La idea realmente me gustó, así por lo menos me entretendría un rato y pasaría un rato a solas con mi padre. Podríamos hablar de nuestras cosas, hacía mucho que no lo hacíamos.

—Una salida padre e hija, mmm me parece una idea excelente, hace tiempo que no salimos a ningún sitio juntos —le di un beso.

—Entonces todo arreglado, yo he de marcharme ya, debo de preparar el equipaje y dormir un poco antes del viaje.

Se terminó el whisky de un trago y dejó el vaso sobre la mesita después le acompañé hasta a puerta y nos besamos. Nuestros besos eran simples besos, fríos y carentes de amor, simples besos de cariño... Al menos esa sensación tenía cuando lo hacíamos o quizás era yo. Era cierto que él siempre quería besarme y abrazarme, pero estaba segura que solo era atracción física.

—Volveré en unos días querida, ten cuidado y pásalo bien en el teatro.

—Ten cuidado, te espero de una pieza. Tenemos que empezar con los preparativos de la boda —le recordé para que se marchase tranquilo.

—Sí, no se me olvida y recuerda lo que hablamos en la cafetería —se refería a James claramente.

Se marchó y volví al despacho con mi padre aún atareado.

—Padre por qué no dejas el trabajo y descansas un rato, ni siquiera te has bebido tu copa —se la acerqué. Bebió un sorbo y la volvió a dejar en la mesa.

—Deja que recoja todo esto y diré que ya pueden servir la cena.

—De acuerdo, yo iré a cambiarme y bajaré enseguida.

Subí a mi habitación, me quité el vestido de calle y me puse otro más cómodo. Una noche más me aseguré que estaba cerrado el pestillo del balcón, lo hacía varias veces antes de ir a dormir y aun así algunas mañanas amanecían abiertas. Comenzaba a darme miedo dormir en aquella habitación.

Bajé al salón y ya estaban acabando se servir la cena. Me senté a esperar a mi padre que apareció al cabo de unos minutos, cada vez era más torpe andando, tanto trabajo estaba causando estragos en su salud, envejeciendo más rápido de lo normal. Se sentó en su sitio de siempre presidiendo la mesa.

—Tienes mala cara padre —comenté preocupada.

—Estoy cansado, ya no tengo veinte años y cada día hay más trabajo en el bufete, no puedo dejar que Thomas lo haga todo —una mueca de dolor cruzo su rostro, señal de que su espalda estaba dándole problemas de nuevo.

—Lo sé, pero podrías contratar a un ayudante —le sugerí.

—Sí, ya lo había pensado. Quizás lo haga.

—Tienes que descansar —le regañé cariñosamente, él me sonrió de aquella forma en que lo hacía cuando le regañaba mi madre.

—Te pareces tanto a ella —me aseguró.

—Solo por eso debes hacerme caso —bromeé.

Cuando terminamos de cenar me levanté de la mesa y le di un beso de buenas noches. Él me miró sorprendido, era pronto aún para irme a dormir, pero no había dormido muy bien en las últimas noches.

—¿Ya te marchas? ¿Hoy no me haces compañía?

—No padre, me siento algo cansada hoy y usted debería hacer lo mismo.

—No tardaré demasiado en irme, no te preocupes —me aseguró—. Que descanses hija.

Las escaleras que conducían al piso superior se me hicieron el doble, me sentía realmente cansada, una vez en la habitación me puse el camisón y me tumbé dispuesta a leer un rato, pero no sin antes comprobar las puertas una vez más. Estaban bien cerradas.

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora