprendiz de las escapadas nocturnas con su grupo de amigos. Para ese entonces Blake tenía apenas quience años y sabía de alcohol lo que una vez había probado del vaso de vino que su madre solía tomar acompañando las cenas en las épocas festivas. Luego de conocer a Axel y al resto, y tras varias noches en las que terminaba con un dolor de cabeza, había adquirido resistencia a casi cualquier bebida, y a pesar a veces se pasaba un poco de la cantidad de vasos, había aprendido a conocer y medir su límite.

El sonido de un coche estacionando frente al barato almacén lo devolvió a la realidad. De este, observó como unas chicas descendían de los asientos de atrás a tropezones y riéndose sigilosamente de la nada. Parecían no tener frío a pesar de las cortas faldas y las diminutas remeras que sus cuerpos vestían.

Demasiado ebrias para notar que estamos en invierno, pensó el chico.

Los pies de ambas chicas no parecían ser capaces de coordinar entre sí y probablemente hubieran caído de no ser porque una se sostuvo contra la pared justo a tiempo. El par se adentró en la tienda y entonces Blake pudo advertir como una tercera persona descendía del asiento del conductor. A diferencia de las anteriores, esta llevaba un pantalón oscuro con botas largas y una chaqueta negra. El castaño siguió atentamente sus movimientos, analizando como cerraba la puerta del auto y se envolvía entre sus propios brazos para apaciguar el viento que azotaba y le movía el cabello. Caminó sobre los pasos de sus acompañantes y entonces pudo distinguir sus facciones con más claridad. No era tan alta, quizás unos centímetros más baja que él, piel clara y cabello rubio que le llegaba hasta los hombros. Se le ocurrió que la había visto en algún lugar. Su cara le era extrañamente familiar, pero en el momento no supo descifrarlo.

Sus pasos se detuvieron en la entrada del lugar y distraídamente sus ojos dieron con los de Blake, quien rápidamente apartó la mirada hacia la carretera, fingiendo no haberle prestarle más atención de la cuenta. El tintineo de la puerta confirmó que aquella chica había ingresado a la tienda.

¿Dónde la había visto antes?

Sus amigos aparecieron al segundo siguiente. Vanny cargaba consigo unas botellas de vidrio con algo transparente, mientras que Axel y Freddie unas pequeñas latas de aluminio. Se dirigieron a su respectivo vehículo y colocaron todo lo que habían comprado en los asientos de atrás.

-¿Vieron quienes entraron a la tienda? -habló Vanny sonriendo con un deje de gracia.

-¿Quiénes eran? -la respuesta de Axel no se hizo esperar.

-Eran Celia Dewan y Gloria Burke, van con nosotros a la escuela.

Y de repente Blake pudo recordarla.
El cabello rubio suelto brillante, los llamativos ojos celestes, y el uniforme que utilizaba en su escuela.

Quien hubiera pensando alguna vez que Ada Rowan tuviera una vida después de la escuela.

Shameless - Blake RichardsonWhere stories live. Discover now