5•Cherry.

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Elle se veía hermosa en su vestido de novia y todas sus damas de honor y madre la felicitaban por aquello. Hoy se casaba con Liam.

Quedaba poco más de media hora para que empiece la ceremonia y ya todas sus damas de honor se fueron de su casa, solo quedaron ella y su hermana mayor.

—Toc Toc—. Lisa entró a la habitación de su hermana menor y vió con nostalgia todo a su alrededor. Iba a extrañarla.

Ambas se abrazan y se dicen lo mucho que se aman y que se escribirán siempre.

—No te noto feliz, Elle—. Lisa acaricia el brazo de su hermana.

Elle niega y sonríe—Por supuesto que estoy feliz, me casaré con el hombre más maravilloso de la tierra y seré muy feliz.

Se encamina al espejo para aplicarse algo más de iluminador.

Lisa sonríe y asiente, conoce a su hermana y sabe que todo lo que dijo es verdad, pero realmente no ama en su totalidad a Liam, él es muy bueno, pero no es su Harry.

—Te traje un regalo y esperé a que mamá se fuera para dártelo, está en mi habitación—. Lisa se va porque ya debe ir a la iglesia y dar aviso que Elle ya va en camino con el chófer.

Elle corre emocionada a la habitación de su hermana y abre la puerta con emoción, pero su rostro decae al ver a quien creía lejos dándole la espalda, mirando por la ventana.

—Te casarás—. Habla primero Harry y gira para ver lo hermosa que se ve Elle.

Elle traga e inspira profundamente, avanzando y sentándose en la cama, frente a Harry.

—Así es, Liam es el amor de mi vida—. Asiente.

Harry la mira y asiente.

Elle lo observa detalladamente, viendo que Harry va vestido pulcramente y puede observar que en su muñeca aún lleva aquella pulsera que ella le hizo para sus 20 años.

—¿Realmente lo amas?.

Elle asiente rápidamente y suspira—Por supuesto, que cosas dices Harry.

Y Harry sabe que Elle, ya no es suya, lo que ella y él vivieron fue uno de esos momentos que solo se vive una vez y para siempre.

—Debió ser conmigo Elle, debiste casarte conmigo—. Harry la toma por las mejillas y acaricia con miedo su rostro. Sabiendo que será la última vez que la tendrá así de cerca en su vida.

—Harry aléjate, ya no somos niños, ni mucho menos novios, lo nuestro ya pasó, estoy con Liam y me casaré con él, quieras o no—. Elle mira como los ojos de Harry demuestran que su corazón se va deshaciendo.

Y puede sentir como sus latidos van siendo cada vez más lentos y silenciosos.

—Yo, te extraño, extraño ese acento ridículo que tienes y lo bien que estábamos—. Confiesa soltando el rostro de su ex amada y busca entre sus bolsillos algo.

Elle y Harry luego de su separación dejaron de hablar a medida que pasaba el tiempo, ya simplemente no eran cartas ni redes sociales, dejaron de llamarse hasta que ya ninguno sabía de la vida actual del otro.

E increíblemente se seguían extrañando a pesar de todo.

Quizás si Elle hubiera decidido a irse con Harry a perseguir los sueños del mayor, quién sabe, serían supremamente felices.

O, si Harry hubiera llegado en el día de cumpleaños número 24 de Elle, haciéndole saber que nunca la dejará de amar y que no le habra el corazón a otro, que lo espere, y quién sabe, aún estarían juntos.

Harry saca de su bolsillo una cajita de terciopelo blanco y con la mano temblorosa se la da.

—Quizás no soy un millonario, con un futuro de miles de dólares, pero trabajo para poder tener lo mío y para compartirlo con quien amo—. Sonríe agriamente y siente como el corazón se le estruja, y es doloroso.

Elle guarda entre sus manos la diminuta caja y suspira, deseando que no sea algo definitivo. Algo que termine para siempre en un Harry sufriendo mientras ella sigue su vida.

—¿Qué es Harry?—. Pregunta con un nudo en la garganta.

Harry ignora su pregunta y se dedica a admirarla, han pasado los años y con ellos la juventud de Elle, más no le cambió nada, simplemente el tiempo acentuó su belleza innata.

—Estás en tu mejor momento, me alegra verte así aunque no lo creas Elle—. Se sienta junto a ella y la abraza.

Nuestra novia no se mueve, más siente el calor rodearla y llenarla proveniendo del cuerpo de Harry, del hombre que no será su esposo.

Elle abre la caja, con la mirada espectantes de Harry sobre el objeto y siente como la respiración de Harry y la de ella se volvió irregular.

Entre medio de la tela interior de la caja, se encuentra un collar bañado en oro muy delicado y pequeño en forma de corazón.

Harry se arrodilla frente a ella, llorando en sus rodillas e hipando sin concebir alivio alguno.

—Harry no—. Elle le acaricia el cabello y se fuerza a no llorar.

—Hablé con todo el mundo para saber de ti, con nuestros amigos, ninguno me quiso decir que te ibas a casar, por favor no—. Harry se aferraba al vestido y a las piernas de Elle.

No la quería soltar, no la quería dejar ir. Imágenes de como se conocieron y de todos los años que estuvieron juntos, golpeaban sin anestesia a ambos.

—Por favor, prométeme que nunca lo llamarás como me llamabas a mí. Sé que con el tiempo lo amarás, porque es natural, tendrás hijos y envejeceras con él, pero prométeme que yo seré tu Harry, tuyo y que nunca le hablarás como a mí.

Elle asiente y traga ese nudo que no la permite llorar, recordando como él y ella se decían apodos de amor. Tampoco quería que Harry llame como llamaba a ella a otra chica, pero sabe que estará con otra mujer en su futuro.

El claxon de la limosina avisa que ya es hora de partir y ambos se alejan mirándose, sintiéndose desnudos estando cubiertos. Estaban demostrando lo mucho que se amaban pero que ya era su fin.

Harry asiente y se encamina hacia la puerta, girando, con el rostro rojizo por llorar y eleva su mano en modo de despido a Elle. Viéndola allí vestida de novia y por unos segundos viéndola como la chiquilla pecosa de 16 años que alguna vez fue su novia por muchos años.

Elle se queda sola en la habitación, acompañada por el silencio y escucha como la puerta de la cocina suena fuertemente, ahí es donde sabe que su futuro ya está hecho y que Harry y todo su pasado, se esfumó.

Frente al espejo arregla su vestido y toma el collar, abre el pequeño corazón y ve la foto de Harry y ella siendo niños. Prometiendo nunca olvidar a su primer amor.

Se coloca el collar alrededor de su cuello y se aplica perfume, baja de prisa las escaleras y abre la puerta principal.

—Vámonos Gregorio, debo casarme.

“Don't you call him "baby"...”


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