Era viernes por la tarde cuando Thomas propuso dar un paseo por la ciudad. Después de casi una hora caminando sin rumbo terminamos sentándonos en una cafetería a unas manzanas de casa, el camarero salió a atendernos y le pedimos dos cafés. Thomas había estado demasiado atento hoy y eso me hacía sospechar que tenía que decirme algo importante.

—¿Te pasa algo Thomas? —opté por tomar la iniciativa y preguntar primero.

—En realidad no es nada grave querida, solo que debo marcharme unos días de la ciudad para cerrar unos asuntos que tenemos pendientes en el bufete.

¿Y por eso estaba tan raro? No era la primera vez que se marchaba por asuntos de negocios fuera de la ciudad. No sabía a qué venía tanto misterio. Le miré extrañada.

—¿Por eso has estado tan atento conmigo? No es la primera vez que te marchas.

—Lo sé querida, pero no me apetece dejarte sola con ese James en la ciudad, te dije que no me gustaba como te miraba y seguro que si se entera que no estoy... Quién sabe si podría presentarse para verte —comentó mientras daba vueltas de forma nerviosa al café con la cucharilla.

Así qué era eso lo que le preocupaba tanto, que pudiese encontrarme con James. No me había dado cuenta de que yo le gustase tanto, bueno aparte de que nos habíamos besado, no había sabido nada de él en estos días, pero si Thomas estaba tan preocupado era porque vio algo en él que yo no vi o no me di cuenta.

—Thomas no soy una tonta, sé perfectamente lo que debo hacer si eso pasa. Si él demostrara demasiado interés encontraría una forma elegante de rechazarle y dejarle las cosas claras, además si esa fuera su intención hubiese venido a casa por la mañana cuando vosotros no estabais —dije para tranquilizarle.

—Quizás tengas razón y me esté preocupando demasiado—se quedó pensativo un momento como si sopesara los hechos que acababa de exponerle. Si no se había presentado en estos días, ¿por qué iba a hacerlo ahora?

—No te preocupes Thomas, te estaré esperando como siempre, recuerda que vamos a casarnos —me dio un fugaz beso en la mejilla.

—Intentaré que mi viaje dure lo menos posible –me aseguró mientras me cogía la mano.

Thomas pagó el importe de los cafés y emprendimos el camino de vuelta a casa. Cuando por fin llegamos entramos en el despacho, mi padre se encontraba allí y como siempre, lleno de documentos y trabajando incluso en sus ratos libres.

—Padre trabajas demasiado —le reproché, mientras me quitaba la pamela y la depositaba sobre el sillón. Me acerqué y pasé mi brazo por encima de sus hombros.

—Tienes razón hija, pero tenía que dejar algunas cosas zanjadas antes de que Thomas se vaya. ¿Ya te contó que se ausentará unos días? —me preguntó mientras terminaba de recoger unas carpetas de la mesa.

—Sí me lo dijo, pero veo que por tu presura el viaje es inminente —miré a Thomas—. ¿Cuándo te marchas? eso aún no me lo has dicho —se sirvió una copa y otra a mi padre que le dejó sobre su mesa.

—Me marcho mañana a primera hora Emily, estaré fuera al menos una semana, pero como te prometí intentaré regresar lo antes posible.

—Vaya... Pensé que te marcharías dentro de unos días —una semana sin Thomas, ¡una semana sola!, demasiado tiempo para pensar.

—Tengo que tratar asuntos urgentes que no pueden esperar —aseguró.

—Si no hay más remedio debes marcharte —concluí resignada.

—No te preocupes hija, para que no estés todos los días sola el Domingo saldremos tú y yo. Te llevaré al teatro, se estrena una ópera nueva y parece tener muy buenas críticas.

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora