Parte 9 (Ruta Común)

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Rai: ¿De donde vienes? ¿Cuál es tu nombre?

El gato fijó severamente su mirada en Konoe. Konoe se ofendió por su tono arrogante.

Konoe: Primero presentate tu.

Rai: Soy yo el que está preguntando.

... ¿Qué pasaba con este chico? Konoe frunció el ceño ante sus palabras arrogantes.

Rai: Tu eres el gato de aquella vez ¿cierto? Tienes esa actitud sin siquiera harme agradecido, vaya que tienes agallas.

Konoe: ¡No es como si te hubiera pedido ayuda!

Rai: Bien dicho.

El gato de pelo plateado clavó su espada en la tierra y le sonrió condescendientemente.

El estómago de Konoe se sintió repentinamente caliente. Antes, había admirado a esa figura de cabello plateado, pero ahora se sentía estúpido por siquiera entretener el pensamiento.

Rei: Si no hubiera intervenido aquella vez, te hubieran matado. ¿O querías morir?

Konoe: ........

Apretó los dientes. Su cola se hinchó espesamente mientras gruñía bajo en las profundidades de su garganta.

Los labios del gato de cabello plateado se curvaron en una delgada sonrisa de diversión.

Rai: No te enojes. Los gatos que permiten que la sangre en su cabeza suba rápido, mueren pronto. Pierden fácilmente de vista todo lo que los rodea.

Konoe: ¡Cállate! ¿Quién carajos eres tu? ¿Quieres de algo de mí?

Rei: ¿También eres propneso a morder, eh?

¿Cuál es el problema con este chico? Konoe sabía que estaba siendo provocado, pero no pudo detener del todo su enojo.

Konoe: ¡Cállate!

Ignorando la herida en su brazo, Konoe una vez más dio un paso hacia el gato de cabello plateado.

Se abalanzó pero su ataque fue fácilmente evitado. Estaba claro que aunque el otro gato se movió para dar un paso, no era su verdadera intención.

Eso avivó las llamas de la ira de Konoe aún más.

Apretó los dientes. Su cola se hinchó espesamente mientras gruñía bajo en las profundidades de su garganta.

Los labios del gato de cabello plateado se curvaron en una delgada sonrisa de diversión.

Konoe: ¡¿Nng?!

Pensó que su cuerpo flotaba en el aire, pero en poco tiempo su hombro golpeó el suelo. Se había tropezado.

Cuando intentó levantarse, un fuerte viento pasó a un lado de su rostro. Un sonido sordo siguió. Por el rabillo del ojo, vio una espada clavada en el suelo.

Rai: ¿Te tropezaste tan fácilmente? ¿No te lo acabo de decir? Los gatos a los que se les suben la sangre a la cabez mueren pronto.

Konoe: ¡Tu ...!

Descansando ambas manos sobre la empuñadura de la espada, el gato de pelo largo miró a Konoe.

Descansando ambas manos sobre la empuñadura de la espada, el gato de pelo largo miró a Konoe

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