Roberta: por eso tu eres un buen hombre... tuviste a los mejores maestros- ambos sonrieron y él bajó la cabeza.

Chris: ¿qué harás con la tarjeta?... ¿no tienes curiosidad por conocer algo sobre tu vida?- ella suspiró.

Roberta: no lo sé... tengo miedo... ¿Qué tal si no me gusta? O... si soy una persona horrible... tal vez todos me odian.

Chris: nadie puede odiarte... esos ojitos tan lindos no reflejan más que bondad...

Roberta: tú ves eso porque me quieres...

Chris: no, eso se ve a plena vista... eres diferente a todas las mujeres que he conocido y... por eso te amo.

Ella lo miró sonriendo sin apartar los ojos de los suyos.

Roberta: es la primera vez que me lo dices...- dijo sonriendo y él elevó los hombros. Roberta sonrió y rodeó su nuca con sus brazos para después capturar sus labios en un beso muy lento- también te amo... - dijo cuándo se separaron levemente.

Él sonrió completamente feliz y tomó su rostro para comenzar a besar sus labios. El beso que comenzó lento y tierno se fue intensificando cada vez más hasta provocar que ambos rompieran el beso por falta de aire.

Chris: perdón...- dijo con la respiración agitada.

Roberta bajó la mirada ruborizada y se levantó para después ofrecerle su mano, él la tomó y también se puso de pie.

Ella sonrió y comenzó a caminar hacia la pequeña cama del lugar, dejó una leve caricia en el rostro de él y después se acercó lentamente hasta volver a apoderarse de sus labios.

Christopher respondió a los pocos segundos y la sujetó por la cintura mientras saboreaba el dulce sabor de sus labios.

Ella bajó las manos por sus hombros y comenzó a desabotonar la camisa de su novio; al sentir eso él se separó un poco para mirarla. Roberta le sonrió avergonzada y en ese momento no necesitó más aprobación que esa.

Sus besos bajaron apoderándose ahora de su cuello, ella logró apartar la camisa y la dejó caer en algún sitio de la habitación. Mordisqueó sus labios al sentir el placer que los besos de él provocaban en ella.

Poco a poco las prendas comenzaron a desaparecer y él la dejó delicadamente sobre la cama para después colocarse sobre ella y seguir regando besos por todo su cuerpo, sus manos le recorrieron desde la punta de los pies hasta el cabello, fue como si quisiera reconocer a ciegas el cuerpo de su novia.

Christopher bajó la mano acariciando cada centímetro de ella, rozo su pecho provocando que el cuerpo de su novio se erizarán de placer, su mano continúo su descenso hasta que llegó a la zona más sensible ella.

Pasó sus dedos ligeramente con caricias casi imperceptibles pero que arrancaron suspiros de la garganta de Roberta, Christopher sonrió con la reacción de ella.

Comenzó a besar su pecho y el valle de sus senos, provocando que el placer de ella aumentara. Dejó besos por todo su torso mientras sus manos subían y bajaban por su suave piel.

Mientras tanto Roberta no hacía más que disfrutar y corresponder con tímidas caricias todo el placer que él le hacía sentir

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Mientras tanto Roberta no hacía más que disfrutar y corresponder con tímidas caricias todo el placer que él le hacía sentir.

El placer aumentó cuando él al fin entró en ella provocando un ligero gemido que escapó de sus labios. Él nunca dejó de besarla y poco a poco las caricias entre ambos se hicieron más íntimas.

Roberta besaba sus hombros y de vez en cuando no podía evitar mordisquear levemente su piel, el placer que sentía era tanto que sus uñas comenzaban a dejar marcas en su piel.

Se dejaron llevar completamente por el amor que sentían repitiendo una y otra vez aquella escena de pasión, hasta que ambos terminaron completamente agotados pocas horas antes del amanecer.

Christopher los cubrió con una manta que encontró en el lugar y pocos minutos después se dejó vencer por el sueño, mientras que ella lo miraba analizando cada parte de su rostro, le encantaba mirarlo, era como si pudiera cuidar de él por lo menos un momento.

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