CAPÍTULO 2: El miedo a la verdad

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El día transcurrió tranquilamente, aunque no podía parar de mirar el reloj, el miedo se me comía viva al pensar que me haría mi padre al llegar a casa.
Seguramente él ya se habría dado cuenta de que el paquete, que se suponía que ya debería haber entregado, seguía en mi habitación.

Mi expresión cambio de una indiferencia total a una cara en la que se veía reflectada una inmensa tristeza, pero sobretodo miedo.

De repente en medio de mis pensamientos noté una cálida mano tocando mi hombro enseguida me gire para ver a quién me había quitado de mis pensamientos y para mi sorpresa se trataba de Ana, la cual no tardó en hablar.

-Oye, ¿estás bien? -me preguntó en tono de...¿preocupación?

Luego de escuchar la pregunta no tarde ni un 1 minuto en contestar

-No es nada, estoy bien gracias -Dije mientras mostraba una de mis falsas sonrisas, porque siempre es más fácil fingir una sonrisa que explicar el motivo de tu tristeza.

Y sin añadir nada más aparté mi mirada y la fije otra vez en el reloj negro que colgaba de la blanca pared de la clase. Ella no insistió más, aunque creo que no se creyó ni mis huecas palabras, ni mi sonrisa, ella lo dejó pasar, me dejó pasar, como todo el mundo.

Luego de 20 minutos aproximadamente el timbre sonó estruendosamente. Había esperado todo el día para ese momento, pero cuando por fin ocurrió, no hice ni un triste intento para levantarme de la silla. Solo me quede viendo el reloj como lo había hecho por todo el día, con la única diferencia de que ahora ya era libre para marchar, aunque yo no lo hiciera.

Luego de unos minutos la sala se vació completamente y cuando pensé que estaba totalmente sola se me escapó un suspiro de preocupación y nerviosismo. En ese momento escuche su dulce voz, hablándome desde la puerta de la clase.

-¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? -me pregunto con el mismo tono de voz con el cual lo había hecho horas antes.

¿Que podía hacer?
¿Contarle lo que me esperaba en casa? Poco probable
¿Contarle sobre mi padre? El me mataría
¿Contarle sobre mis problemas? ¿Mis sentimientos? A nadie le importan
¿Contarle la verdad? Imposible

-¿A mí? Nada, estoy bien -dije con una voz tranquila pero en realidad estaba llena de nervios, solo esperaba que ella lo notara

-¿Estás segura? Es decir te he estado observando durante todo el día y siempre estás sola -dijo aún con la preocupación en la voz
-Sí claro que estoy segura, yo estoy sola porque quiero estar sola -dije muy segura de mi misma

-La única cosa más deprimente que la soledad, es el querer estar sola, así que deja que te acompañe - dicho esto se sentó a mi lado y yo me quede muy sorprendida por sus palabras

En cierto modo creo que ella tiene razón, pero ¿después de tanto tiempo de soledad debía permitir que llegara ella y me acompañara?
La verdad, no lo sé, pero debo confesar que no me molestaba su compañía así que solo acepte que se quedara conmigo, mientras me quedaba viendo otra vez el reloj esta vez sin ganas de salir de allí. Al fin y al cabo en mi escuela siempre dejaban quedar a los estudiantes en las aulas hasta dos horas más tarde que el fin de las clases.

Así que ¿por qué no quedarme dos horas allí con Anna charlando? ¿Que tenia que perder?

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⏰ Last updated: Mar 18, 2020 ⏰

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