Una noche entera

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12:07 a.m

En esta oscura y oxidada habitación es donde me siento seguro... seguro de lo que hay allí fuera... Pensareis que soy un paranoico engullido por su locura pero vosotros no lo habéis sentido no habéis sufrido su podrida mirada en vuestros ojos... no habéis visto vuestra muerte reflejada en ellos.

Ya no se distinguir la verdad, de mi locura. Todo se confunde en mi mente. Hace mucho que pase la línea del desorden; desde que sus ojos se fijaron en los míos, ya no soy el mismo.

No me atrevo a salir de este cuarto lleno, de moho y humedad, mezclado con hojas amarillas sobre un sucio colchón.

No es muy bonito, pero es el único lugar donde no viene ella... Noto su presencia tras la puerta cerrada con llave, firmemente bloqueada por una agujereada estantería. Ambos sabemos que puede entrar en cualquier momento... ambos lo sabemos... pero se queda allí mirándome tras la puerta de oxidado acero sin ventana ni ventanilla. Aun así se que está allí y que me observa.

2:16 a.m

No se cuanto duraré. Sé que ella no vendrá a por mí y lo que más me aterra es ese repentino impulso a salir de este intranquilo refugio y abrir la puerta para volver a ver esos oscuros ojos sin vida que pudren poco a poco mi alma cada vez que intento cerrar los ojos.

2:43 a.m

No se cuanto tiempo llevo aquí... un día, una semana... El tiempo parece que se haya parado en esta habitación, dejándome a mi dentro, encerrado con la persona que mas temo: mi propio yo.

No me atrevo a girarme... aunque sé que no está en la habitación. No me atrevo a desplazar la mirada más allá de las dos paredes blancuzcas que forman la esquina, la más alejada de la puerta, donde me he sitiado. Simplemente me da terror girarme y encontrarla observándome de pie, descalza y con su inconfundible camisón violeta increíblemente limpio. Su imagen sigue arañando mi mente, consumiéndome y ahogándome en esa esquina. Siento esas ganas terribles de gritar pero es imposible, un nudo se formo en mi garganta. Además gritar solo conseguiría hacerla reír... una risa jovial y cantarina, que poco a poco se vuelve oscura y deforme, trayendo consigo el indescriptible olor de su boca negra de dentadura perfecta. Rodeada por unos labios pálidos curvados en una sonrisa divertida: sabe que caeré.

3:18 a.m

Ahora me llama, no me extraña que conozca mi nombre, su voz es misteriosa y susurrante como si prometiera una paz que estoy lejos de llegar a conseguir jamás. Mi cuerpo tiembla en incontrolables espasmos. Lo único que quiero es que esto acabe...

3:31 a.m

Grita mi nombre, me ordena que habla la puerta, yo no quiero... se que la he enfadado... su voz ya no es misteriosa ni me promete en susurros la paz que tanto ansío, ahora es fúnebre y tenebrosa y me asegura más dolor y sufrimiento ya no se qué hacer... no puedo aguantar más, ni un solo minuto... la abriré la puerta... es lo único que puedo hacer.

3:36 a.m

No estoy preparado simplemente no puedo... ella ha dejado de gritar ahora se ríe: se ríe de mí... sabe lo que voy a hacer y está disfrutando de su victoria: porque es verdad:

ELLA SIEMPRE GANA.

Abrí los ojos de repente sintiendo las sabanas húmedas contra mi cuerpo. Mi corazón golpeaba fuertemente mi pecho como si quisiera salir huyendo de él.

Intente tranquilizarme: solo había sido un sueño. El peor sueño que jamás hubiera tenido en mi vida, pero nada más que un sueño. Me encontraba en la habitación de mi piso, en el que vivía desde hace años. Un sitio seguro, libre de las preocupaciones que albergaba la ciudad que iluminaba tenuemente el cuarto con sus luces.

Estaba a salvo: ¡solo ha sido un sueño!... Me repetía una y otra vez mientras escuchaba atento el silenció de mi cuarto, solamente roto por mis entrecortada respiración.

Encendí la lámpara de noche que descansaba en la mesita, al lado de la cama y una brillante luz iluminó la oscuridad de mi cuarto. Contuve la respiración: nada. La luz iluminaba los muebles que se encontraban a mí alrededor, en esta pequeña habitación. Suspiré aliviado.

Entonces fue cuando sentí la boca seca y sin pensármelo dos veces me dirigí a la puerta cerrada de mi cuarto que llevaba al pasillo y al abrirla se me heló la sangre.

Ella estaba allí. Mirándome de pie descalza. Su camisón violeta le llegaba casi hasta los tobillos y lucía extremadamente limpio. Sus manos eran pálidas y elegantes, aunque se tensaban de una forma extraña en dos apretados puños.

Sus ojos oscuros brillaban rabiosos y se clavaban en los míos de una forma asesina, mostrándome mi dolorosa e irremediable muerte. Temblé de pies a cabeza, ya que la desgarradora verdad se abrió ante mis ojos: Iba a morir.

Como si pudiera leer mi mente, una sonrisa macabra apareció entre sus labios y rió.

Una noche entera...Where stories live. Discover now