Capítulo uno.

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Un ambiente tenso se formó en el aire mientras aquellos tres chicos jugaban su típica partida de cartas, a la misma hora de siempre, once menos cuarto, en el mismo local de todas las noches. A esa hora no solía haber mucha gente, por lo que jugaban tranquilamente.
Roy miraba victorioso a sus contrincantes. Estaba seguro de que ganaría, su mirada tenía escrito su destino.
—Roy, tú turno. — Cristopher miraba con miedo a su compañero, el cual, como estaba previsto, arrojó sus cartas ganando la partida. Los chicos del coro suspiraron, Enid aplaude a su amigo.
  —Y con esta van diez partidas esta semana. Y solo estamos a martes. — Roy mantenía su típica mirada triunfal. Poco después de aquello, todos comenzaron a reír y deciden comenzar una nueva partida.
—Vaz, ¡otra ronda por favor!— Pidió Ismael, el hermano mayor de Enid, mientras Cristopher repartía nuevamente las cartas.
—¿Te lo estás pasando mejor esta noche, Nid? — Preguntó Kris, la hermana de Roy y la supuesta mejor amiga de Nid, como todos la llamaban con cariño, a pesar de que a ella nunca le agradó, ella prefería que la llamasen por su nombre completo, aunque siempre odiaba pronunciarlo, por lo que le resultaba muy difícil conocer gente nueva.
—Sí, hoy sí. — Dijo ella con una sonrisa. No se solía divertir en las salidas puesto que siempre estaba cansada y sentía que no encajaba en aquel grupo.
Después de unas cuantas partidas más, nuestros amigos ya estaban algo cansados, pero ellos querían seguir jugando.
Justo antes de comenzar una “última partida”, algo llamó su atención. El ruido de la puerta abrirse les desconcertó un poco. A las dos de la mañana era el momento en el que el local quedaba completamente vacío. Pero aquella noche, un apuesto visitante hizo que se rompiera la paz en la que se habían sumergido los jugadores. El ambiente se volvió frío y algo... escalofriante.
Enid fue la primera en ver al joven. Era un chico alto, de apariencia familiar, pelo corto, rapado por los lados, pelirrojo, el pequeño flequillo colgaba revuelto hacia la derecha, sobresaliendo por su gorro negro. Su cara era un cuadro. Grandes ojeras, algún que otro moretón y, lo que más llamó la atención de nuestra protagonista, unos grandes ojos tan blancos que no parecían reales.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarle? — Preguntó Vaz, la dueña del bar, con cortesía.
El joven solo negó con la cabeza, dando a entender que no era necesario su ayuda, acercándose con rapidez a nuestros amigos. Es ahora cuando se fijan en la ropa desgastada del sujeto. Estaba rasgada, rota y llena de manchas, algunas de las cuales los jóvenes preferirían no saber de dónde procedían. Ese rojo...  Era demasiado rojo. Solo el pequeño Cristopher se percató de que el sujeto iba cojeando.
—¿Quieres algo? — Roy estaba molesto por no poder seguir con su partida. El joven solo miró a Enid, y ella no pudo evitar volver a pensar lo mucho que le recordaba a alguien. El silencio hizo acto de presencia.

Atmosphere [terminada]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz