·•❃•4. Montaña.

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—Espera... ¿ese no es el acantilado? —preguntó tras agarrarlo para observar mejor y ella afirmó con la cabeza.

El Sol se asomó entre las nubes impulsadas por el viento, haciendo que algunos copos brillaran en la nieve. Se fijó en (Nombre), su cabello, su piel y sus ojos fueron bañados por la luz, haciéndolos verse más claros y resplandecientes. Apartó la vista de su cara y la volvió a centrar en el papel. ¿En qué momento se distrajo? Dobló el mapa de nueva cuenta y se lo devolvió.

—Hemos estado practicando escalada allá mismo.

—Sí, justo en el mismo lugar donde me corté la mano con una roca afilada —le recordó, resoplando—. Si hubiese caído, al cuartel le sobrarían barritas.

Ah, esas barras que venían en las raciones militares.

Eren se preguntó cómo era qué ella podía comer tantas galletas sin preocuparse por dolores estomacales. (Nombre) se rindió al no encontrar ninguna en su mochila y se dispuso a colocarse sus guantes.

Se golpeó mentalmente por no haber memorizado el camino cuando se lo mostró, pues no se le ocurrió que una cosa así fuera a suceder pese a sus predicciones acertadas sobre el clima.

Y la tormenta se empezó a tornar más intensa de nuevo.

—¿Y si esperamos al último equipo? —sugirió Marco.

—El líder de ese equipo, Thomas, llegó hace nada. Ellos dicen que no los vieron.

—¿Acaso se perdieron? —indagó Armin, aterrado por la idea.

—Con esta tormenta podrían acabar muertos... —Eren alcanzó a escuchar lo que murmuró Connie.

—Maldición... —Jaeger se puso de pie con toda la intención de ir en su búsqueda, preguntándose cómo era posible que el resto del equipo de (Nombre) no se haya dado cuenta de que les faltaban cuatro integrantes.

—¡Eren! —exclamó Mikasa, agarrándolo del brazo.

—¡Debemos ir a buscarlos! —gruñó, zafándose de su agarre.

—Yo también voy —se ofreció Marco.

Otro pensamiento se formó en su cabeza: ¿y si... sí lo supieron y los dejaron marcharse? Tensó la mandíbula. Ya no supo cuál opción lo enfadó más. No obstante, tomando en cuenta la respuesta de Reiner, la primera era la más viable.

Los mismos instructores de hace rato se aproximaron a ellos.

—Entren a la cabaña.

—Pero (Nombre), Christa y... —La mujer interrumpió a Eren.

—Lo sé. Mañana enviaremos un equipo de rescate.

—¡Será demasiado tarde! —No se dio cuenta de que le alzó la voz.

—¿Se quieren perder también? —frunció el ceño.

Una repentina ráfaga de viento los golpeó a tal grado en que los vidrios se removieron en los marcos de las ventanas. Eren cerró los ojos y sintió algunos cristales de hielo adherirse a su rostro.

Demonios;; Eren Jaeger x Lectora | Shingeki no KyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora