A Izan, Trez le acaba de mandar un mensaje, el texto ni lo leyó, lo que sí vio, y volvió a ver una y otra vez era la foto que también le enviaba.

Misha, vestido de negro y llevando una bandeja.

Misha, al que no veía desde hacía semanas.

Misha, que se acostaba con otros dejándole claro que no le importaba con quién.

Por fin, leyó el texto.

"El mundo es un pañuelo, mira quién está trabajando en el cóctel de cierre del Congreso"

Izan estaba pintando, por suerte su apartamento dentro de la residencia estaba bien ventilado y con espacio suficiente para dejarle trabajar.

Estaba lleno de manchas, desaliñado e inmerso en un boceto que realmente le estaba saliendo fatal.

Miró de nuevo la foto, ¿qué congreso? Trataba de recordar, se había centrado en esculpir, pero el taller estaba cerrado ese día, y tenía que consolarse pintando.

No se le daba mal, pero lo que él realmente amaba esa esculpir, el problema últimamente es que se había obsesionado con un rostro, unos rasgos que siempre salían camuflados en todo aquello que sus manos creaban.

Lo recordó, Trez le había contado que tenía que asistir a un congreso, con sus dos ex. Ese chico se estaba convirtiendo en todo un rompecorazones, ¡quién le viera ahora y hace un año y medio!

Mejor romper que que te rompas, pensó mirando un bonito chico solamente bocetado en un fondo blanco.

No quería verle, mentira, sí quería verle, pero no para que le cambiara por otro, o para que le mirara molesto. No para sentirse mal por no poder llegar hasta él, el Misha de su cuadro le devolvía una mueca de placer, hacía mucho tiempo que no la veía.

Se limpió las manos llenas de pintura sin poder quitar todas las manchas.

"¿Puedo entrar a ese congreso?" le escribió a su amigo, era tan mala idea.

Ya tenía el abrigo puesto cuando Trez le contestó afirmativamente, seguía siendo muy mala idea. Realmente mala.






Killian no le quitaba ojo a Trez, parecía tener un radar activado con el que había sido su pareja hasta hacía poco.

Por eso, no le escapa las miradas que Sten y Trez se lanzaban. No debería mirarles más, no era bueno para su cordura, pero era incapaz de no hacerlo e irse rompiendo poco a poco.

Había tenido tantas esperanzas con el joven, le había gustado nada más le vio en la excavación, era completamente su tipo. Y mientras más le había ido conociendo, más le había gustado.

Quizás por todo eso no tuvo en cuenta que él no sentía lo mismo, quizás no quiso verlo. Porque era evidente que como miraba a Sten a él realmente nunca le había mirado.

Y la bilis le subía por la garganta, la estaba domando a base de whisky, no lo iba a solucionar, pero al menos se sentía lo suficiente sedado como sentir mucho menos.

Debía irse de allí, no es que la mitad de sus colegas fueran a acabar mucho mejor que él, pero quería evitarse una situación tan lamentable con la de la tarde anterior.

Era patético ir a reclamarle a tu ex pareja que no te quisiera como tú le querías, y era lo que más deseaba hacer en ese momento.

Salió del museo, al punto de chocar con un joven pelirrojo que le resultaba familiar, le sostuvo y Killian se sintió como la mierda.

—Suéltame—se quejó. Y se dirigió al único lugar que se le ocurrió en ese momento.

No estaba lejos, en le barrio de Temple bar había suficientes pubs para destrozarse el hígado, pero él entró a uno en concreto.

Sus chicos estaban allí, como cada noche después de cerrar la excavación.

Casi todos eran trabajadores ya que sus compañeros habían asistido o se habían incorporado a última hora al Congreso.

Por un momento, entre las palmadas en sus hombros y los tragos a los que sus chicos le invitaban se sintió bien, realmente borracho pero bien.

Cuando se cayó de la silla se dio cuenta que estaba más borracho que bien, y aceptó cuando Murphy le ofreció acompañarle a su casa.

No estaba lejos, en aquella puñetera ciudad nada parecía estar lo suficientemente lejos. Se rió para sí mismo sin llegar a meter la llave correctamente.

—Déjame a mí, jefe.—Killian odiaba cuando él era el único borracho.

Subieron a su casa, y si no fuera por la fuerza de los brazos de Murphy estaba claro que aquello hubiera durado horas.

Su casa estaba a oscuras, y si no fuera porque la conocía como la palma de su mano, todo sería más difícil. Pero atinó a encender la luz, al poco Skadi, su gata, hizo acto de presencia, y se quedó mirando al desconocido.

Murphy se acercó a ella, y curiosamente, la gata que era recelosa con todos, se refregó contra sus piernas. Ni con Trez había hecho eso.

Esa gata era más lista y no se había encariñado con ese chico, y él como un estúpido loco por él.

—¿Puedo acariciarla?—le preguntó, lo cierto es que poco o nada sabía de Murphy, era grande y bondadoso, siempre listo para echar una mano. Y en ese momento, mirándole como si su gata fuera la octava maravilla, le pareció más joven de lo que él había pensado que fuera.

—Si ella se deja.

La gata se dejó, y Killian sabiendo que ya estaba en casa se dijo que tampoco estaría de más tomarse otra.

En cuclillas jugando con su gata se fijó realmente en él, no era su tipo, nada más alejado. El cuerpo pequeño y manejable de Trez, su rostro delicado, sus suaves manos, sus ojos llenos de placer; ese sí era su tipo.

—Ven aquí.—Murphy sonreía dándole caricias a la tripa de Skadi, pero le cambió la cara cuando Killian le llamó. Y no se lo pensó dos veces, y se acercó a él.

Estaba claro que le entendía, y Killian lo sabía, así que cuando abrió las piernas y Murphy se puso de rodillas entre ellas ninguno se sorprendió cuando este llevó sus manos a la cremallera del pantalón de Killian.




o0o0o0o0o0o0o



¿Os he contado que estoy un poquito obsesionada con la historia de Killian? La tengo toda en mi cabeza queriendo salir ya, no quiere esperar su turno. 


Reconozco que en estos días me está costando centrarme en estas historias de "vida normal", no me marco por aquí una tipo cuarentena porque sé que me va a costar igualmente y ya no doy más de mí.

Espero que os siga gustando esta historia.


¿Qué tal va la cuarentena? Yo sinceramente he perdido la cuenta de los días que llevamos encerrados, y lo que nos queda. 

En fin, esto pasará como todo pasa.


Un besito.

Sara

TrezWhere stories live. Discover now