- ¿Cuál es la hora que corresponde a la actividad?

Miré los hermosos ojos de Aleph que no dejaban de mirarme en espera de la respuesta de su padre.

- Dos y treinta de la tarde - respondí.

- Allá estaré - susurré.

- Te esperaremos - digo sin más.

- Buenas noches - dijo.

- Buenas noches.

Esperaba que colgara, pero no lo hizo. Escuchaba su tranquila respiración a través de la línea telefónica. Miré el techo y luego a mi hijo, hasta que noté que el padre de mi hijo había colgado.

-¿Qué dijo? - preguntó Aleph - ¿Podrá venir?

- Sí, tu padre vendrá y nos acompañará en la actividad - le contesté y no hice más que sonreír cuando veo a mi hijo saltar de felicidad.

Johanna la chica que me ha ayudado con la crianza de Aleph en todos estos años, salió de la cocina - La cena les espera - notificó.

- Gracias Johanna, ya vamos para la cocina - agradecí.

- ¿Cómo te fue en el día Aurora? - preguntó la chica de cabello rojizo.

- Me fue bastante bien, pero ando toda muerta - suspiré con cansancio - Hubo varios casos realmente dolorosos en el hospital el día de hoy - le conté.

- El uniforme de Aleph está completamente listo para mañana, así como cada uno de sus utensilios escolares. ¿Necesitas ayuda con algo más o ya me puedo retirar? - preguntó.

- No Johana, no necesito nada más. Ve a casa a descansar, gracias por todo - le sonreí.

Aleph y yo nos despedimos de Johanna y nos vamos hacia la cocina, nos sentamos en el comedor y alucinamos con la cena.

Realmente le agradezco a Dios por poner a alguien como Johanna en nuestro camino, pues si no fuera por ella no sabría cómo hacerme con el trabajo y Aleph.

Johanna cuida a mi hijo de lunes a viernes y los fines de semana yo cuido de él. Se encarga de lavar nuestra ropa y hacer el desayuno, comida y cena, se queda con Aleph hasta que termine mi jornada de trabajo la cual es hasta las nueve en punto o nueve y media, todo depende de que tan cargado esté el día.

En estos cuatro años he intentado establecer los horarios y los momentos de trabajo, así como los momentos de pasar tiempo con mi hijo. Quiero estar en cada una de sus etapas, no me quiero perder absolutamente nada que tenga que ver con él.

Lo veo disfrutar de su cena y eso me pone más que feliz y me pone aún más contenta el saber que tiene un apetito único.

Escucho el timbre de la casa y frunzo el ceño debido que no estoy en espera de nadie.

- Come tranquilo mi niño - le digo a Aleph y este asiente.

Camino hacia la puerta y observo por la mirilla y el corazón se me llena de felicidad cuando consigo ver a Sara y a Lily.

Abro la puerta rápido y sonrío al confirmar que mi vista no me hizo una mala jugada.

Las tres nos damos un fuerte abrazo y nos miramos como si tuviéramos siglos sin vernos.

- Pasen - abro un poco más la puerta para que puedan pasar.

- ¿Dónde anda el muñeco de nieve? - pregunta Sara con una enorme sonrisa.

- Sí, es cierto. ¿Dónde anda? le trajimos muchos dulces - abro los ojos.

- Aleph está cenando y de verdad no sé quién les dijo a ustedes que él, va a comer dulces, par de apoyadoras - les digo.

La Sombra del Magnate © #2Where stories live. Discover now