C/Fe

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Los desguazabots ya venían de camino. Podía ver sus luces rojas mezclándose con las de la ciudad, allá al fondo. Infringir la primera ley de la robótica provoca una respuesta instantánea.

Mis manos metálicas estaban empapadas en sangre. Mi amo había muerto apenas cinco segundos antes y su corazón aún latía cuando lo saqué del pecho, lo que hacía más complicado el procedimiento.

Terminé de ensamblar los chips y engranajes al órgano y rápidamente lo conecté a mi motor pectoral. Funciona.

- ¡Ahora soy humano! - grité.

O esa era mi teoría. Pero el zumbido de los desguazabots se iba acercando cada vez más.

Concurso Relatos Cortos XIWhere stories live. Discover now