CAPITULO 12 SAMANTHA

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–Me parece bien por su salud mental. Entonces, ¿Qué la trae por aquí?

–Supe que ustedes tienen casilleros donde sus empleados guardan alguna que otra cosa. Y quiero saber si puedo sacar sus cosas. Ya sabes, no solo les ha robado a ustedes, sino algunas pertenencias de mi padre –mentí, pero necesito encontrar más información. La verdad que la actuación pega conmigo, lo estoy haciendo muy bien.

El señor Lewis, se nota que es un señor impetuoso, pero conmigo hasta el momento solo ha sido servicial.

–Todas sus cosas se las ha llevado la fiscal para analizar.

–Entiendo –plan A arruinado.

– ¿La puedo ayudar en algo más?

–Quisiera ver el casillero.

–Le dije que no hay nada ahí –su mirada penetrante me hizo temblar. No me queda otra que usar mi plan B.

–Gracias –le digo mientras me levanto y le tiendo mi mano para saludarlo.

–Un placer. Si necesita ayuda o tiene más información no dudes en venir. Mi nombre es Horacio.

Y me voy sin decir palabra.

Al mirarlo por última vez me sorprende saber quién es ese señor. El padre de Jota. En su oficina un cuadro grande ocupa la pared con un retrato familiar. Y en él se encuentra un Jota mucho más rejuvenecido y feliz.

Cierro la puerta avergonzada de no darme cuenta antes de la conexión con el apellido, y el no haber notado ese gran cuadro.

El Jota que se encuentra en la foto nublo mi mente. Se ve tan diferente y hermoso.

–Ya basta –me susurro.

Es hora de empezar con el plan B.

...

Hace media hora estoy esperando que todos terminen de cambiarse y de guardar sus cosas en el casillero para poder entrar a escondidas.

Solo tengo que asegurarme si no se olvidaron de sacar el más mínimo detalle que me pueda servir para ubicarlo.

Me pongo mis guantes descartables y me dirijo sigilosamente hacia su casillero. Encontrarlo es fácil ya que tiene un cartel rojo que indica prohibido tocar.

Al abrir la puerta de este noto que no hay nada dentro. Todo el riesgo fue innecesario, me tenía que asegurarme que no haya nada y me estuviesen mintiendo.

Enojada golpeo el suelo del lugar donde el asesino guardaba sus cosas. Este se levanta un poco y llama mi atención. Saco de mi mochila un destornillador para hacer fuerza y levantar la tapa.

Para mi alegría noto que hay un papel amarillo arrugado. Lo agarro sin pensar, lo escondo, pongo de nuevo la tapa como corresponde y salgo de allí tratando que nadie me encuentre.

Lo que es un fracaso ya que alguien me agarra del hombro.

– ¿Por qué tardo tanto en bajar? –pregunta la recepcionista.

–Buscaba el baño y me he perdido.

–No le creo. Tendré que buscar algún guardia para asegurarme que usted no se ha llevado nada. Luego de ver su antecedente podría estar llevándose cualquier cosa.

Mi furia aumentaba cada vez más, y al ver como la muchacha marca por teléfono agarro este y se lo estrello contra la pared, luego corro rápido hacia mi auto.

No voy a permitir que una cualquier me trate así.

Recorro dos kilómetros y me escondo detrás de un callejón. Una vez que me aseguro de que no me estén persiguiendo me relajo y saco mi hoja de planes.

SUMERGIDOSWhere stories live. Discover now