Noche de caza

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Opheria había pasado las 3 últimas noches en una taberna, preparando su arsenal y el coto de caza para ese momento. Ella... ya no sentía nada. Ni pena, ni rabia, ni tristeza. Ha matado a tantas bestias y a perdido a tanta gente, que su mente ya no responde a las emociones básicas que conforman a un ser humano, ni un ápice de piedad o empatía, por nada ni por nadie. Se había vuelto una herramienta, una herramienta de su misión, una herramienta de la última voluntad que le encomendó la persona más preciada de su vida. Rastrear y dar caza... era lo único que repetía incesantemente bajo la luz de la única vela que iluminaba la habitación. El reloj comenzó a sonar y Opheria supo que era la hora. Se levantó con calma, sin prisas. Ella sabia muy bien que las bestias no podían alejarse mucho del pueblo, además de que tenia tiempo hasta el amanecer para terminar el trabajo. Se dirigió hacia la pared de al lado, donde en el suelo tenia encima de un trapo extendido todo su arsenal y suministros varios, lo cogió todo y en cuanto termino de ajustarse la mochila y la bolsa de municiones. De este arsenal, solo puedo destacar dos armas: una enorme escopeta que parecía más un cañón de mano con cartuchos de munición de hasta 15 centímetros, y la segunda es una hacha de leñador extremadamente afilada. Opheria, ya preparada después de revisar que lo llevaba todo se dirigió a la puerta y recogió una caperuza hecha con la piel de un lobo del colgador. Antes de abrir la puerta se detuvo. Apuntó con la escopeta a la puerta, y susurró:

-Es el turno de las ovejas de cazar al lobo...

La metralla salió concentrada hacia el centro de la puerta y un rugido de dolor surgió del otro lado.

Inmediatamente tras disparar, Opheria pateó la puerta, giro a la izquierda de donde provenían los lamentos, alzó el hacha para atacar y con un golpe vertical hacia abajo la incrustó en el cráneo de la bestia. De un movimiento rápido, la joven sacó la escopeta y lo mató disparándole en el pecho. Los restos se esparcieron escaleras abajo junto al cadáver. Opheria recuenta cuantos disparos había hecho, ya que el cargador del arma solo podía llevar 5 cartuchos.

Había disparado 2 veces, así que le quedaban 3 disparos más. Comenzó a bajar por las escaleras de forma lenta y pausada, agudizando sus sentidos por si detectaba algo o alguien, pero parecía que no había nadie más en la taberna. Al llegar al piso inferior Opheria pudo hacerse una idea de lo que ocurrió allí.

Parece que lograron entrar destruyendo los tablones de madera que obstruían la puerta. El cuerpo del tabernero y una de sus camareras estaban en el suelo. Los habían despedazado a los dos y parece que uno de ellos intentó defenderse con un revólver pero le rebanaron el brazo y no pudo ni siquiera disparar. La chica se agacha para arrebatar el arma de la mano mutilada. Tras recoger el arma y guardarla, procedió a salir de la taberna.

Las calles estaban en silencio. Había rastros de sangre en algunos callejones. Opheria observó una mansión que se alzaba encima de una colina, la mansión de Wickstone. Allí es donde estaba el alpha de la manada y, si quería acabar con esto, tenía que matarlo antes del amanecer. Las noches de luna llena son las únicas en las que es vulnerable, pero al mismo tiempo, era la noche en la que sus vástagos son más agresivos atacando a cualquiera que se acerque al alpha. Sin perder el tiempo, Opheria puso rumbo a la mansión y, tras caminar un rato, un grupo de tres bestias le bloquearon el camino y dos más le cerraron las posibles salidas.

- Parece que que no va a ser fácil. Una pena, no quería víctimas innecesarias.

Las dos bestias que le cerraron el camino la atacaron simultáneamente. Opheria, con un movimiento rápido, tiró un pequeño contenedor redondo que explotó, aturdiendo a las dos bestias que la iban a atacar, entonces aprovechó para matarlos con la escopeta de dos disparos.

- Uno más...- cogió el hacha y se giró rápidamente, los tres se habían separado para rodear-la y parecía que iban a atacar. Opheria agarro el hacha firmemente con ambas manos y agudizó sus sentidos. Uno la iba a atacar de frente y los otros dos muy posiblemente la iban a atacar por los costados o por la espalda. Los tres se lanzaron al mismo tiempo contra ella.

Opheria lanzó un golpe horizontal a la bestia que la iba a atacar por el costado derecho, separando la parte superior de la mandíbula de la parte inferior de esta, y siguiendo el flujo de la inercia, lanzó un segundo ataque en vertical hacia el frente, partiéndole la cabeza en dos al que tenía delante. La última bestia la iba a atacar por detrás y a Opheria no le daba tiempo a sacar el hacha, y justo cuando la bestia parecía agarrarla, Opheria se quitó la caperuza y rodó hacia la izquierda, la bestia se dio cuenta muy tarde de que había agarrado un señuelo. La cazadora saco su escopeta y con una mirada vacía, le disparó en el pecho el último cartucho que quedaba en la escopeta. La bestia cayó al suelo, los lamentos de dolor y los aullidos de socorro se hicieron hueco en el silencio de la noche. Opheria se dirigió hacia la bestia, sacó el revólver del tabernero y acaba con el sufrimiento de la presa herida. Opheria recogió su hacha, cargó la escopeta y continuó su camino hacia la mansión, mientras una serie de aullidos de respuesta a su hermano caído comenzaron a sonar por todo el pueblo.


The HuntressTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang