-Vosotros no lo entendéis. Tenéis a vuestros padres, yo he estado solo por su culpa, por su maldita culpa.

La mirada del pelirrojo era de odio puro, ninguno de los otros chicos pudo detenerle cuando el chico se levantó y se puso la capa de invisibilidad.

Kirishima regresó a Honeydukes, pasando por el sótano y yendo directamente al castillo, escabulléndose por los pasillos para que nadie más le viera.

Llegó a la Sala Común, e ignoró a Kota cuando le saludó. Subió y se tumbó en su cama, no quería ver a nadie. Todos, todos los adultos lo sabían, y nadie había podido decirle la verdad. El mejor amigo de sus padres los había matado, y lo peor de todo era que ni si quiera podía hacer nada para vengarlos.

Yamada había conseguido salir de Azkaban, lo que supuestamente era imposible, y él solo estaba en tercer año de su curso en Hogwarts. No existía la más mínima posibilidad de que pudiese vencerle.

***

Para cuando quiso darse cuenta, estaban en el tren de vuelta a casa por Navidad. Sero y Mina se encargaron de distraerle, porque Kirishima estuvo por quedarse en el castillo, o que a ellos no les parecía razonable.

Llegaron a la estación cuando menos se lo esperaban, y descargaron las cosas. Bajaron del tren entre risas, Kaminari siendo regañado por el pelinegro por teñirle el cabello de amarillo a Mina, hasta que escucharon una fría voz.

-Denki.

El mencionado volvió la cabeza, viendo como sus padres lo miraban con desaprobación. El chico tragó grueso, y se separó de Sero, yendo junto a ellos, sin si quiera despedirse.

-¿Esos son tus tíos Bakugo?-Preguntó Mina.

-Sí, pero es la primera vez que los veo. No sé cómo no acabaron en Azkaban como otros.

-Vamos chicos, será mejor que nos vayamos ya. No queremos hacer esperar a Mitsuki.-Kirishima se sintió incómodo con las miradas que le habían dado los Kaminari, seguramente sabían quién era.

Los cuatro siguieron su camino, y vieron como Touya y Natsuo ya estaban junto a los Bakugo, al igual de Todoroki, TetsuTetsu e Iida. Entre risas subieron al coche, que gracias a un hechizo se agrandaba para que cupiesen todos en él.

Durante el trayecto, estuvieron lanzando bombas de humo, hasta que la madre de Katsuki les regañó y pararon. Eijirou se quedó totalmente dormido y cando se despertó ya estaban en la casa de los Bakugo.

-Subid las maletas y os avisaré cuando esté la cena. Hasta entonces no quiero alborotos.

Todos asintieron y fueron a sus cuartos. En el cuarto del rubio cenizo dormirían también Kirishima y Sero, mientras que con Shoto sus amigos. Ashido era la única que dormía sola, porque usaba el cuarto de Fuyumi, que estaba en Rumanía.

Bakugo les prohibió desordenar sus cosas cuando entraron, y acomodaron los colchones cuando deshicieron las maletas, metiendo las cosas en los cajones del rubio. Después comenzaron una guerra de almohadas, a la que al poco tiempo se sumó la pelirosa porque ya había terminado de organizar sus cosas.

Eijirou se olvidó en ese momento de sus problemas, tirándole un cojín a Sero en la cara, y cayendo al suelo porque su amiga le había empujado con una almohada de plumas, a la que se le salió todo el relleno.

Las risas inundaron la habitación, menos la de Bakugo que se quejaba de que su madre le iba a matar cuando viese eso. Se calmaron tras unos minutos y entre los cuatro recogieron las plumas, que estaban por todas partes.

***

Al día siguiente, por fin era Navidad. Kirishima sonrió cuando olió el olor a galletas al despertarse, y los gritos de Tetsu y Ashido al pelearse seguramente por ellas. Se desperezó cansado, viendo que solo su amigo pelinegro estaba babeando en su colchón, y bajó las escaleras viendo que menos Sero, ya estaban todos despiertos.

Eijirou Kirishima y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora