Busco su mirada en otros chicos, busco su sonrisa en cada rincón de esta universidad, pero no hay resultado. Cuando una persona te cala tan hondo, cuando te llega tan cerca del corazón es difícil olvidarla. Pero claro, estamos hablando del rompecora...
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-¿Qué hacéis ahí como pasmarotes?- Denisse empujaba a Joe hacía el interior de la cocina. Luego me miraba a mí. Paralizada, mirando como mi pesadilla se había humanificado y había aparecido sin avisar. No estaba preparada.- Oh, cielo ¿Qué ha pasado?- Denisse corría hacia mí y me miraba las manos.- Joseph ve a por la escoba y recoge los cristales del sueño. Y tú señorita ven aquí.- Denisse me cogía por la muñeca y me arrastraba hacía la isla de la cocina. Acto seguido metía mi mano debajo del grifo. Yo seguía mirando la puerta de la cocina, pálida y esperando que fuese un sueño y rezando para que, Joe Jonas nunca volviese a entrar en la cocina. Evidentemente no fue así. Entró y se puso a recoger los cristales. Yo no podía quitarle la mirada de encima, pero por el contrario él no me miró ni una vez, se limitó a mantener la cabeza agachada. Quizá se sentía mal por todo lo que me había hecho pasar. Denisse me había puesto una tirita en el dedo, mientras, me hablaba y yo no podía oírla. Estaba en pleno trance. Empezaba a sentir mareo y necesitaba sentarme, más bien necesitaba salir corriendo de esa casa. ¿Qué clase de encerrona era esta?
-No...no me encuentro bien.- Dije mientras salía de la cocina. Podía ver como Joe me seguía con la mirada. Justo al salir millones de lágrimas se empezaron a agolpar en mis ojos. Yo intentaba contenerlas mientras subía la escalera, no quería que nadie me viese así. Justo cuando llegaba al piso de arriba Nick salía de su habitación, y se disponía a bajar las escaleras. Al pasar por su lado oía como me decía 'Buenos días', pero yo no estaba de humor para contestarle. Corrí hacía mi habitación, entré y cerré con llave. Me desplomé en la cama, y entonces dejé que las lágrimas salieran a sus anchas y lo inundaran todo. No podía quitarme de la cabeza su cara al verme, estaba igual de asombrado que yo. Tenía en mi mente sus ojos, mirándome fijamente. ¿Qué clase de psicópata tiene los cojones de presentarse en esa casa después de todo? Necesitaba hablar con alguien. Cogí el teléfono, mis lágrimas comenzaban a llenar toda la pantalla, y me temblaban las manos. Después de 10 segundos de espera, que a mí me parecieron horas, me contestaban al teléfono.
-Está aquí.- Dije sollozando.- Está aquí, y yo no sé qué hacer. No sé qué cojones hacer. No quiero verle, no... no quiero.- Comenzaba a llorar con más fuerza.
-¿Cómo que está allí? ¿No decías que no iba a ir? Tranquilízate por favor.- Noah parecía muy nervioso. Me lo podía imaginar dando vueltas de un lado para otro en la habitación mientras se tocaba de manera psicótica los rizos de la frente.- Escúchame. Debes calmarte.- Su voz parecía más dura que antes.
-¿Cómo quieres que me calme Noah? No estoy preparada para verle.- Tenía el corazón encogido y no podía parar de llorar.- Pensaba que sí lo estaba, pensaba que no me iba afectar verle. Pero no es así.- Abrí la ventana, y el viento inundó la habitación. Tomé aire lentamente.
-No tiene que verte así. Por el amor de dios, ese capullo no se merece que derrames ni una sola lágrima más por él. Tendría que estar llorando él, por haber perdido a una chica como tú- Noah parecía enfadado.- Voy a ir ahí y le voy a partir la cara. Cómo se le ocurra...Cómo sólo se le pase por la cabeza dirigirte la palabra voy a ir... Aah, claro que voy a ir. Y se va a enterar.- Noah era la persona más pacífica que había conocido jamás. Bueno, dejando a un lado el incidente con Cole, pero seguro que fue el alcohol el que tomó las decisiones por él. Noah odiaba meterse en problemas, es más, evitaba a toda costa los enfrentamientos. Pero en cuanto a mí se trataba se volvía la persona más mafiosa del planeta. De pronto me resultaba gracioso escuchar cómo decía esas cosas.
