Si he llegado a enamorarme alguna vez ha sido de la idea de estar enamorada, de esa idea tan fantástica e idílica a la que nunca he conseguido dar forma ni conservar.
No sé cómo de extraño suena esto al ponerlo por escrito, pero siempre he amado el concepto de lo que implica enamorarse sin estar bajo sus efectos por no decepcionarme o hacerme pupa. Supongo que eso explica por qué tiendo a idealizar el amor en todo cuanto escribo, jaja.
Con el paso de los años llegaré a entender que a veces esa decepción es necesaria para bajar de esa nube, o eso creo. Si algún día vuelvo a leer esto probablemente me ría de lo tonta que era entonces.
Me he encaprichado con muchas personas y con mucha más facilidad de la que me gustaría, precisamente porque no puedo evitar ensalzarlas en un imposible que me encandila, y sin embargo siento que no sería capaz de llevarlo a cabo incluso si esos sentimientos me fuesen correspondidos. Probablemente porque aprecio demasiado mi tiempo libre y mi soledad me da miedo volver a agobiarme si lo comparto todo con otra persona. Quizás esto también sea causa de mi amiga la Inconstancia. Prefiero pensar que por el bien de la otra persona he dejado de dar el paso, pues sé que tarde o temprano acabaría asfixiándome yo solita y, por tanto, acabaría arruinándolo todo, a pesar de lo mucho que haya llegado a querer a esa persona.
A veces pienso que esto tiene que ser alguna clase de maldición un poco sádica, porque ¿qué sentido tiene que llegue a enamorarme con tanta facilidad cuando es algo que no puedo consumar siquiera? Es algo que me sirve de inspiración para escribir, para transportarme a otros mundos y evadirme en ese ideal, pero, ¿cómo de maravilloso sería poder enamorarme sin necesidad de preocuparme porque todo caduque?
Sigue siendo irónico, pues siempre me ha encantado aparentar que estas cosas van a durar para siempre y continúo engañándome con ello, deshaciéndome en ñoñerías, caballerosidades y tonteos, pero nunca he logrado hacer que me dure, por mucho que así lo desee. Va contra mi naturaleza y sin embargo sigo insistiendo en que puedo corregirlo, en vano. Si estoy destinada a no ser capaz de atarme a nada ni a nadie en toda mi vida por tenerle miedo al compromiso, al menos podría dejar de enamorarme con tanta facilidad e intensidad, ¿verdad? Pues no. Parece que la vida me ha dicho nope, te ha tocado así y te aguantas.
En mi mente tiendo a hincar la rodilla en el suelo,
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pero entonces se me va de las manos y entro en pánico.
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¿Qué hay de vosotros? ¿Cómo sentís el amor? ¿Es buena gente con vosotros y os permite permanecer a su lado por muchísimo tiempo?
