Prólogo: Desaparecieron

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Las casas grandes son más cómodas

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Las casas grandes son más cómodas. Cada miembro de una familia tiene su propia habitación, una cocina amplia, el bar donde los mayores y los no tan mayores beben una copa de vino con amigos, y hasta un cuarto de juegos para los más pequeños. Y que decir de esas casas rodeadas de bosques interminables y que se construyen en medio de la nada, lejos de todo y donde el silencio y la paz reinan en todo momento.

La casa de la que hablare a continuación fue construida a finales de la primera guerra mundial, en las profundidades del bosque de Deán, (Inglaterra) y cuyo propósito era albergar a varias familias que buscaban refugio del horror bélico que se estaba desatando. Una casa de más de 300 habitaciones cuyas paredes escondían puertas tan pequeñas y estas a su vez pasadizos tan estrechos que solo una persona diminuta y delgada podía entrar allí. Sus dueños los acaudalados Smith, pensaron hasta en el mas mínimo detalle al construirla, y aunque no lo pareciera era el búnker de guerra más señorial y arquitectónicamente mas atractivo para aquella época, oculta entre las colinas y de tres plantas aquella casa parecía no existir en ninguna parte. Pero la verdad, desde que abrió sus puertas por primera vez, había albergado tantas personas allí que la casa se hizo famosa, incluso para los nazi que cuando la descubrieron acecinaron a toda persona que esa fatídica noche se encontraban disfrutando de una deliciosa cena de navidad.

Cuentan que los sacaron a todos y los llevaron al bosque y uno por uno fueron acecinados de formas que no quiero mencionar, pero que incluía decapitaciones y desmembramientos. Fue tal la masacre que los animales en el bosque emitieron sonidos tan horribles esa noche y las noches siguientes durante mucho tiempo.

La casa paso a formar parte de una familia alemana de apellido Holikoviz, que con tanto dinero hicieron túneles tan oscuros que llevaban a un viejo cementerio en las profundidades donde depositaban a todo aquel que en cualquier momento se rebelase en sus contra o intentaba escapar de aquella macabra mansión. La historia cuenta que una vez Dimitri el hijo menor de los Holikoviz presa de la curiosidad, y escudriñando una de las antiguas pinturas del salón azul, lugar de fiestas de la familia, encontró un pasadizo que lo llevo a un lugar tan parecido a un bosque y del cual nunca regreso.

Los Holikoviz los buscaron día y noche, sacrificaron la vida de sus empleados arrojándolos para túneles y horrendos pasadizos del cuales nunca volvían. Sin resultados enviaron también a los niños de los esclavos negros por los pasadizos más pequeños. La casa quedo en penumbra. Y más aun cuando el resto los hijos de los Holikoviz fueron desapareciendo, y por más que el señor Bladimir, un hombre despiadado conocido por ser un acecino a sangre, intento a toda cosa encontrarlos, le fue imposible hasta que un día en su desesperación encontró bajo su cama un viejo baúl que tenía una tabla.

Soplo y limpio la superficie con un pañuelo blanco. Se quedo mirando el objeto por varios minutos, preguntándose que era ese objeto y a quien había pertenecido. Era tan peculiar que lo detallo el resto de la tarde: letras y números decoraban la superficie de la tabla. Tenía un SI y un NO en ambos extremos del artefacto, junto a triángulos en las esquinas y un ojo de cristal en el centro que parecía estar mirando fijamente todo el tiempo. Tenía un puntero de madera en forma ovalada, vacio por dentro, pero cubierto en el centro por un trozo de metal que brillaba. En la base de la tabla decía Goodbye en letras grandes y el olor que despedía era de madera fresca como recién cortada, aun cuando esa tabla tenia años allí, muchos años antes de que él y sus soldados mataran a todas esas personas que se refugiaban de la guerra.

Intrigado el señor Holikoviz convoco a todos sus empleados y esclavos a una reunión con el fin de saber qué era eso que había encontrado. Pregunto los mismo tantas veces que uno de sus empleados se atrevió a responderle que aquel objeto era maligno, y se usaba con la finalidad de hablar con seres que no pertenecían al mundo de los vivos y que podían ser tan malignos que era mejor de se deshiciese de ese artefacto lo más rápido posible.

El señor Holikoviz esa misma noche mando a decapitar al esclavo por tal revelación y reunió a toda la familia en torno a una veja mesa en una de las viejas bibliotecas de la casa. La pequeña Alina, junto a su madre Petrovak, encabezan el extremo de la mesa, seguidos por los dos únicos varones que hasta el momento no habían desaparecido y que se miraban a su padre horrorizado, preguntado que se hacían allí.

Uno de los sirvientes de los Holikoviz oriento al perplejo señor Dimitri de lo que debía hacer para utilizar ese macabro hallazgo.

-Tomen asiento -dijo Dimitri sentándose a la mesa un segundo después de que el resto la familia lo hizo-. Estiren sus brazos y tomen conmigo este puntero.

La familia aterrada tomó el puntero con la punta de los dedos y esperaron a que el señor Holikoviz procediera a comenzar lo que ellos no entendían, no comprendía y no querían hacer.

El silencio reino en la biblioteca. En toda la casa y a muchos kilómetros de ella. Hasta que...

-¿Hay algún espíritu en esta habitación? -pregunto Bladimir en voz alta.

Al principio el corazón de todos los presentes latió de tal manera que imaginaron que el triangulo de madera se movía y les indicaba que si, y ignoraron que juntos a ellos una persona había aparecido y llevaba con él un viejo pergamino que le indico al señor holicoviz que firmara antes de comenzar el juego.

Con la frente llena de sudor y percatándose que solo él lo veía tomo la pluma. Y firmo

Enseguida hubo un chillido tan horripilante que hizo gritar a alina. Los hermanos Holikoviz se cubrieron los oídos con las manos y poco después vieron como el puntero se movía tan frenéticamente de letra en letra hasta que termino formando una frase que decía "QUE QUIEREN SABER"

-¿Que paso con mis hijos? –pregunto Bladimir casi sin respirar

La mesa se estremeció. Y el puntero vibrando procedió a formar otra frase "Están muertos"

-Ya no sigas por favor. No quiero saber más –imploro Petrovak con los ojos llenos de lagrimas-Ya no quiero saber más.

Bladimir resoplo indicándole que no le daba ninguna importancia a su petición

-¿Están aquí en la casa? –pregunto a continuación.

"No" marco el puntero sobre la tabla.

-¿Donde están? –pregunto casi a punto estallarle el corazón en el pecho.

"En el bosque" respondió la tabla.

-¡Maldita sea, ya no puedo más!-grito Petrovak poniéndose de pie -. Por favor, cariño, no sigas con esto.

-¡Cierra la boca y siéntate! –protesto Bladimir tomando la mano de su mujer y colocándola en el puntero-. Seguiremos con esto. Hasta el final.

Petrovak tomo asiento mirando la tabla con horror, mientras la niña lloraba y los hermanos miraban a su padre con el más marcado de los odios.

-¿Como hago para encontrar a mis hijos? –pegunto Bladimir en voz baja.

"Tienen que ir"

Se escucho otro chillido al fondo de la biblioteca.

-¿A dónde? –grito Bladimir por encima del chillido.

"Al bosque" marco la tabla. El puntero se movió tan rápido y comenzó a formar una frase que les congelo la sangre.

"PAPA VEN A BUSCARNOS" "ESTAMOS EN LAS FOSAS CON LOS DECAPITADOS" "QUEREMOS IRNOS"

-¡No puedo más! –Gimió Petrovak temblándole las manos-. Esto no es real.

La tabla hizo un último movimiento. Se hizo un silencio tan sepulcral que cada unos de ellos contuvo el aliento y horrorizados vieron el puntero lentamente.

"Ahora que saben donde están sus hijos pedimos que nos acompañen"

- ¿A dónde? –pregunto Bladimir titubeando.

Una ráfaga de luz se estrello en el techo, reboto en las paredes y bañó a todos en derredor. Del ojo de la tabla emano una luz sanguinolenta que por segundos se ponía oscura y que fue envolviéndolos uno por uno, hasta que en un sonoro estruendo desaparecieron.

La Ouija  7 DemoniosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz