Capítulo IX

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Había pasado una semana desde que el señor Himura nos presentó a su hijo. Mientras eso pasaba, Chris estaba tenso y evitaba cualquier junta con Arata. Según él y mi hermano, era un chico que solo se burlaba de la gente, al parecer lo conocieron y por alguna extraña razón, yo salí en la plática de ese encuentro. Según Chris, Arata deseaba poner sus garras en mí, lo cual lo noté desde el primer momento, pero últimamente estaba más insoportable de lo normal.

—Kate, cancelaron la reunión en España, no iremos, por favor envíame lo que íbamos a tocar en esa junta y ven a mi oficina, ya. —Eso significaba una cosa: tenía que correr.

Tomé todo lo necesario mientras abrí algunos archivos en mi IPad, mandaba a imprimir otros y arrancaba hojas de planeación del viaje a España. Algo andaba mal y seguramente Chris necesitaba arreglar sus ideas, pero para eso haría un desastre con sus comentarios.

Justo en ese momento las puertas del elevador se abrieron y Arata salió de ahí con una sonrisa. Esto no se iba a poner nada bien, por lo que sonreí de manera incómoda y acomodé mi cabello detrás de mi oreja.

—Hola, Kate, buenos días—saludó Arata.

—Buen día, señor Himura—respondí de manera amable.

— ¿Está Chris ahí dentro? —preguntó apuntando con su dedo índice a la oficina de Chris.

—Está algo ocupado—dije apresuradamente.

Arata se acercó a mi escritorio hasta que el único espacio que nos separaba era el de la madera y se inclinó a mí, haciendo que me recorriera hacia atrás y chocará con la silla. De un momento a otro, mi equilibrio se esfumó, mi tobillo dolió haciéndome soltar un gemido de dolor y cuando iba a caer, las manos de Arata me sostuvieron, su sonrisa se hizo más grande y algunos mechones cayeron sobre su cara. Viéndolo de cerca, sus ojos no eran tan rasgados como los de su padre, en su lugar eran unos ojos algo rasgados, pero sin perder una ligera forma redonda.

— ¿Y tú estás ocupada, Kate? —preguntó mientras volvía a equilibrarme y pararme de manera formal.

—Sí, es un día pesado—respondí mientras acomodaba mis cosas.

Sentí un dedo en mi barbilla y al levantar la mirada, él me veía con una sonrisa y se había acercado más, invadiendo mi espacio personal. su perfume era diferente al de la primera vez y no me había dado cuenta que vestía un poco más casual que en nuestro primer encuentro. Su pantalón de color beige iba combinado con un saco azul y una camisa azul pastel.

Ya no me lo había topado en el gimnasio y agradecía eso. Me incomodaba un poco su intensa mirada y la manera en la que siempre me coqueteaba. Incluso en las llamadas que respondí días atrás, él siempre buscaba la manera de soltar algún comentario coqueto.

—Kate, te pedí que me...—La oración de Chris quedó en el aire cuando ambos volteamos en su dirección y observamos un par de ojos azules mirándonos de manera furiosa.

—Lo siento, iba a llevar esto a tu oficina—dije rápidamente alejándome de Arata, dejándolo con sus puños cerrados sobre el escritorio.

Me acerqué a Chris con nerviosismo y no me di cuenta que mi tobillo dolía en consecuencia de haberme doblado el pie minutos atrás, por lo que al dar unos pasos iba a caer, pero en esta ocasión los brazos que yo quería me sostuvieron.

—Cuidado—susurró suavemente.

Me aferré a él y evité ver su cara, no me quería poner roja y en su lugar le entregué los papeles un poco doblados por mi agarre en sus brazos. Él suspiró y me ayudó a acomodarme a su lado, mientras Arata nos veía con diversión.

Spring love ✔Where stories live. Discover now