Capítulo 2

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- ¿Hoy tocáis también? - dijo Damián nada más llegar la mañana siguiente a clase. Es que ni siquiera me había dejado sentarme y ya me estaba hablando.

- Creo que te está hablando - dijo Coral. Ella como siempre tan maja. No la aguanto.

- Lo sé - respondí.- Sí, hoy tocamos también - mierda. Maldita Coral que me hizo responder rápido. Si hubiera pensado un par de segundos más, le habría dicho que no y así se habría saltado el ensayo. Ahora le iba a tener ahí otra vez, joder.

- ¿Aunque sea viernes?

- Aunque sea viernes - mierda de nuevo. Deja de responder tan rápido, Felipe. Podrías haberle dicho que, al ser viernes, no ensayábais.

- ¿Qué tenemos ahora a primera? - preguntó mientras se sentaba en el pupitre y colocaba su mochila de nuevo a su lado, en el pasillo. Le van a echar la peta. Sobre todo en esta clase. Al profesor Vila no le gustan nada las mochilas en el pasillo.

- Eco - respondí, secamente, y me dejé caer en mi asiento.

- ¿Y qué tal es el profesor? En mi otro cole, era bastante majo y...

- Ah, este es majísimo. Le encanta que participemos en clase - mentí. Sería mi venganza por haberme dejado ayer mal delante de tantos profesores.

- Genial. Gracias.

Al rato entró el profesor Vila en clase y, después de pasarnos lista, comenzó a explicarnos lo que íbamos a ver en clase. Os lo explicaría, pero es que suelo enterarme de poco así que mejor os lo ahorro. A Vila le encanta pasear entre las mesas mientras explica la lección y ese día no fue diferente. Mientras caminaba junto a nuestra mesa, se detuvo en seco al lado de Damián y se quedó en silencio, mirándole, pero como Damián estaba apuntando cosas en su cuaderno, tardó casi un minuto en darse cuenta.

- Hola - dijo Damián, sonriente.

- No sé cómo sería en su anterior colegio, pero aquí somos ordenados.

- ¿Cómo? - preguntó Damián, confuso. Vila miró hacia el suelo, hacia la mochila de Damián, que la apartó a toda velocidad, avergonzado. Vila siguió con su clase. Hala, venganza conseguida. Pero no iba a ser la única victoria de esa mañana.

Al rato, estaba el profesor explicando cuando Damián levantó la mano de repente. Todos nos quedamos flipando, claro. Si algo había que saber del profesor Vila es que no había que hacer ni un solo ruido, ni un solo gesto durante sus clases.

- ¿Sí?

- ¿Puede volver a repetir eso último? No me ha quedado claro que... - empezó a decir Damián.

- En mi clase no se interrumpe y no se habla. Si no le ha quedado claro lo que acabo de explicar, quizá deba volver repetir curso, porque es algo básico para seguir en mi clase - sentenció Vila y Damián, de nuevo avergonzado, bajó la mano y no volvió a hacer un ruido en toda la mañana. Paz y tranquilidad. Aunque os seré sincero... pensé que me iba a alegrar más que le llamaran la atención.

Al terminar las clases del día, fui al salón de actos. Sí, salíamos a las 14.15, pero siempre comía allí. Los viernes siempre ensayaba yo solo. Adrián quedaba con su novia, que era de otro instituto, y Mo... bueno, era un completo misterio lo que hacía Mo las tardes de los viernes. Yo, por otro lado, no tenía mucho que hacer la verdad, salvo ver a mi padre que acababa de volver de viaje. Pero mira, se pasaba tanto tiempo fuera que ya me había acostumbrado a su ausencia. Me compré por el camino un bocadillo de bacon y queso y, en cuanto iba a empezar a comerlo, Damián apareció en la puerta del salón de actos. Al ver que estaba yo solo, se quedó un poco descolocado. Aún así, se acercó al escenario.

El mundo entre nosotros (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora