En la planta de abajo se escuchaba el ajetreo que conllevaba la preparación de un gran evento como el de esta noche, pasos apresurados que iban de un lado a otro de la casa, a mi padre con su voz ronca y profunda indicar a cada uno de los empleados donde debían colocar cada cosa, la cristalería tintinear... hacía mucho tiempo que no se celebraba un fiesta en casa, con mi madre se había marchado también una parte de mi padre y siempre parecía estar triste y cansado, sin un aliciente por el que continuar viviendo, tan solo el trabajo le mantenía ocupado y solo desde que me había comprometido con Thomas parecía haber recuperado un poco de la felicidad perdida.

En pocos minutos Doris apareció por la puerta con su habitual vestido gris y su regordeta cara sonrojada. Parecía muy estresada.

—¿Qué desea señorita? —preguntó amablemente.

—¿Puede ayudarme con el vestido? —le pedí suplicándole con la mirada.

—Claro, pero no puedo demorarme mucho aún quedan muchas cosas por hacer y el tiempo pasa demasiado rápido —respondió regruñendo.

Seguidamente comenzamos con ardua tarea que suponía vestirme, capas y capas de ropa que finalmente terminaban en un ajustado corsé que apenas te dejaba respirar, por no hablar de la crinolina que te impedía caminar con normalidad. Algunas veces me preguntaba si las mujeres llegaríamos a usar pantalones al igual que los hombres, para ellos siempre todo era más fácil en cambio nosotras debíamos lidiar con todo lo importante, preocuparnos de ir siempre bien vestidas, cuidar de los hijos, hacerles felices sin importar si tú lo eras... marionetas a las cuales manipular a su antojo y yo apunto de comprometerme aceptando convertirme en una.

Finalmente también convencí a Doris para que me ayudase a peinarme, tenía el pelo demasiado largo y me costaba horrores cuando tenía que recogérmelo. Mi pelo era rizado y espeso y su largura se extendía más allá de mi espalda, Doris llevaba tanto tiempo lidiando con él que sabía perfectamente cómo hacerlo, normalmente siempre lo llevaba suelto y solía recogerme los mechones de los lados con un pasador. Con sus manos habilidosas recogió mi pelo en un elegante moño y dejó algunos mechones de pelo sueltos enmarcando mi rostro, remató la jugada colocando un bonito tocado de flores.

Cuando terminó me puse en pie para mirarme en el espejo, contemplé la imagen que este me devolvía y quedé sorprendida al ver lo bien que me sentaba ese vestido y lo bonito que había quedado el recogido.

—Está preciosa señorita, toda un dama —me dijo Doris observándome de arriba abajo—. He de irme aun me quedan cosas que hacer en la cocina.

—Gracias por su ayuda —le dije cogiendo sus manos entre las mías.

—No tiene que darlas es mi trabajo, ya sabe que siempre podrá contar conmigo —después de esas palabras se marchó dejándome sola de nuevo.

Miré el reloj colocado sobre la mesilla, aún quedaba una hora para que diese comienzo la fiesta, agarré la pequeña caja de madera que había sobre el tocador y la abrí, dentro se encontraba un conjunto de pendientes y gargantilla con zafiros del mismo color que mi vestido y que habían pertenecido a mi madre, mi padre me los había regalado por mi compromiso. Cómo el mismo dijo al entregármelos "Así tu madre también estará de alguna forma presente", me los coloqué y me miré de nuevo al espejo para observar como quedaba todo en conjunto. He de confesar que aquel vestido combinado con las joyas me hacía parecer más adulta, dejando un poco de lado mi aspecto aniñado y dejando paso a mi parte más femenina.

Salí de mi habitación, baje las escaleras y me dirigí al lugar donde se celebraba la fiesta, observé sorprendida lo bien que había quedado todo, cada rincón de la estancia estaba decorado con cientos de flores y velas encendidas que se reflejaban en los cristales de la enorme lámpara de araña que colgaba del techo creando hermosos destellos en las paredes, todo estaba en su lugar correcto y a tiempo. Los sirvientes estaban terminando de colocar las últimas sillas a cada lado de la sala para que quien prefiriese permanecer sentado lo hiciese. El músico, uno de los mejores de Londres contratado para que tocase el piano durante la velada se encontraba ya organizando sus partituras y acomodándose en su lugar de trabajo. Me sentía feliz al ver que aquella sala que mi madre había creado expresamente para sus fiestas volvía a llenarse de luz y vida después de tanto tiempo sin usarse, de alguna forma me sentía más cerca de ella.

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Where stories live. Discover now