19| DEMENCIA

712 457 21
                                    

Los dos brincamos atormentados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los dos brincamos atormentados.

—¡Rápido, ponte la ropa! —La ayudo con sus botines y ella se pone el vestido de cualquier manera.

—¿¿Qué es lo que está pasando?? —Se asusta cuando me ve agarrando el trofeo.

Con mi mano libre encarcelo su rostro y lo atraigo hacia mí.

—Escúchame, tenemos que salir. —Ella niega temblorosa y suena otro disparo—. Tenemos que enfrentarlos o vendrán por nosotros... —Junto mi frente en la suya con dolor. Es como si el apocalipsis nos estuviera esperando allí afuera.

—Tengo miedo. —Se escucha débil.

—Estaré contigo como siempre, bebita. —Beso su frente—. Ahora toma lo que encuentres, y si te sientes en peligro, golpéalos.

Ella se abalanza para abrazarme nostálgica, se arma de entusiasmo y corre a buscar algo para defenderse. Al final encuentra una laptop.

Una Dafne con una laptop y sus pocas ganas de ser amistosa no son nada recomendable.

Ambos vamos decididos a dejar sin papel a los protagonistas de una pareja explosiva. Tenemos el swing, la talla y disposición. Ya ni siquiera nos faltan los problemas, porque solo nos falta ser perseguidos por la CIA.

Una vez vamos saliendo de la habitación, aparece en toda la entrada un policía veterano, robusto y de gran bigote apuntando con una pistola.

Nos quedamos estáticos del inmenso alivio. La ayuda llegó.

—Qué bueno que llegaron. Pensamos lo peor... —Me manifiesto más tranquilo.

Él no habla. Nos sigue apuntando.

—¿Oficial? —Se dirige Dafne hacia él.

Al fin guarda el arma, devolviéndonos el aliento.

—Tranquila, señorita. Ya está a salvo. —Esas palabras nos llenan de felicidad. Luego me mira y se viene hasta mí, agarrando mis manos desde atrás para esposarme—. Este sujeto no la molestará más.

—¡Oiga, no! ¡Pero qué hace! —Le reclama Dafne.

Me resisto.

—Señorita, este sujeto es peligroso. Manténgase alejada y déjeme hacer mi trabajo. —Me inmoviliza las muñecas y las rodea con las esposas.

—Mmm debe haber una equivocación, oficial. —Comienzo a rechistar

—¡Pero de qué habla! ¡Es mi novio, no se da cuenta! —Ella se altera, aproximándose para ayudarme—. ¡Ya déjelo!

—Dafne, mi vida, cálmate. —Me entristece verla así—. Seguro es una equivocación, ya verás...

El policía Morgan, según su etiqueta, me empuja con él.

Amor Sublime © |Libro I| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora