Hermione gimió mientras se dejaba llevar, nada era delicado, ni la forma en que él clavaba sus labios en los de ella, ni su lengua invasiva o cómo sentía prácticamente los dientes de él morderla y lastimarla, saboreó la sangre de ambos mientras sus manos se clavaban vorazmente en el otro.

Estaba enojada, quería hacerle daño, él era grosero, lo que había dicho era lascivo y falso. Ella no era el tipo de chica que llamara la atención, Hermione Granger era el tipo de joven que pasaba desapercibida en un salón cuando no tenía la respuesta, que usaba siempre la túnica bien puesta y las calcetas hasta arriba, que nunca subió su falda como las demás ni parecía aficionada a los cosméticos de Corazón de Bruja... Era el tipo de mujer que pasaba más de una hora al espejo para conseguir resultados medianamente aceptables y a los cinco minutos en un caldero, parecía más despeinada que cuando despertaba, era el tipo de chica que se delineaba los ojos "de manera natural" y nunca parecería maquillada, que se veía igual a las ocho de la mañana que a las doce de la noche, siempre con ojeras, siempre el mismo pelo crespo, siempre cansada, siempre sabihonda y difícil de querer, solitaria, callada fuera de clases.... Era el tipo de chica con la que podías convivir cinco años y no notar que era bonita a simple vista, podrías decir que era de "belleza normal", discreta, suave, de curvas que a veces se sentía gorda, otras demasiado para el promedio y muy pocos tantos, la cosa más sensual del planeta...

Y él, era "ÉL".

El tipo de chico que siempre tenía compañía pero nunca novia, guapo, alto, atlético, nunca quieto, demasiado frío para gustar, demasiado atractivo para desagradar. Demasiado rubio, mimado y déspota.

Entonces, él se separó un poco, para tomar aire y ella reaccionó, abofeteándolo.

—¿Qué te pasa, Malfoy? —gritó mientras lo empujaba con todas sus fuerzas—. Eres un cabrón —Sacó su varita y le apuntó al pecho—. Como me vuelvas a hablar, tocar, o pensar, te haré tanto daño que tu club de mortífagos será de niños.

Dio media vuelta y se marchó con toda la dignidad que pudo, luchando con sus piernas que le suplicaban regresar y enredarse en las de Malfoy.

—Como imaginaba, una Sangre Sucia como tú no sería capaz de nada, Doña Perfecta... una niña —escupió a lo lejos.

Era el impulso que necesitaba para dar media vuelta y tomarlo del cuello de la camisa, parándose de puntitas, lo besó, aún más feroz que el anterior, Draco le enterró las manos en las caderas y la empujó a un armario. Entraron mientras ella le acariciaba sobre el pantalón y bajaba el cierre.

Draco ahogó un gemido cuando ella sacó su miembro y empezó a acariciarlo con ritmo, cada vez más rápido hasta que echó la cabeza hacia atrás y sintió que terminaría.

—¿Crees que una "Sangre Sucia" no es capaz de nada? —siseó ella—. Pues al príncipe de Slytherin lo acabo de dejar en el mejor punto... Así es, una Doña Perfecta niña.

Hermione lo soltó con asco y salió del armario, dejándolo ahí, con la más grande erección de su vida.

Draco se dio la vuelta en su cama, despertó bañado en sudor y jadeante. Ocultó su rostro entre sus manos, ahogando un grito de frustración. La Sangre Sucia se metía hasta en sus sueños y lo dejaba más puesto que nada... Precisamente ahí estaba su enojo. El poder que ella tenía en su cama sin siquiera imaginarlo. Ella, que lo ignoraba la mayor parte de los días, la que nunca cedía a sus ataques, jamás le dedicaba una mirada, menos la palabra y ahí estaba ella, provocándolo sin saberlo. Tentándolo sin proponérselo. Creando deseo donde ella apenas le daba un suspiro.

Arréglame o Destrúyeme/Nuestro SecretoOn viuen les histories. Descobreix ara