𝐀𝐧𝐝 𝐰𝐞 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫 𝐛𝐞 𝐚𝐥𝐨𝐧𝐞 𝐚𝐠𝐚𝐢𝐧

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Bajo la intensa lluvia, Jehnny caminaba por las calles de Manhattan, sin siquiera importarle si se mojaba pues lo único que quería era llegar pronto a su destino.

Eran tan solo las cuatro de la tarde, pero la lluvia había comenzado desde las dos, era un día deprimente, y de ninguna manera dejaría que arruinara sus planes, o los planes de Julian, mejor dicho.

Continuó caminando por la calle, buscando lo que Julian le había dicho, hasta que finalmente lo encontró.

A lo lejos pudo divisar un pequeño lugar con un anuncio afuera de este, que decía "Sam Adoquei" en grandes letras, acompañado de una de sus obras en la parte inferior.

Con precaución de no resbalarse, se apresuró para llegar al lugar. Cuando estuvo ahí afuera, se detuvo y admiró todo, era una pequeña y fina galería, todo se podía ver a través de una de las vitrinas. Su corazón parecía querer salirse de su pecho.

Lo pensó dos veces antes de entrar, pero finalmente lo hizo. Subió los pocos escalones que había y justo cuando se encontraba en la puerta, una de las personas que parecían ser empleados o personal de lugar se acercó a ella.

—¿Me permite su chaqueta?— inquirió amablemente. Entonces Jehnny se quitó la chaqueta y se la entregó, agradeciendo con una sonrisa.

La chica del personal se retiró y colgó la chaqueta en un perchero que había cerca de la entrada.

Jehnny se sintió un poco mal por haber llegado a mojar el lugar, pero eso era lo que menos le importaba ahora. Recorrió el lugar con la mirada, hasta que por fin pudo localizar a aquel hombre afroamericano, quien mantenía una buena conversación con una chica de cabello rubio hasta los hombros, pero había algo en ella que llamaba la atención, y eso era su pequeña barriga abultada, la cual acariciaba levemente con una de sus manos.

Jehnny no podía creerlo, sabía que la chica era Kaya, la reconoció a primera vista, y solo se le generó la duda de si Julian habría sabido de ello.

Se acomodó el cabello y nerviosamente comenzó a acercarse a ellos, pero cuando estuvo a unos cuantos pasos, fue interrumpida abruptamente por chico de seguridad privada.

—No puede acercarse a la señorita Nichols— dijo autoritariamente.

Era un chico muy corpulento que ahora le tapaba la vista y temía perder a Sam.

Jehnny se hizo a un lado y echó un ligero vistazo para ver que siguieran ahí, y así era.

—¡Sam!— lo llamó Jehnny, y este volteó, pero entonces el guardia volvió a ponerse frente a ella.

—Tendré que pedirle que se retire.

Jehnny rodó los ojos y no se dejó intimidar, entonces tuvo una última idea para llamar la atención de Sam. Sacó la carta del bolsillo de su suéter y la alzó lo más que pudo para que pudiese verse por encima del guardia.

—¡Sam! Necesito hablar contigo— dijo una última vez.

Había olvidado por completo el hecho de que Julian le había regalado su pulsera, y esta ahora estaba al descubierto debido a que su manga se había deslizado. Bajo las luces brillaba de una manera inigualable, aún más que un diamante.

El guardia tomó a Jehnny por el brazo, con toda la intención de echarla a la calle.

—¡Espera!— le dijo Sam al guardia mientras se acercaba, y una vez que estuvo ahí, miró con incredulidad a Jehnny, en especial lo que se encontraba sobre su muñeca.

—¿De dónde sacaste eso?— preguntó Sam a Jehnny.

—Aquí explica todo— respondió Jehnny, entregándole la carta.

The Night We Met (Julian Casablancas)Where stories live. Discover now