Parpadeo. Se rompe entonces el tabú y salgo del extraño y pegajoso sueño en el que me encontraba. Miro, primero a mis manos, terribles, luego a mi alrededor. Me intento acercar al espejo, pero evito mirarme a los ojos. No, el espejo nunca ha sido un aliado ni un consuelo. Intento recordar qué es lo que estaba haciendo antes de dormirme, pero nada nuevo viene a mi cabeza. Tal vez nunca me dormí, seguramente estaba descansando la vista un momento. Pasa entonces una pequeña mariposa cerca de mi cara, asustándome por un momento, al no saber qué era aquel ente en movimiento. La realidad parpadeó.