SEGURIDAD EN MI HOGAR

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Me gustaría mucho poder llegar a mi casa y lanzarme al sofá tan fuerte que los resortes con lo que lo construyeron me queden marcados en la cara, pararme sobándome la cabeza y correr hasta el lavamanos de chorro seco y canilla plateada, pudiendo escoger así con que temperatura se mermaría el puto dolor ocasionado por la feroz zambullida. Me gustaría llegar a mi casa y que de un silbido salga a recibirme mi gigantesco perro de raza san Bernardo y que me lleve en su lomo hasta lanzarme al tapete de la sala, tan acolchonado que me podría quedar durmiendo allí y no me dolería mas la cintura; Esa misma que es víctima del esfuerzo diario. Me gustaría estar cansado de la piscina por haberme metido tantas veces que ya mi piel olía a cloro, que ya no me quisiera meter nunca más pero en mi mente ahogarme todos los días. Que mis niños: Hombre y Mujer me dijeran... Papa ¿Cómo te fue en el trabajo? Papa te queremos, Papa... Me gustaría comprar vino y vaciarlo lentamente en el ombligo de mi esposa, así se quedara detenido en las imperfecciones que el tiempo talla. Arreglar el jardín y montarme irresponsable-mente en la podadora creyendo que estoy en una competencia de fórmula uno; luego correr hasta el balcón perseguido por las sombras de mi felicidad y mirar lo que es mío, respirando una y otra vez hasta bajar la agitación del triunfo.

Lo único malo es que soy un vagabundo que vive debajo de un puente, la pandemia paso por aquí y también me cobro y como no tenía nada, se llevo mi fe. No quiero contagiar a nadie, no lo deseo, pero el deseo es como cuando llego a ese casa...Inexistente.

ESCRITOS EN MEDIO DE LA PANDEMIA (covid-19)Where stories live. Discover now