CAPÍTULO 15: Ruego en su mirada.

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Ha dormido diez horas pero el cuerpo le pesa como si no lo hubiese apoyado ni un segundo sobre el colchón. Los nervios le han hecho rodar y dar más de cuatro vueltas a las sábanas, terminando por levantarse finalmente y quedarse en la terraza hasta que ha visto cómo el sol inundaba de luz los edificios de la capital. 

Cuando queda una hora y media para que suene su despertador vuelve a la cama, y se sorprende cuando observa cómo la chica está despierta también. Se sonríen teñidos de dorado por la leve luz que se cuela entre la persiana y vuelven a tomar la posición en la que han amanecido. 

- Has fumado.- le reprocha ella cuando le tiene a un metro escaso, haciendo que olor a tabaco le revuelva el estómago más de lo que lo tiene esta mañana.- Si llevabas ya casi una semana sin hacerlo.

No quiere que sea un reproche, ese logro que él había conseguido había alegrado mucho a ambos pero apenas ha durado una semana cuando el gallego ya ha tenido otro cigarro entre sus dedos. 

- Ya...- balbucea él arrepentido porque aunque ese arma letal ha conseguido disminuir sus nervios por un rato, su logro ha sido interrumpido por su poco aguante. 

- Va a salir todo bien, ya verás.- le anima la catalana desde su postura enredando su mano entre sus rizos.

- Sí, si confío pero...No sé, en realidad es una tontería.- termina por decir al no encontrar las palabras adecuadas. Es temprano, está nervioso y necesita un café para afrontar el día que se viene sin dormirse por los rincones.

- No es una tontería si te ha hecho dar vueltas por la cama toda la noche. Sé que estás nervioso, es un día importante y es el primero que lo pasas con él.- le acaricia refiriéndose al primer día de colegio.- por mucho que yo intente imaginarlo no voy a poder sentir ni la mitad de lo que tú estás sintiendo, así que necesito que me lo cuentes porque en eso se basa "esto".- se señala a ambos y termina soltando un suspiro.

Se han acurrucado mejor entre las sábanas y se ha dejado mimar un buen rato por la catalana, quien ha ido dejando leves caricias por sus manos y su espalda.

- Estoy seguro de que le va a ir genial, pero no puedo evitar sentir vértigo cuando pienso que mi hijo ya tiene cuatro años y yo me he perdido casi la mitad de su vida.- empieza a contar él verbalizando uno de sus grandes temores.- A veces pienso que no soy suficiente.

- Sinceramente, ¿Crees que lo estáis haciendo mal?- pregunta incluyendo a la madre del niño.- porque yo no he conocido niño más obediente y bueno que éste.

- No, no pienso eso, pero me da miedo porque el tiempo pasa demasiado rápido y nos hemos perdido casi todas sus primeras veces.

- ¿Quién va a estar en su primer día de colegio? Tú. ¿Quién le está enseñando a tocar el piano? Tú. ¿Quién le ha llevado por primera vez de viaje a Galicia? Tú.- le enumera todas las primeras veces en las que sí que han estado.

- Bueno, nosotros.- media él con una media sonrisa.- ¿Sabes que te quiero mucho verdad?

- Lo sé, pero nunca es suficiente como para que me lo recuerdes.- dice Aiti buscando sus labios desesperadamente.

- Ay, mis chicas.- Susurra abrazándolas.

Y en ese abrazo de tres, es donde apuran los minutos hasta que los despertadores de sus teléfonos, primero el de ella y más tarde el de él, rompen toda ese aura de tranquilidad y confianza que la catalana con sus ánimos había conseguido.

Al filo de las nueve y media deciden abandonar el colchón, y justo cuando Aitana le iba a dejar solo para que fuese a despertar a Mateo, es el gallego el que tira de su mano, y con un ruego en forma de mirada, entran ambos en esa habitación llena de peluches.

Centímetros de pielWhere stories live. Discover now