Capítulo 23

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Roberta lo buscaba cada vez más asustada, el sol había entrado por completo y hacía casi imposible poder observar más allá de un metro de distancia, de pronto lo escuchó toser y cuando estuvo a punto de ir a buscarlo, él al fin apareció de entre las penumbras.

Ella sintió un enorme alivio al ver como corría hacia ella y a penas tenerlo frente a ella se refugio en sus brazos.

Roberta: ¿estás bien?

Chris: si, el caballo golpeó la puerta pero estoy bien.

Roberta: me asusté cuando no respondiste.

Chris: lo siento amor, no te escuché...- él se separó un poco y la miró- ¿tú estás bien?

Roberta: si...

Él asintió y besó su frente antes de que entraran a la casa. Todo el interior estaba en completa oscuridad, a lo lejos podía distinguirse la silueta de una pequeña cama y una chimenea del otro lado de la habitación. Había una mesa de madera bastante vieja, pero útil y en una esquina del fondo había todo tipo de herramientas apiladas.

Chris: voy a buscar leña para encender la fogata...- ella asintió mientras caminaba a la cama para sentarse en el borde de ella.

Él fue hasta lo que parecía ser una pequeña cocina dentro de la casa y tomó un par de troncos para intentar encender el fuego, minutos después la pequeña chimenea les daba el calor que ambos necesitaban.

Chris encendió una lámpara de aceite que estaba sobre la mesa logrando iluminar levemente toda la casa, después se sentó junto a ella y la abrazó.

Chris: estás temblando...- dijo frotando sus delgados brazos.

Roberta: tengo un poco de frío- dijo con labios temblorosos y una pequeña sonrisita para evitar preocuparlo de más.

Él se levantó y desabotonó su abrigo para después dejarlo sobre sus hombros.

Chris: ven... acércate al fuego.

Ambos se sentaron sobre la alfombra quedando frente a la chimenea, a los pocos minutos ella dejó de temblar.

Chris: perdón por provocar esto.

Roberta: ¿de qué hablas?

Chris: estaríamos seguros en la hacienda si no hubiera sido porque te invité a dar un paseo.

Roberta: no es tu culpa... además estamos a salvo y estamos bien.

Él suspiró y besó su frente.

Roberta: me gusta éste lugar- él sonrió.

Chris: ¿de verdad?... no lo digas por hacerme sentir bien.

Roberta: no, de verdad es muy lindo... le hacen falta algunos arreglos pero no deja de ser una casa muy bonita.

Chris: hace años que no venía aquí... era la cabaña de pesca de mi abuelo... hace muchos años había un río a un par de kilómetros y él venía a pasar semanas enteras aquí... decía que era para relajarse de los deberes de la hacienda pero la verdad es que yo creo que lo hacía para estar un rato a solas y para recordar a mi abuela...

Roberta: no habías hablado sobre tu abuelo.

Chris: no recuerdo mucho de él... murió cuando yo era un niño, poco antes de que muriera mamá...- dijo con un tono de voz más apagado, Roberta acarició su mano con el pulgar- el recuerdo más presente que tengo de él era que cuando regresaba lo hacía cargado con muchísimo pescado y ordenaba a las cocineras hacer un enorme banquete para invitar a todos sus trabajadores y a las personas del pueblo...- él sonrió- era un hombre muy bueno.

Destino ©Where stories live. Discover now