AMOR EN CUARENTENA

DÍA 1

Se levantó a las once y se preparó un buen desayuno mientras se organizaba mentalmente su día. Miró alrededor y lo vió claro, los suelos y muebles le pedían a gritos una fregona y un trapo.

Se pasó toda la mañana limpiando y ordenando y toda la tarde escribiendo, estaba dispuesta a sacar una buena historia de aquella cuarentena pero eran las ocho de la tarde y llevaba cuatro horas delante de la pantalla del ordenador. Necesitaba un respiro, y cómo no podía salir a la calle no le quedó otra que asomarse a la ventana, nunca se había parado a valorar que lo único que tenía era otro edificio a unos 100 metros y una montaña que se veía a lo lejos a su derecha, cuando de repente oye una voz.

- ¿Primer día de clausura y ya estás deseando salir? Porque yo si.

Miró hacia todos lados hasta que se dió cuenta que había un chico en la ventana del edificio de enfrente, sería el séptimo piso como el suyo porque se hallaba a la misma altura.

- Si bueno, no estoy desesperada aún pero necesitaba un poco de aire. Llevo 4 horas delante del ordenador.

- Ya, te entiendo, a mi también me han mandado a trabajar desde casa, no es lo mismo que estar en la oficina pero puedes estar en pijama y sentarte como buenamente quieras.

Valeria sonrió, aquel chico le resultaba gracioso, y fijándose bien era bastante mono, tendría unos 25 años más o menos, como ella. Tenía el pelo castaño rizado y gafas cuadradas negras, le transmitía buena energía, no sabía si por su sonrisa o su mirada intensa pero simpática.

- No, yo no estoy trabajando, de hecho me despidieron ayer.

- No me jodas. - estaba claro que no se esperaba aquella respuesta - pues vaya putada.

- Si, un poco, pero estoy intentando llevarlo con filosofía.- contestó Valeria con una sonrisa, intentando no hacer aquella situación incómoda. Le estaba entrando frío así que decidió volver a su habitación. - Oye un placer, pero vuelvo dentro porque hay como cinco grados de diferencia entre la temperatura de mi habitación y la calle y no quiero pasarme estos días además de encerrada, enferma.

- Pues un placer y que vaya bien, ¡adiós! - se despidió el chico haciendo un gesto con la mano.