—Vayan ustedes— exhaló el pelinegro, deshaciéndose de la mano de Jimin que reposaba en su piel—. Me acostaré más tarde.

La respuesta del híbrido fue decisiva y Jimin no tardó en darse cuenta, haciendo un puchero al ver a Yoongi tan enfrascado en la investigación. Era comprensible que estuviese tan interesado en el tema, sobre todo considerando que lo involucraba, pero...

—Bien, buenas noches— Park se incorporó, palmeando sus muslos—. Que descansen y sueñen con los angelitos. O con satán. Desconozco sus religiones— Bostezó por millonésima vez e hizo un ademán de despedida, antes de dirigirse hacia su dormitorio.

La mirada de Jimin cayó nuevamente sobre Yoongi cuando el pelirrojo se halló fuera de su campo visual.

—¿Qué?— espetó el pelinegro, sin girarse. El puchero en la boca del castaño se acentuó. No había necesidad en hablarle de esa manera... Pero de nuevo, Yoongi estaba demasiado ocupado leyendo y Jimin lo único que haría quejándose, sería volverse un estorbo.

—No es nada... Iré a dormir— Besó la mejilla de Jimin y se levantó, repitiéndose mentalmente que no debía ser un crío. La investigación era más importante que sus ganas de cucharear—. No te quedes hasta muy tarde o se te va a derretir el cerebro.

Rió ante la expresión fastidiada de Yoongi y se retiró.

La cama era fría sin Yoongi, mas no era algo a lo que no se hubiese acostumbrado estando afuera. Cerró sus ojos mientras apoyaba la cabeza en la almohada, aferrándose a ésta para reemplazar el cuerpo tibio de Yoongi. Tal vez era inútil aquel flojo intento de engañar a su cerebro, pero era mejor que nada.

Apenas habían transcurrido diez minutos cuando unos dedos acariciando su mandíbula le hicieron abrir los ojos.

—Lo siento— dijo Yoongi, con una mirada que transmitía arrepentimiento y algo más—. No quería ser brusco contigo, amor.

—Aww... no te preocupes. Con un beso de buenas noches, todo queda perdonado— cantó Jimin estirando sus labios. Una risa suave brotó de la boca de Yoongi, previo a inclinarse para unir sus belfos con los del menor.

Se besaron por un ratito. ¿Y cómo no? Jimin amaba los labios de Yoongi—todo, en realidad—. Sus brazos se extendieron para rodear el cuello del pelinegro y atraerlo más hacia él, mas se detuvo cuando sintió al híbrido apartarse abruptamente.

Jimin jadeó. —¿Qué fue eso?

La mandíbula de Yoongi se tensó antes de hablar.

—No puedo hacer esto.

—¿Esto?

—Sí.

Jimin abrió la boca, siendo incapaz de responder.

Sus ojos barrieron el rostro de Yoongi, esforzándose por comprender a qué se refería con Esto. ¿Nosotros? No hacía mucho había albergado inseguridades al respecto y Yoongi no solamente le demostró que estaba equivocado, sino que además le pidió que se casaran.

Intentó hallar alguna señal en los días que habían convivido juntos. Algo que le hubiese advertido la extraña actitud que ahora Yoongi adoptaba. Mas su mente estaba en blanco, y no sabía si era porque se había perdido de algo, o por el pánico que comenzaba a generarse en la boca de su estómago.

—¿Esto... Qué significa?— murmuró Jimin. Yoongi inhaló y exhaló hondo. Su mirada fija en su semblante.

—No he podido tocarte en una semana.

Jimin parpadeó, desconcertado, y honestamente, se tardó bastante en caer en cuenta.

—¿Tocarme? Pero si acabamos de besarnos. ¿Qué estás...? Oh.

¡vamp, yoonie! •• ym.Where stories live. Discover now