- No, si al final me expulsan por tu culpa. Déjame un rato, no seas pesado, tío - y Damián no volvió a hablar en toda la mañana.

Voy a aprovechar para presentarme. Me llamo Felipe, como ya os habéis enterado. Tengo 16 años y sí, tengo un grupo de música que se llama 'Forelsket', en el que toco el bajo y canto. Comparto el grupo con Mo, que toca la batería, y está descubriendo su identidad, y Adrián, que tiene muy mala hostia, pero compone nuestras canciones (dos, tampoco os creáis que tenemos cientos) y toca el teclado. Hemos empezado hace muy poco, subiendo vídeos a Youtube y la verdad es que es muy jodido que la gente te siga, que te vea, que comparta tu música. Pero ¡eh! llevamos ya 50 seguidores en Youtube y nuestro vídeo con más reproducciones tiene 320. Vale, sí, decidlo: eso es una puta mierda.

Todas las tardes, después de terminar las clases, quedamos en el salón de actos para ensayar. Al director no le gusta nada que usemos las instalaciones del colegio para nuestras movidas, pero nuestra tutora, Ortiz, siempre ha intercedido por nosotros, aunque nunca ha venido a vernos tocar. Supongo que quiere verme entretenido. No es que sea un rebelde que quema pupitres y cosas por el estilo, pero tampoco soy un alumno modelo, para entendernos. Y es verdad, tocar por las tardes es lo que más me gusta.

- Uf, no sabes las ganas que tenía de que terminaran las clases para ponernos a ensayar, te lo juro – dijo Mo con una sonrisa de oreja a oreja mientras entrábamos en el salón de actos. Como siempre, olía a fieltro y a cerrado. Igualito que mi trastero.

- A mí me lo vas a decir... - resoplé.

- ¿Qué pasa?

- Pues que ha venido un nuevo a mi clase, y le han puesto a mi lado.

- ¿Huele mal o algo? - se burló Mo.

- No, no. Al menos, aún no. No. Solo que es un plasta. Es muy pesado.

- Pero si lo acabas de conocer...

- ¡Imagínate entonces! - exageré.- Hoy no puedo quedarme mucho, que vuelve mi padre de viaje – aclaré mientras subía al escenario. Coloqué la funda de mi bajo sobre una silla y la abrí.

- ¡Anda! Ya era hora. ¿Cuánto tiempo ha estado fuera esta vez? – preguntó Mo mientras empezaba a hacer su rutina de estiramientos antes de comenzar a tocar.

- Pues creo que un mes... no, miento. ¿Hoy qué día es?

- 15 de marzo - me aclaró.

- ¿15 ya? Joder, pues ha estado... ha estado dos meses fuera – empecé a contar mentalmente y sí, era la vez que mi padre había estado más tiempo fuera de casa desde que tengo uso de memoria.

- Espero que te traiga buenos regalos.

- Yo también –admití a la vez que empezaba a rasgar con cuidado las cuerdas de Kilian. Ah, Kilian es mi guitarra. Sé que os parecerá una gilipollez que le haya puesto un nombre, pero es que ya es una parte de mí, es casi como mi brazo, ¿sabes?

- ¡Perdón! – oímos al fondo del salón de actos. Adrián siempre llegaba tarde. No era ninguna novedad. Corrió entre las filas de butacas hasta llegar al escenario.

- ¿Qué te ha pasado esta vez, Adri? – preguntó Mo.- ¿Problemas con el bus? – ironizó. Obviamente no había tenido problemas con el bus. Los tres íbamos al mismo instituto.

- Que tenía hambre y me pasé por la cafetería. Culpable – sonrió y sacó una bolsa de plástico en la que se veían tres donuts de chocolate.

- ¡Gracias! – chilló Mo y se abalanzó sobre la bolsa, pero Adri la apartó con rapidez.

- Eh, eh, eh. ¿Quién ha dicho que vayan a ser para ti?

- ¡No serás capaz! - protestó.

- Pues no, la verdad – rió y le dio uno de los donuts.- Tú no quieres, ¿no, Pin?

El mundo entre nosotros (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora