CAPÍTULO VIII

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El jardín estaba en plena floración, para gran deleite de Natalia. Había contratado a un jardinero para cuidar de todas sus flores, ya que personalmente no tenía interés en ese arte. Realmente no conocía los nombres de las flores, sólo le encantaba la forma que le hacía sentir el mirarlas; tranquila, calmada.

El agua le provocaba un sentimiento similar, así que no era sorprendente que su casa mirara al mar. No era una casa demasiado grande, bastante más barata de la hubiera podido permitirse, incluso según los estándares de Los Angeles. Pero le gustaba su simplicidad. Dos dormitorios, dos baños, un jardín trasero y una hermosa vista. Todo considerado, era la casa perfecta. Para ella, al menos.

En el patio, donde actualmente se sentaba con los pies sobre otra silla y su portátil firmemente colocado, se sentía contenta. Podía oír rugir el océano al fondo. Y sus flores le sonreían con sus vivos colores sirviendo como brillantes señales de vida. No había otra parte del mundo en que prefiriera estar.

Tenía a Mozart sonando en el estéreo dentro de la casa. Tras un largo día en el set, al fin tenía paz.

Asentándose aún más en los cojines de su silla, tomó un sorbo de té helado de la mesa al lado de ella. Los ojos café se entrecerraron en concentración ante el contenido de la pantalla. Satisfecha con lo que había leído, pulsó 'upload'. Con eso, su último poema fue lanzado al ciberespacio. Nadie sabía que era suyo. Y, si tenía suerte, nadie lo sabría jamás.

Por pura curiosidad, Natalia tecleó su nombre en un motor de búsqueda de Internet. Una lista de correspondientes websites apareció ante ella y se quedó mirando en silenciosa contemplación. Nunca dejaba de asombrarle que otra gente sacara tiempo de sus vidas diarias para construir páginas web en su honor.

Escogió una al azar y pulsó el enlace, brevemente pensando en John Malkovich metiéndose en su propio portal en la película Being John Malkovich Era una de sus películas favoritas. La pura brillantez y locura de esa película le divertía e inspiraba. Pero, mientras esperaba que la página se cargara, repentinamente temió ser arrojada a un submundo donde sólo existían dobles de ella.

Espabilándose, se volvió a la ya descargada página. Una foto de sí misma, de una sesión que no recordaba haber hecho, le devolvió la mirada. Había enlaces a más fotografías, a una biografía, a rumores, a fanfic de Guardian y a más enlaces.

-Veamos que he estado haciendo últimamente,- dijo sonriendo mientras pulsaba en -rumores-.

Otra página se presentó y ella examinó su contenido. -Natalia admitió que está, de hecho, viendo a alguien y nuestra mejor suposición es que Natalia, al fin, ha entregado su corazón al guionista y director de cine indie, Mikel. Los dos fueron vistos en una apartada playa en España el mes pasado.- Empezó a reirse.

-Nuestras fuentes nos informan que Natalia puede dejar la serie Guardian para seguir su fe religiosa. Al parecer, interpretar a una ángel ha abierto sus ojos a la religión y los caminos de Dios. Tiene planeado marcharse al final de esta temporada para una estancia sabática en África.-

Agitó la cabeza, más que divertida por las estupideces que la gente sacaba. -De ser tú me buscaría mejores fuentes.-

Dejando atrás la página de rumores, volvió a la página principal. Notó una votación en la esquina del fondo. -Natalia Lacunza, ¿nena caliente, mega bruja, o ambas? Dedica un momento para emitir tu voto.-

Natalia lo consideró. -Iré a por 'mega bruja' por quinientos, Alex,- dijo, emitiendo su voto. Unos segundo después, los resultados estaban delante de ella. -Ambos- estaba al 86%, con -mega bruja- detrás al 10% y, a la cola, -nena caliente- con un 4%.

Suspirando, salió del website. Habían pasado días desde que revisó su correo, así que apuntó el ratón en esa dirección. Había estado ignorando a su agente ya durante semanas. Era hora de lidiar el toro.

Tenía dos mensajes urgentes de él esperándola. El primero decía algo sobre el contrato de una película. El segundo era una petición de pronta respuesta. Había habido tres mensajes suyos en el contestador cuando regresó de Nueva York.

Decidiendo que era mejor dejar de ignorarle, le envió un correo diciéndole que parese lo que fuese. Resueltos los negocios, cambió la cuenta de correo.

Para su deleite, había contestación de la artista. Natalia había enmarcado la imagen que había comprado en Nueva York. Ahora colgaba en el muro frente a su cama, donde podía admirarlo en la privacidad de su cuarto.

Natalia regresó al correo.

Estimado N. E.,

Me complace que disfrutara mi obra. Me agrada que le hablase. ¿Puedo preguntar cuál era? Podría darle una mejor idea de lo que estaba pensando cuando la creé, si le interesa. Me temo que no tengo galería, pero gracias por preguntar. Quizá algún día, si todos mis sueños se cumplen.

Gracias por su carta. Fue una inesperada aunque bienvenida sorpresa. No sólo me permitió diez minutos extras de remoloneo, sino que también alegró un día, por otra parte, deprimente.

Atentamente, Alba Reche.

La actriz se encontró sonriendo ante la perspectiva de alegrarle el día a alguien. Mirando las flores, se tomó un momento para decidir qué escribir.

Querida Alba,

Me encantaría saber qué te llevó a crear tan fascinante pieza de arte. La imagen era de una figura de pie entre el gentío, con su mirada enfocada en algo en la distancia. Actualmente cuelga en mi dormitorio para que pueda admirarlo cada noche. Creo que es el único cuadro en mi casa que escogí personalmente. No me va decorar y me temo que es dolorosamente obvio desde el momento que se entra en mi hogar. Pero por suerte, no tantos lo hacen.

No es muy a menudo que consigo alegrarle el día a alguien o siquiera les ayudo a remolonear, así que me alegra poder devolver algo a la comunidad artística. Si puedo ser de utilidad en el futuro, por favor, házmelo saber. :o

Cuídate,

N.E.

Satisfecha con su respuesta, Natalia pulsó 'envíar'. Repentinamente de buen ánimo, apagó el ordenador y se dirigió hacia la casa. Quizá fuese a correr por la playa.

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now