Capítulo 29

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Porque el despreciable y poco hombre de su ex había dicho a los cuatro vientos que Andrew "la nueva pareja de la madre de mi hijo", era un obrero y un hombre de dudosa reputación. «¡¿Un hombre de dudosa reputación?!», a Margarita esto le resultaba irrisorio, porque si a alguien dicho apelativo le ajustaba a la perfección era, sin lugar a dudas, a Matías Hunt.

*

Casi una semana después del incidente afuera de la clínica —días que habían sido un total y completo infierno—, y tres días después de que Matías soltara "su versión" de lo ocurrido entre ellos; la jefa de Maggie mandó a llamarla. Esta última entró a la oficina y por pedido de su jefa se sentó en la silla frente al escritorio. Se inquirieron, por mera educación, cómo se encontraban, pero no pasó mucho cuando la señora Julia le informó que el dueño de la revista había mandado a pedir que prescindieran de los servicios de Maggie. ¿Las razones? Pues esas no hubo necesidad de explicarlas.

—Su trabajo ha sido impecable y excelente, señorita Castle y aunque desconozco a ciencia cierta qué fue lo que motivó al presidente a despedirla, le pido una disculpa porque desgraciadamente me veo en la obligación de obedecer. —Un par de lágrimas resbalaron por las mejillas de la joven, el desprecio y el odio se mezclaron en su pecho, se sintió entre la espada y pared. Ya que solo pudo recordar la amenaza que Matías, un día antes, le había dicho por un mensaje de texto.

Y por supuesto que él no estaba jugando, el maldito lo estaba cumpliendo.

Llegó a su casa, apagó el móvil y se sumergió en la impotencia y rabia. Se sintió devastada y vencida por Matías, porque tal como él le había dicho: movería cielo y tierra, hasta que ella se diera por vencida y lo buscara. Él estaba haciendo hasta lo imposible por someterla, agrediéndola no solo de forma emocional, sino ahora económica, porque ambos sabían que: si Maggie no conseguía un trabajo pronto, se vería irremediablemente a expensas de su ex. Y esto era algo que ella no se quería permitir. Por lo que, no sabiendo a quién más recurrir, le envió un mensaje a Andrew, porque ella lo necesitaba más que nunca.

Media hora después, alguien tocó a la puerta de su departamento. Maggie miró la hora y dedujo que era Andrew, limpió sus mejillas y sorbió su nariz, estaba hecha un desastre. No obstante, aunque intentó mejorar su aspecto apelmazando su melena, no pudo borrar la congoja que tenía impresa en el rostro. Se acercó a la puerta, sintiéndose sedienta de los besos de Andrew, necesitando —como un moribundo a su medicina—, los abrazos y calor de ese hombre que se estaba robando su corazón.

Empero, al abrir la puerta era Matías quién estaba ahí, parado en el umbral, totalmente erguido y mirándola con soberbia, despecho y un tinte de desesperación. Una combinación de emociones peligrosa y que dejó aturdida a Maggie, ya que no supo si sentir miedo o rabia.

—¿Qué haces aquí? —inquirió ella, deglutió saliva y fue cuando se percató de que los ojos de Matías estaban rojos.

—He venido a ver cómo se encuentra la madre de mi hijo —dijo socarrón, expulsando su aliento que apestaba a alcohol. Margarita sacudió la cabeza, aferró la puerta e intentó cerrarla, sin embargo, Matías la detuvo con el hombro y con la otra mano la echó hacia atrás—. ¿Acaso todavía no has aprendido la lección, mi amor? —Le cuestionó con voz baja, dando un paso hacia el interior. De inmediato Maggie dio varios pasos hacia atrás y trató de localizar su celular, pues ella sabía muy bien que su ex pareja, cuando tomaba, era una amenaza—. ¿Qué más tengo que hacer para que te des cuenta de que eres mía y que ningún hijo de puta que no tiene ni donde caerse muerto va a cambiar eso?

—¿Por qué no entiendes que no quiero estar contigo? —espetó Maggie sosteniéndose el abultado vientre, situándose detrás de un sofá, dándole un vistazo a la puerta que estaba entreabierta, sopesando todas las posibilidades de engañar a Matías y salir huyendo del departamento. Por el rabillo del ojo alcanzó a ver su teléfono móvil, estaba sobre el sofá que los separaba.

Reveses de la vida© [COMPLETA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt