—Louis, te dije cosas muy... —quería seguir quejándose.

—Pero no las dijiste de verdad —volvió a suspirar—. Harry, yo no era tonto. Sabía lo que tú sentías. Sabía que nada de aquello lo decías de verdad. Y no tardaste en suplicarme perdón, así que...

—Era lo que tocaba hacer. Fui un idiota —seguía insistiendo.

Louis se lo quedó mirando por unos segundos sin decir nada, hasta que decidió sentarse encima de su cintura para poder acercar sus rostros, colocando sus manos encima de las mejillas de su novio para mirarlo fijamente a los ojos.

—Hiciste que me apegara con más fuerza a la idea de estar contigo. Quise salvarte. Sabía que estabas luchando contra tus sentimientos. El querer ayudarte solo hizo que me enamorara aún más de ti. Después de eso...todo ha sido tan fácil. Sé que aquello fue un empujón para los dos. Así que...no pienses más en ello como si fuera un error. Tuvo que pasar. Estoy seguro de que las cosas son como son gracias a aquel momento.

Acto seguido se sumieron en un profundo beso que acabó en caricias y palabras bonitas.

Harry tuvo que empezar a vestirse, aún sin estar seguro de que aquello era lo correcto. No quería equivocarse ni tampoco desaprovechar aquella oportunidad, pero no podía parar de pensar en que Louis nunca le había echado en cara lo ocurrido, aunque él tampoco estuviera seguro de querer volver a repetirlo. Seguía creyendo en que aquel era el peor momento en su relación y que no podía haber otra cosa que cambiar, que no podía ser nada más.

Se paró a pensar. ¿Y si en realidad no tenía que ser lo peor? ¿Y si aquel cambio se trataba de un detalle más pequeño?

Suspiró y negó con la cabeza. Finalmente decidió que debía irse de allí.

Una vez fuera no había vuelta atrás. El camino hasta su casa se le hizo eterno, entre el frío que hacía y sus pensamientos que no hacían más que provocarle un fuerte dolor de cabeza. No podía parar de darle vueltas a la situación, aún replanteándose si aquello era lo correcto. Pero ya no podía hacer nada más que seguir su camino y esperar a que pasara lo peor.

El finde se le pasó volando, finalmente llegando el lunes. Sabía que aquella semana iba a ser dura, incluso más que la anterior. Realmente necesitó de toda su fuerza de voluntad para poder levantarse de la cama y hacer su rutina habitual, ya que pensar en lo que le esperaba no levantaba para nada sus ánimos. Y es que no tuvo más opción que ignorarlo, de ni siquiera poder dirigirle una sola mirada en todo lo que duró la semana. Se aseguró de estar siempre en compañía para que Louis no se atreviera a acercarse, y las pocas veces que se quedaba solo, se excusaba con que llegaba tarde a alguna clase, aunque no fuera verdad. Los papeles habían cambiado y sabía que esta vez era Louis quien estaba saliendo más afectado. Aunque a él también le estaba doliendo como nunca.

Lunes, martes, miércoles, jueves...se le habían hecho más eternos que nunca, y agradecía al cielo que aquel viernes no hubiera clase y que por lo tanto los días en el instituto se le hicieran menos lentos de lo normal. Porque todo ocurriría aquel jueves, cuando habría otra fiesta en la que todo el mundo estaba invitado. Y por supuesto, él no debía faltar. Aunque realmente no le apetecía demasiado ir, aún menos al pensar todo lo que se le vendría encima.

Esta vez no bebió demasiado. Sabía que su estado de ebriedad no sería importante aquella noche. Solo necesitaba reunir toda su valentía para ser capaz de controlar la situación sin derrumbarse. Porque estaba seguro de que no debía cambiar las cosas. No sabía por qué, pero algo le decía que definitivamente aquel no era el momento, aunque lo hubiera pensado durante tanto tiempo.

Durante un par de horas fue lo habitual. La fiesta en un garaje que medía más que su salón, las personas entrando y saliendo al patio, la música a tope, las botellas de alcohol acabándose y ningún padre en casa para controlar la situación. La casa de Jace, el capitán del equipo de básquet del instituto, donde se solía hacer la mayoría de las fiestas a causa de sus padres usualmente ausentes. Era casi costumbre que hubiera una de sus fiestas por lo menos una vez al mes. Harry solía tener una buena relación con él, sobre todo gracias a la buena relación que también tenía con sus otros amigos. Aunque sabía que aquello no duraría demasiado.

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