37. Cambios insospechados

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—Yo no estaría tan seguro de eso. —sonó alta y clara la voz de Alice tras el demonio. 

Emma se encontraba a su lado empuñando el cuchillo de Ruby.

El demonio ignoró a la rubia y centró toda su atención en la castaña.

—Vaya, esto sí que es una agradable sorpresa, Emma. —dijo habiendo reconocido a aquella celebridad de la que tanto hablaban ángeles y demonios—. Acabo de perder cinco almas, pero voy a ganar las de los Winchester y la de la Sanadora. 

—Te tienes en muy alta estima, ¿cierto? —volvió a hablar Alice dispuesta a atravesarlo con su espada angelical. 

Pero el demonio fue más rápido que ella y la desarmó de un solo golpe. La rubia voló hacía el otro lado de la habitación colisionando con una de las tuberías en su cabeza. Una brecha se abrió paso en su frente y la chica cayó de bruces contra el suelo quedando inconsciente.

—¡No! —gritó Dean luchando contra la fuerza invisible que lo mantenía sujeto contra la pared—. ¡Alice!

—Una menos. —rió el demonio—. No funcionará. —agregó observando al mayor de los Winchester.

—Voy a matarte. —amenazó entonces Emma.

Aunque con un simple gesto de manos Wittenberg provocó que el cuchillo cayera lejos de su alcance. Dejando a la chica completamente desarmada, a los hermanos inmovilizados y a  Alice inconsciente... Estaban perdidos. 

—No les hagas daño. —suplicó la castaña—.  Negociemos... ¿Quién eres?

—Creo que esto no es negociable. Pero puedes llamarme Mefisto. 

—El subordinado de Lucifer... 

—Te equivocas. —respondió el mismo—. Si lo fuera no estaría interesado en crear un ejército de demonios para enfrentarme a Astaroth. Ese estúpido pretende soltar a Lucifer... ¿Sabéis lo qué pasará si lo consigue? Qué mataría a todos los de mi especie. Y, creerme no tengo ninguna intención en morir. Voy a pararle los pies al Gran Duque del Infierno.

—No puedes detenerlo. —negó Emma—. No importa el ejercito que conformess. Él es más poderoso que tú. Es uno de los primeros ángeles caídos... Sin embargo, yo puedo ayudarte. Sólo has de dejarlos marchar. —se refirió a Sam y Dean.

Mefisto estalló en carcajadas.

—Buen intento, Emma. Sé que no hay ejército que pueda acabar con él, pero podía darme más tiempo hasta encontrarte a ti. Lo que necesita Astaroth es tu alma así que si te la robo y la torturo hasta convertirte en uno de los míos... Él no podrá usarla. 

—¡No se te ocurra tocarla! —gritó Sam fuera de sí.

El demonio se giró para enfrentarse al cazador.

—¡Oh, claro! —fingió sorpresa Mefisto—. Que te la tiras y eso...  No te preocupes, te haré un favor. Serás el primero en quedarte sin alma así no sufrirás cuando veas que le despojo de la suya. ¿Qué te parece? —sonrío torcidamente antes de introducir su brazo en el pecho del cazador. 

Sam se retorció de dolor contra la pared mientras gritaba en agonía. Dean y Emma observaban la escena horrorizados y completamente impotentes.

Las lágrimas de desesperación empezaron a inundar los ojos de la joven y en pocos segundos, sin saber cómo ni de dónde, una sensación de poder recorrió todas sus venas. 

Un poder que pedía a gritos ser liberado se concentraba en su interior y entonces entendió lo que debía hacer para salvarles. Debía romper su promesa.

UNA VIDA SOBRENATURAL ||#1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora