EL DOCTOR

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Aun preocupado y un poco ansioso en saber dónde estaría Elena llegue a mi hogar todo cabizbajo. Encontré una nota en la mesa de la cocina, por supuesto era de ella; a toda prisa la leo y escrita estaba la frase: "te espero en tu alcoba, si me duermo esperándote me levantas con tus besos". Subí a toda marcha y efectivamente la encontré sentada en mi cama, llorando un poco desconsolada y un pañuelo en la mano; primeramente, mi reacción fue sonreír y tener la tranquilidad de que ella estaba bien, la abrace y le seque sus lágrimas, seguidamente le pregunte ¿dónde había estado todo este tiempo? – la cual respondió: - fui a recordar a alguien de mi pasado, pero el diagnostico mejor me lo mantengo reservado.

¿A que te refieres con eso?

¿Te acuerdas el amigo que llame el día que tú y yo nos desvelamos teniendo sexo para que te hiciera la incapacidad?

¿Si, por qué?

Bueno, fui a ver a ese hombre que me convirtió en la mierda que fui hace mucho tiempo.

Por todo lo pasado con Manuel, me llevaron a rehabilitación como cinco meses, los cuales no fueron los mejores que digamos. Mi psiquiatra era un doctor llamado Jesús, que sin negarlo era un moreno color canela, ojos cafés, su cabello un poco liso y acuerpado que me daban como de quitarle la ropa, comérmelo todo. Pero, tenía que calmar más impulsos.

Sin mentirte, era una que otras miradas coquetas en las consultas y poco a poco fuimos cogiendo confianza a tal punto que después de las consultas nos quedábamos charlando de nosotros, nuestros hobbies, entre otras cosas.

Esos cinco meses, encerrada, él me hacía provocar impulsos, olvidarme de todo y querer hacer muchos pecados en una cama con su cuerpo sin imaginar su duro y grupo pene dentro de mí. Así que una tarde de consulta me atreví dar la iniciativa con mi apuesto y tentador doctor. Le hice un par de pregunta las cuales era ¿tienes esposa o novia? ¿tienes hijos? ¿estas saliendo con alguien? Las cuales todas el me respondió negativamente mientras lo seducía, lo provocaba y veía su hermoso paquete que tenía entre las piernas aumentarse lentamente.

Con una sonrisa me pare de mi asiento y como una golosa, me le senté entre sus piernas simulando que era un accidente, él se rio, pero me siguió el juego. Esa tarde nos besamos, después de tanto tiempo pude sentir unos labios tan ricos y acolchonados como masmelos, un pene tan duro como una piedra y pude sentir sus abdominales que me encantaron, pero no pudo pasar a mayores porque estábamos en su oficina, en un hospital psiquiátrico el cual podía entrar cualquiera en cualquier momento y nos podían ver.

Así pasamos un par de meses, en cada cita con él, sacábamos nuestro tiempo para nosotros y si te digo que no me gustaba esas citas, te estuviese metiendo. Cada vez aquellos encuentros se hacían más personales y no parecía consultas del psiquiatra si no anatómicas, ya no importaba si alguien entraba o no, sino disfrutar nuestro momento.

Recuerdo que una mañana llego a su consultorio y me entrega un sobre, me miro tan serio y me trato tan cortante que no entendía lo que pasaba, sin preámbulo abrí aquel sobre, tenía varios papeles y una nota adjunto la que decía: "nos vemos en el hotel sol real a las 8 pm". Las siguientes hojas después de esa pequeña nota era mi historial médico con el diagnostico de recuperación y que ya no había ninguna droga, ni sustancia alguna en mi cuerpo; y la última hoja era mi boleto de salida. Ese día estaba tan feliz y aquel doctorcito al verme feliz cambo aquel semblante de amargado, se pro de su siento, me abrazo seguido con un rico beso, pero no tuvimos sexo hasta ese momento.

Fui a toda prisa hasta mi habitación y recogí mis cosas, en menos de una hora ya estaba camino a mi hogar para prepare y estar lista para el encuentro apasionado que iba a tener. Llegue a mi hogar, desempolve algunas cosas, limpie joyas, zapatos y planche la ropa para la ocasión, me di una ducha de agua caliente para relajarme como por una hora, me arregle el pelo y volví hacer yo. Tanta era la ansiedad, la necesidad de ver aquel hombre, sentirlo dentro de mí, me hacía tener una reacción en mi cuerpo que ningún hombre me había provocado alguna vez, me sentía viva con él, diferente, feliz, tenía aquel presentimiento que todo iba a salir bien en este caso.

TURNO DE LAS MUJERESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora