XIII. La llegada de un nuevo corazón.

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Entropía estaba frente a la habitación que tenía un columpio, había permanecidotres días allí sin moverse, no sabía qué hacer y un tornado envolvió primero sumente en dudas y luego la envolvió a ella. Los vientos cortaban a cualquiera queintentara acercarse, Kahár estaba a punto de perder la cabeza en medio de unacatástrofe que no entendía, tenía miedo de que las lluvias de Entropía fuerantemporales en su cielo azul, pero nadie tenía más miedo que ella, miedo de entrar aesa habitación y miedo de tomar la decisión que rompiera su corazón peor de lo quefue roto antes, que lo rompiera de una forma poética y que lo rompiera en el nombredel verdadero amor, ese amor que se cultiva en el alma y nace de las másprofundas llamas del cielo. La catástrofe que destruye todo siempre tiene miedo deque la destruyan. 

—¿Le has dicho tú a Entropía que fuera a la habitación de los columpios? —exclamó Kathryn. 

—Sí —respondió Kuno.

 —¿Por qué? 

—Estaba confundida —Kuno se encogió de hombros. 

Kathryn se sentía preocupada, casi tanto como Kahár. El hombre de llamas estabaal borde de la locura debido a la confusión que cubría a su amada, dicha confusiónse esparció como una bala por toda la casa, bañó a Kahár que luego la chorreósobre el corazón de Kuno, quien posteriormente la lanzó con fuerzas a través de miradas hacia Kathryn y ahora estaba llegando también a Tera y a Stohr poco apoco.

En la misma mañana de ese día Kahár le había dicho a Kathryn que su corazón semarchitaba un centímetro cada segundo que Entropía yacía fuera de esa puerta,Kathryn le prometió que su corazón iba a estar bien y que Entropía iba a entrar enrazón e iba a tomar la decisión adecuada, sin embargo, ni la misma Kathryn estabasegura de eso. 

Una voz le habló a Entropía mientras su tornado la aprisionaba como una cárcel.«entra y sé libre», Entropía disolvió el tornado, dio un par de pasos para abrir lapuerta y que por fin su corazón se calmara. Cinco columpios se encontraban frentea ella y además de eso el vacío del enorme espacio, la habitación era infinita, quizásmás de lo que la imaginación pudiese alcanzar. Entropía vacilante se montó sobreun columpio y éste en seguida empezó a moverse, a vagar a través del extenso marcósmico, estaba extremadamente callado allí y sería bueno para que Entropíapensara. 

—Su prima no va a tardar mucho en llegar —dijo Kathryn mientras les hablaba a sushijos —, se quedará un par de días tengo entendido, así que sean buenos con ella yháganla sentir como en casa. 

—Ni siquiera nosotros nos sentimos como en casa —replicó Sera con un poco detristeza. 

«Pero lo harás» —dijo una voz sólo para ella, dentro de su cabeza. 

—¿qué pasó con Entropía? —preguntaba el pequeño humano mientras reposaba sucabeza contra el estómago de Sera. 

—Sólo necesitaba tiempo para ella —respondió Sera—, como cuando yo necesitéestar sola ¿recuerdas?El pequeño asintió mientras se limpiaba el chocolate restante sobre sus labios.

 —Es sólo que no puedo entender como alguien preferiría estar solo antes que estarcon la gente que quiere. 

—A veces necesitas estar sólo para darte cuenta de que tú también los quieres—respondió la hechicera con una media sonrisa en el rostro.

 La respuesta de Sera alivió un poco las preocupaciones del humano, si bien nolograba comprender aún del todo lo que estaba pasando exactamente con Entropíao porqué había decidido tomar una decisión como esa, pensaba en que podíarespetar su decisión. 

Kathryn observaba las gotas caer e impregnarse contra el cristal de las ventanas dela casa, era una mañana fría y tormentosa, Entropía aún no salía de la habitaciónespacial y Kahár había construido un fuerte de sábanas frente a su puerta,esperando a que su amada tomara la decisión correcta. 

Los cabellos de Kuno bailaban con el viento, sus ojos resplandecían en laoscuridad. Estaba flotando en su habitación de nuevo. Con el lento pasar de los días y posteriormente las semanas Kuno se dio cuenta de que de que esa habilidad noera producto de su magia, sucedía de forma involuntaria y no sentía su energíafluyendo a través de su piel cuando pasaba.

—¿Qué has estado haciendo exactamente? —enfrentó Kuno a su hermana Tera. 

—No sé a qué te refieres. 

—Has usado los grimorios ¿verdad? 

—No —mintió Tera mientras soslayaba la mirada de Kuno. 

Kuno entrecerró los ojos como si supiese qué era lo que tramaba su hermana,aunque honestamente ni la misma Tera lo sabía, había estado bajando al sótano arevisar grimorios y practicar hechizos, había tomado ciertas habilidades de Kuno y lomás importante —aunque nadie en la casa lo sabía—, había presenciado treshuevos brillantes que posteriormente selló con magia sin decir una palabra. Teradecidió ignorar la pequeña espina de culpa que se ocultó entre la tempestad de sumente, y sólo lo añadió a su larga lista de cosas que debía pensar. 

—Desperté flotando, otra vez —reclamó Kuno—, esa es tu habilidad, tuya, no mía.

 —Tal vez te estás volviendo más fuerte, tal vez puedas superar a Stohr algún día sisigues así.

 —Difícilmente —Kuno bajó la mirada.

 —Nuestra madre ha utilizado mucho tu ayuda. 

—Sí, porque a ti no te gusta trabajar y Sera, bueno Sera es difícil.

Sera quien se encontraba en la habitación de al lado escuchó cada palabra de laconversación, la curiosidad se encendió en su mente como las chispas quedespertaban los incendios salvajes de Kahár, y enseguida movió sus manos e hizotemblar la habitación en la que estaban sus hermanas. 

Kuno observó detenidamente el techo con una precaución superflua y luegocuestionó con su mirada a Tera. 

—Yo no fui —se defendió ella.Kuno no mencionó una palabra, se maldijo a sí misma por lo bajo y sintióremordimiento y culpa, lo último que quería era que su hermana se sintieraincómoda, de la casa, ella y el pequeño humano eran los únicos que ponían susesperanzas sobre Sera y su corazón dañado. Pero para Sera aquel comentario nohabía sido relevante, sabía que algo dentro de Kuno la obligaba a sentir empatía porsu corazón y por ella, por el humano y por todos los seres que tuviesensentimientos, en gran parte era por la fascinación que Kuno tenía por las emocionesy la forma en la que el corazón funcionaba, y es que, aunque no las entendía deltodo —¿quién lo hace? —, las emociones eran un tesoro fascinante ante los ojos dela hechicera. 

Kathryn reunió a sus hijos y al abuelo en la sala de estar, les avisó que su primaestaba a punto de arribar a la isla, les pidió que fueran amables y cálidos. Todosincluyendo a Stohr se sentían reacios a la idea de compartir con ella, los lazos de lafamilia de Kathryn al igual que los de su propia estirpe estaban magullados, y más que eso estaban rotos, como el corazón de Kahár que se caía a pedazos mientrasdormía sobre sus almohadas, tan rotos como las manos que alguna vez seatrevieron a descansar sobre el alma de Entropía.

El timbre sonó haciendo que todos se sobresaltaran, Kuno ni siquiera recordaba quela casa tuviese un timbre, las vibras negativas hicieron a Tera erizarse. Stohrintentaba pensar que no todo estaba tan mal, sería positivo tener a alguien que noestuviese roto dentro de la casa para variar. La puerta se abrió y entraron mariposascolor naranja volando. 

—Ella llegó.

La Casa al Final del MundoWhere stories live. Discover now