Capítulo 1

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- Os presento a Damián Costa. A partir de ahora, y hasta final de curso, va a estar en nuestra clase - dijo la profesora Ortiz.

A su lado había un chico de 16 años, con el pelo rubio cayéndole por la frente, con una cara huesuda y nariz respingona, y ojos azules apagados. Era raro que, a pocos meses de terminar el curso, viniera un alumno nuevo a nuestra clase. Así estábamos todos, murmurando intranquilos. Y cuanto más hablábamos, más nerviosa se ponía la profesora.

- Quién es este tío - dijo Yolanda, detrás de mí.

- Me encanta su colgante - dijo Andrés.

- Sabes que se va a sentar contigo, ¿verdad? - me dijo Coral desde el otro lado del pasillo entre nuestras mesas.

- Ni de coña - respondí. Yo no era el único que no tenía compañero de pupitre. Joder, Juan estaba sentado solo. Y Javier también. Por favor, que no le toque sentarse a mi lado, que yo estoy muy bien solo. Porfa, porfa, porfa.

- A ver, silencio. Damián. Vas a sentarte con Márquez.

- ¿Ves? - me volvió a decir Coral, con una sonrisa de oreja a oreja. Sí. Márquez soy yo. La profesora le señaló mi pupitre. Damián, con su mochila azul colgada de los dos brazos (¿quién lleva así la mochila?) atravesó la clase y se detuvo junto a mi mesa.

- Hola. Creo que este es mi sitio.

- Tú mismo - respondí, borde. No porque el chico me cayera mal, que no me ha hecho nada, sino porque me había jodido el estar solo lo que quedaba de curso. Se sentó a mi lado y dejó la mochila en el suelo junto a él.

- ¿Un Kinder bueno? - me dijo y tenía un puto Kinder bueno en la mano. ¿Este no sabe nada de una clase?

- ¡Márquez, no se come en clase! - me gritó la profesora.

- ¡Si no es mío! - protesté pero la profesora me ignoró. Miré con cara de odio a Damián, que se encogió de hombros y guardó el Kinder bueno en su mochila de nuevo.

- Oye, mi libro es diferente. ¿Te importa que compartamos el tuyo? - me preguntó y, sin darme tiempo a responder, lo cogió y lo colocó en el centro del pupitre.

- ¡Eh! ¿Qué haces?

- ¡Márquez! Estás pesadito esta mañana, ¿eh? - me volvió a llamar la atención la profesora. ¡Joder!

- ¿Tienes boli rojo?

- No - contesté secamente.

- ¿Cómo te llamas tú, por cierto? - me preguntó en un susurro.

- Oye, vamos a ver, ¿quieres que me caiga bronca de nuevo o qué? - le recriminé.

- No. Quiero saber cómo te llamas, que vamos a estar juntos hasta el final de curso y...

- Felipe, me llamo Felipe - le interrumpí.- ¿Me dejas atender ya?

- Sí, sí - y se quedó en silencio... solo cinco segundos, porque al rato volvió a hablar.- Yo... creo que te conozco.

- Qué me vas a conocer, si acabas de llegar aquí. Y ahora, cállate - le recomendé mientras la profesora se ponía de pie para acercarse a la pizarra.

- Sí, sí. Te conozco. Tú... tú eres cantante. ¿A qué sí?

Eh, espera. ¿Cómo coño sabía eso? ¿Cómo sabía lo de 'Forelsket'? No puede ser. ¡Si solo tenemos 50 seguidores!

- ¿Cómo sabes tú eso?

- ¡Márquez! ¡Última vez que le llamo la atención! - gruñó la profesora de nuevo.

El mundo entre nosotros (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora