Prólogo

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El pavimento se siente resbaladizo y creo que me voy a caer en cualquier momento, corro  mientras trato de hacer equilibrio con los brazos; la lluvia, la falta de luz y el pelo mojado en la cara hacen que no pueda ver con claridad. Un dolor agudo vuelve a acribillar mis costillas, boqueo por aire y me concentro solo en correr para no desmayarme. A unos 300 metros veo una luz, corro con más fuerza y la esperanza de poder llegar antes de que me atrape.  Cuando estoy a una cuadra  de distancia veo dos camiones estacionados a un costado y personas protegidas del chaparrón por la lona transparente de un carro de comidas. No sé que hace uno tan lejos de la ciudad pero no me paro a pensarlo. Sigo corriendo un poco más pero el alivio de estar tan cerca de la seguridad hacen que empiece a rendirme, siento que mis pies ya no responden y las piernas se doblan flácidas con todo el esfuerzo. El suelo cada vez está más cerca y el horizonte se inclina con mi caída. Una nebulosa me envuelve y mi última imagen de la realidad es mi cabeza golpeando el suelo mojado.
Escucho voces que gritan por encima del estruendo de la tormenta pero no descifro lo que dicen, siento  el resplandor de un rayo con los párpados cerrados, y me dejo hundir en el reino de los sueños.


Vínculo InconscienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora