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—¿Por qué Yeri puede montar las guirnaldas de palomitas de maíz mientras yo estoy aquí con el confeti? —preguntó Irene con tono de niña pequeña.

—Porque nadie se fía de ti cuando tienes una aguja en la mano —le contestó Jisoo.

—Ni con unas tijeras —intervino Rosé y todas se echaron a reír, incluyendo a Irene.

Lejos de sus maridos, hijos o novios, a Jennie y a sus amigas les había resultado natural volver a las costumbres del instituto: las bromas, las charlas y las risas. Era divertido y muy agradable, pero la morena tenía la cabeza en otro sitio.

Menos mal que la conversación no había desembocado en el tema de Lalisa Manoban y ella se lo agradecía de todo corazón.

—Voy a preparar más ponche —sugirió Jennie, pero antes de que llegara a la cocina, alguien llamó a la puerta.

—¿Habéis invitado a alguien más? —preguntó Yeri con una risita picara.

—Pues he oído que Hoseok está loco por ti. Además acaban de quitarle el aparato de la cara —intervino Jisoo haciendo reír a las demás.

Jennie se echó a reír y fue hacia la puerta.

Pero no era Hoseok.

Con un suéter de lana beige, unos elegantes jeans ajustados y con un aspecto más imponente que nunca, Lisa esperaba al otro lado de la puerta.

—Hola, Jennie—saludó sonriente.

La casa entera se quedó en silencio de repente, lo único que podía oír era los latidos de su corazón golpeándole contra el pecho. Parecía que no la hubiera visto durante años.

—Has vuelto a casa —murmuró justo antes de notar que se le sonrojaban las mejillas— Quiero decir que has regresado de California.

La mirada de Lisa se paseó por todo su cuerpo, como si intentara abarcarla entera, y eso la puso aún más nerviosa.

—No podía estar más tiempo lejos de Lima ni de...

—¿Tu casa de cristal? —interrumpió la morena con malévola amargura. ¿Por qué se había presentado allí a torturarla?

—¿Puedo entrar?

Jennie tuvo que utilizar todo su autocontrol para responder:

—Tengo visita, mejor en otro momento...

Pero Lisa hizo caso omiso y entró.

—Lo que tengo que decirte no puede esperar. Buenas noches—saludó a las demás, que saludaron casi entre dientes y enseguida continuaron con lo que estaban haciendo— Siento interrumpir, pero tengo algo muy importante que decirle a Jennie y no puedo esperar.

Moon se puso en pie de un salto.

—Deberíamos irnos...

—No —dijo Lisa de inmediato mirando sobre todo a Irene — Quiero que oigáis esto.

—Lisa, ¿qué ocurre? —intervino Jennie, que empezaba a no entender nada.

Lisa se volvió a mirarla y en sus ojos había más ternura de la que nadie había visto en ella jamás.

—Hoy he tenido una conversación con tu padre.

—¿Has ido al cementerio? —le preguntó Jennie con el corazón en un puño.

—Sí, tenía que decirle algo —entonces le agarró la mano y se la llevó a los labios para besarla suavemente— Te amo, Jennie.

La morena la miró con los ojos abiertos de par en par.

AFTER THE STORMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora