Capitulo V - El llamado de los dioses

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El atardecer visto desde el castillo se veía como los de las tierras de Jenai, las casas ocultas tras los muros de la ciudad, los bosquecillos alrededor y en el horizonte granjas y sembradíos que eran surcados por largas carreteras de polvo que unían Galura con sus aldeas y poblados subordinados, a medida que el sol descendía las sombras dentro de los corredores se hicieron más obscuras, por lo que empecé a caminar por ellos vagando un poco.

- ¿Hola? Hay alguien... Sacia... Florella – a medida de que avanzaba por las alas de la fortaleza, más solo me sentía hasta que vi que en realidad estaba solo, apenas alumbraban algunas velas en los candelabros, por lo que comencé a buscar la salida, entre mi confusión, llegué hasta el puente que conectaba la torre donde estaban custodiadas Osha, Nurana y Cassandra.

- Al fin te conozco... Kosei Moses... - Swart apareció frente a la escasa luz purpura que llegaba al puente techado.

- Imposible... ¿Qué haces tú aquí? – sentí un escalofrío bajarme la espalda y comencé a caminar hacia atrás lentamente, al palparme el costado no traía la espada.

- He venido a darte una advertencia... - el enmascarado parecía un fantasma, bajo los huecos de la máscara no se veían ojos ni labios, sino una penumbra profunda. – Mataste a mis hombres... cuatro muertes me debes ahora... pero la tuya no la cobraré –

Cuando me di la vuelta para correr, me impulsé de un salto hacia debajo de las escaleras, pero estas parecían casi infinitas, tropecé y caí y cuando pude ponerme de pie, Swart estaba sentado en el trono de lady Widmer. La sala estaba tan obscura como la noche, tras cada columna y en los balcones solo habían iguales a él, estaba comenzando a acelerarme y sentía como los oídos me pitaban.

- Te arrancaré las vísceras con mis propias manos... pero antes de eso te arrancaré cuatro almas, cuatro vidas que para ti son importantes, te arrancaré palmo a palmo cada ápice de felicidad en tu vida... -

Profundos susurros se oían como un eco en la sala, la imagen de los amantes asesinados en el árbol se repetía decenas de veces alrededor del salón mientras la sangre corría como riachuelos por el suelo. El latido de un corazón movía las tablas del suelo mientras trataba de escapar, los cuerpos desollados me arañaban y halaban mientras trataba de gritar.

- ¡NO! ¡Basta! ¡Esto no es real! – mientras corría por los mismos corredores que ahora estaban teñidos de una luz rojiza, me lancé por un ventanal, sentí como mi cuerpo se desplomaba por los aires mientras el viento silbaba en mis oídos me sentí desmayar y caer, pero aparecí sobre una pila de cadáveres desnudos y ensangrentados.

- Mira el futuro que te espera... Ladrón... Asesino... - Swart estaba frente a mí en la muralla destruida de la fortaleza, la ciudad ardía en llamas mientras una hueste de asesinos sin rostro mataba a las personas que huían despavoridas. – No podrás vencer a los Antharíes... no podrás huir de los esclavistas... no puedes escapar de mí –

El grito de una enorme bestia se oía de lejos, un titán tan gigante como el cielo mismo, incandescente como el hierro al fuego con seis ojos y cuernos de ciervo se arrancaba las costillas de pecho, derramando su negra sangre sobre el mundo, mientras yo gritaba, sentía como los muertos susurraban y gemían de dolor, tratando de perseguirme, cuando intenté huir una gigantesca águila negra se abalanzó sobre mí y me alzó por los cielos.

Swart estaba allí frente a mí como un gigante, el águila entró en el ojo de la máscara y en ella vi a una mujer pálida como la nieve, sentada en el océano nocturno, sobre su cabeza se coronaba la luna creciente, mientras cabalgaba el lomo de una serpiente gigante, el águila se lanzó en picado dentro del agua y con ella yo sentí como el agua me arrebataba el aire de los pulmones.

La Princesa y El JenariWhere stories live. Discover now