—¿Acaso no me escuchaste?, ¡suéltalo! —exigió Margarita dándole un fuerte jalón que rompió la tela de las mangas de la camisa de vestir. Pero dado que se negaba a hacerlo y, en cambio, seguía despotricando, le encajó las uñas en la carne blanda de sus bíceps. Tratando inútilmente de hacerlo hacía atrás y ante esto, Matías se giró a verla y su agarre cedió un poco, ya que ahora su atención estaba en ella. El enojo iba a ser dirigido a ella.

—Matías, suéltalo. No vale la pena, ven hay que irnos... —dijo el señor Hunt, mirando por debajo del hombro a quien alguna vez fue su nuera. Empero, su hijo no atendió a sus palabras.

—¿Por este imbécil es que no me quisiste dar otra oportunidad, verdad? ¡Por supuesto! —Lo soltó de un movimiento brusco que obligó a Andrew a dar un par de pasos hacia atrás para recobrar el equilibrio. En este momento, Matías viendo a Maggie encogida de hombros, indefensa y vulnerable, decidió tomarla del antebrazo y exigir respuestas—. ¡Pero no lo voy a permitir!, ¡¿me escuchaste?!, ¡eres mía, maldita sea! —bramó, fuera de sí. Y era tanta la rabia que Matías expedía que los huesos de la joven se helaron y el alma se les fue a los pies.

—Me lástimas... —Su ex la zarandeó al tiempo que le repetía una vez más que él no estaba dispuesto a dejarla ir. Sin embargo, más tardó Matías en terminar esa oración cuando Andrew lo tomó, desprevenido y ocupado intimidando a Maggie —como todo un puto cobarde—, y lo alejó de ella de golpe y lo empujó; hasta que lo hizo caer de bruces casi en el filo de la acera. Pero en el trayecto de la caída, uno de sus pies alcanzó a darle a Margarita en la pierna, logrando que emitiera un quejido de dolor y se encogiera sobre sí misma.

Los tres hombres giraron a verla; dos de ellos se preocuparon al instante. Sin embargo, solamente Andrew se acercó para ayudarla. Matías se levantó y dio un paso titubeante, pero solo eso pues de inmediato su padre lo afianzó del antebrazo y con una mirada le exigió que se marcharan. Así que luego de una última amenaza, se fue en un lujoso auto negro blindado. Dejando atrás a Maggie con el dolor incrustado en la pierna y en el pecho; ya que supo que Matías no le mentía: él no iba a dejar las cosas así.

Tras una negativa por parte de Maggie para que la viera la doctora; se subieron al auto de Andrew y este condujo hasta el apartamento de ella y tan pronto llegaron, comenzó a llenarla de atenciones. Le dio un analgésico para el dolor y un té para que relajara sus nervios, mismos que estaba tan alterados que ella no paraba de lloriquear y temblar. Se la notaba asustada y no era para menos, lo que recién sucedido había sido excesivamente salvaje, tanto que Andrew se sentía culpable. Seguido se recriminó su forma de reaccionar, empero, cuando recordaba el motivo de su exabrupto la sangre le volvía a hervir y sentía que "un empujoncito" no había sido suficiente. «Matías merece que alguien le quiebre un par de dientes», pensó.

Pasado un tiempo y cuando la vio más recompuesta y en sí, se sentó a su lado. Andrew sentía las orejas calientes, así como la vergüenza, culpa y preocupación se habían entretejido en su pecho, creando una amalgama que lo estaba asfixiando.

—Muchas gracias, Andrew —musitó Maggie, seguido soltó una respiración y sacudió la cabeza, ahuyentando las palabras de su ex, esas que no quería dejar de retintinear en su cabeza como una canción que auguraba un mal.

—Lamento mucho cómo pasaron las cosas, créame que lo menos que quería era que pasara un mal rato y saliera lastimada —dijo con la voz estrangulada, tomó una de las suaves y pequeñas manos de Maggie y se la llevó a los labios—. Le pido, de todo corazón, una disculpa por mi comportamiento, fui un bruto al caer en las provocaciones de ese tipo, pero es que no pensé cuando vi como la tenía, y no es que me este justificando pero, le ruego, que me comprenda. —Margarita sacudió la cabeza, dejó la tasa en la mesa para el café y se arrellanó en el asiento, aproximándose hacia él.

—Estoy bien, solamente fue el susto, además que su reacción ha sido normal y controlada hasta cierto punto, tampoco es que se hayan caído a golpes —repuso, encogiéndose de hombros y sonriendo ante el cosquilleo que la barba de Andrew le provocaba—. Y supongo que mis nervios se encuentran más sensibles debido al embarazo. He sido una dramática, lo siento —dijo, esbozando una sonrisa. Pero Andrew se mostró en desacuerdo.

—Al contrario, por su estado es cuando más cuidados debemos de tener. —Ella asintió y miró a Andrew, reparando en ese "debemos" y en todo lo que implicaría. Seguido se sintió presa de un embrujo que la envolvía de tal manera que le era imposible no desear romper las distancias y besarlo, porque para entonces Andrew ya no solo le gustaba, ella estaba perdidamente enamorada de él—. Pero le prometo que para la próxima tendré más control. Porque aunque las ganas de golpearlo no me faltaron —musitó con una sonrisa ladeada, mirándola por debajo de sus pestañas—, si lo llego a hacer, antes me cercioraré de que usted esté, mínimo, a cien metros de distancia —bromeó, o es como Maggie lo tomó, pues soltó una risita que liberó un poco de tensión de su cuerpo.

—No tengo comentarios al respecto —dijo, al tiempo que pasó ambos brazos por los hombros de Andrew y este envolvió las propias en torno a la cadera de Maggie. A continuación depositó un beso cerca de la comisura de Andrew, tentándolo. Se miraron a los ojos, dieron un par de respiraciones que iban al compás de sus latidos — mismos que ya iban en aumento—, y de a poco se fueron acercando. Acariciaron primero sus narices e inhalaron el aliento cálido y dulzón del otro, se dejaron embargar por una serie de escalofríos y por la bruma de sus sentimientos.

Entonces, cuando ninguno pudo resistirse ante la inclemencia de sus deseos y anhelos, acabaron con todo espacio y sellaron sus labios. Se acariciaron con lentitud y parsimonia, dejando un espacio para que sus lenguas salieran en su búsqueda y danzaran en un romántico vals. Dejando atrás los miedos, las inseguridades y abriéndose paso al amor que, para ese momento, los tenía atrapados, listo para consumirlos en la menor oportunidad.

 Dejando atrás los miedos, las inseguridades y abriéndose paso al amor que, para ese momento, los tenía atrapados, listo para consumirlos en la menor oportunidad

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

N/A: No diré mucho, solo que amo a Andrew y a Maggie, porque ellos hacen mejor persona al otro u otra. Porque cuando hay amor, confianza y respeto, cualquier herida del pasado sana.

Quiero dedicar este capítulo a BrendaZavala14, en agradecimiento por tanto apoyo. ¡Gracias, mi Pao!, no sabes cuánto te quiero.

Por último, no olviden votar ni comentar antes de pasar al otro capítulo.

Por último, no olviden votar ni comentar antes de pasar al otro capítulo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Reveses de la vida© [COMPLETA]Where stories live. Discover now