❧ Paganismo

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"An ye harm none do as ye will.

O en castellano, «Mientras no dañes a nadie, haz lo que quieras».

Esta afirmación pertenece a la Rede Wiccana, algo así como el mandamiento más importante de esta religión. Para los que no conozcan lo que es la Wicca no sus distintas ramas, se trata de una religión pagana moderna, donde la magia y la brujería tienen perfecta cabida si el practicante así lo decide. Os recomiendo que investiguéis al respecto, porque podría tirarme horas y horas hablando de este tema tan fascinante.

La oración con la que he decidido abrir este capítulo debería resumir cualquier otro tipo de creencia, pagano o no. He querido traerla a colación porque, en los dos últimos años, ha supuesto un cambio importante de mentalidad en mi vida.

He de aclarar que no practico brujería ni ningún tipo de magia actualmente, aunque he podido acercarme a ella e investigar al respecto durante bastante tiempo. Como siempre, he sido y sigo siendo incapaz de atarme a nada de por vida, y eso también incluye mis creencias. No obstante, cuando descubrí acerca de lo que es el paganismo, sentí que podía echar mano de mi querida amiga Inconstancia para tomar un poquito de aquí y otro de allá mientras buscaba poder aferrarme a algo en el campo espiritual.

El paganismo consiste en todas aquellas religiones y sistemas de fé que no pertenecen a las tres principales religiones monoteístas —cristianismo, islam, judaísmo. En el paganismo, si hurgamos lo suficiente y retrocedemos atrás en el tiempo, podemos llegar hasta las creencias de los antiguos celtas, los pueblos escandinavos, e incluso los griegos, mesopotámicos y egipcios.

Porque sí, amigos. Os sorprendería saber la cantidad de gente que hoy día aún cree en los dioses que hoy vemos en la literatura fantástica y mega producciones de Hollywood, sí sí, esas que tantas patadas le meten a cuantos más panteones mejor.

Desde pequeña me han criado en la enseñanza católica, y durante mucho tiempo acabé renegando de ella porque, al no haberla entendido nunca de pequeña, decidí que no me aportaba nada. Cuando la palabra paganismo llegó a mis oídos, todo cuanto había creído que era imposible dio una vuelta de 180 grados. ¿Gente que practica y vive siguiendo el helenismo? ¿Gente que todavía cree y honra a los Æsir y Vanir? ¿Estamos todos locos?

Podéis imaginar qué clase de patada recibí en el coco cuando me enteré de que la espiritualidad no tiene por qué ir de la mano de la religión.

He tenido la gran suerte de poder conocer a personas maravillosas que trabajan con dioses celtas y egipcios, y estando todos mezclados y revueltos entre sí, jamás en mi vida he llegado a ver tanta tolerancia, respeto y unidad en una misma comunidad. Con eso de trabajar con los dioses creo que acabaré en haciendo otra sección, porque hay tanto y tanto que contar acerca de cómo piensan estas personas que este capítulo no finalizaría jamás.

No voy a entrar en temas de qué es válido y qué no lo es, porque ante todo vuelvo a repetir que esta es mi opinión. Lo que sí diré es que, durante los dos años que he podido rodearme de estas personas tan fantásticas, he podido llegar a entender que uno moldea sus creencias a su gusto. Nada tiene por qué ser necesariamente lo que ya está estipulado, pues este paganismo y, aparte, la Wicca, te permiten tomar aquello que te interesa y adaptarlo a tu día a día como más te plazca siempre que no dañes a nada ni a nadie con ello.

¡Cómo me encantaría que más de uno pudiera charlar con estas gentes! La experiencia es tan enriquecedora como emocionante, y siempre te deja con ganas de saber más y más al respecto. Te abre la mente a cosas que quizás no compartas, pero que puedes llegar a comprender por qué es tan importante para ellos. Estar en estas comunidades, aunque sólo sea para leer y buscar información, es como entrar en un mundo completamente distinto del que estamos acostumbrados a vivir. Es un mundo en el que todos los que lo conforman nunca cierran sus mentes a lo que el vecino pueda estar rindiéndole culto. Algo que siempre me encantó ver fueron los debates que se formaban entre los distintos panteones allí existentes.

Era un constante choque de universos que jamás suponía una explosión, sino una unión de conocimientos y experiencias. Sé que para muchos esto puede parecer una locura, pero imaginad lo divertido que era ver a un Kemetista, un Asatru y un Helenista debatiendo acerca de qué dios de la muerte era más guay y por qué el caos es tan maravilloso, o intentando recordarse mutuamente las próximas celebraciones de la rueda del año para no perderse ninguna luna llena.

Y si hablamos de los que practicaban cualquier tipo de brujería y cotilleaban entre ellos sobre esta receta o aquella, o sobre qué piedra o hierba debían utilizar para tal cosa... Es que sencillamente era fascinante. Independientemente de si uno cree en esas cosas o no, hay algo en ese misticismo y el propio escepticismo de uno mismo que acaba enganchando. Y no, no todos los paganos practican brujería, ni todos los brujos son paganos. Este es otro tema más que aún causa confusión, sobre todo si incluimos la Wicca como religión.

En fin, dejemos eso a un lado.

En mi día a día lo recuerdo con cariño y algo de melancolía. Cuán fácil y agradable sería este mundo que pisamos si todos pudiésemos respetarnos de la misma forma, independientemente de si oramos mirando hacia la Meca, si vamos a Misa los domingos o si preparamos una ofrenda para el panteón helénico.

Cuán hermoso y agradable sería ser humanos si pudiéramos retirar la venda de nuestros ojos y, por una vez en nuestras vidas, ver que no existe una única verdad absoluta.

Imaginad qué bonita es la idea de que todavía existe gente que intenta recuperar la fé de sus antepasados, cuando el mundo comenzaba a ser mundo y la conexión con la naturaleza y uno mismo era lo primordial.

Si algo he aprendido es que todas estas creencias tienen más de un nexo común, y a veces es sorprendente descubrir las casualidades que existen entre unas y otras. Si hablamos de mitología, ¿alguna vez os habéis parado a pensar en las Moirai griegas y las Nornas nórdicas? Sí, sí, las Moirai, las tres viejecitas que salían en la peli de Hércules de Disney y que cortaban el hilo de la vida de las personas. Una hacía girar el uso, otra medía su hilo y la última lo cortaba, asemejándose esto al comienzo de la vida, su proceso y su final. Las Nornas, por su parte, representaba una el pasado, otra el presente y otra el futuro. El concepto del destino estaba en manos de los dos grupos de deidades, tan lejanos geográficamente hablando y sin embargo tan extremadamente parecidos.

Con esto es fácil pensar que, en algún momento de la historia, hubo un origen común, aunque más tarde las influencias de las tradiciones clásicas se fueran expandiendo poco a poco y fuera posible tomar pedacitos de ella.

Visto así, ¿no sería fascinante poder entender que no todos creemos en lo mismo y, sin embargo, buscamos lo mismo de algún u otro modo?

Todavía mantengo la esperanza en esa pequeña parte de la humanidad que aboga por esa vida en comunión de ideas y tradiciones. ¡Con lo grande que es el ser humano y lo peligrosamente necio que es por naturaleza! ¿Cuántas guerras más van a ser necesarias para darnos cuenta de que no existe un único dios ni una única verdad?

 ¡Con lo grande que es el ser humano y lo peligrosamente necio que es por naturaleza! ¿Cuántas guerras más van a ser necesarias para darnos cuenta de que no existe un único dios ni una única verdad?

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