—¿Te has dado un golpe en la cabeza? —fue la respuesta de Gladius mientras arqueaba una de sus cejas.

—Lo necesito. Bueno, ella —me señaló a mí— lo necesita.

Él me miró con desdén, casi como si creyera que su hermana se hubiera vuelto loca. Incluso yo comenzaba a barajar aquella posibilidad.

—¿Y qué te hace pensar que voy a ceder mi presa a una persona que casi me mata?

Kinn volvió a mirarme, desconcertada. Con un breve suspiro apesadumbrado, entendí que aquella situación no terminaría nunca hasta que no interviniera.

—Fue todo un malentendido —quise explicarme—. Estaba en unos de mis entrenamientos con Asmord y quiso incentivarme a utilizar mis habilidades. Así que le pidió a tu hermano que atacase a mi lobo, a Ámarok. Y yo...

—Me atacaste —concluyó el vampiro.

Lo miré con los ojos entrecerrados.

—¿Qué clase de estrategia es difundir que una vampira con nula experiencia estuvo a punto de acabar con tu vida, con la vida de un vampiro de segundo año? ¿Es una nueva estrategia de marketing?

—¿Marketing? —se extrañó Kinn—. ¿Qué es eso?

—Nada, no importa —comenzaba a dolerme la cabeza—. ¿Para qué quieres el jabalí?

—¿Lo has desangrado? —esa vez se dirigía a su hermano.

—He bebido un poco —aclaró.

—Bien. No lo quiero entero, solo la sangre. Déjanos un rato solas y cuando llegues tendrás al jabalí para ti solo. Te lo prometo. Podrás cocinarlo como tú quieras. Por mí como si quieres cenártelo crudo.

Se me escapó una muesca de asco al pensarlo. Yo era fan de la carne bien hecha, un poco quemada, incluso.

Para mi sorpresa, Gladius aceptó lo que su hermana le pedía, aunque no con demasiado entusiasmo. Supuse que la jerarquía de hermanos (hermana mayor y hermano menor) tenía algo que ver. Siempre había querido tener un hermano.

—Ya estamos —Kinn se acercó al animal y lo presentó con amas manos—. Es tu turno.

Con cara de escepticismo, me acerqué lentamente al jabalí, casi como si este se fuera a despertar en algún momento y fuera a atacarnos.

—Mierda, se me ha olvidado preguntarle a mi hermano cuánto tipo lleva este bicho muerto —la vampira chasqueó la lengua.

—No será hace mucho. Lo habrá traído aquí rápido para cocinarlo cuanto más fresco mejor.

A Kinn pareció gustarle mi respuesta, por lo que se separó un poco del animal para que yo pudiera hacer Neptuno sabe qué. La miré de reojo, confusa.

—Bebe su sangre —me indicó ella—. Está muerto, así que no puede hacerte daño. Ni físico ni mental. Anda, bebe.

En eso le tenía que dar la razón. Si mi cuerpo quería beber de una vena, aquella era la única forma en la que lo obtendría. Nada de voces en mi cabeza ni de sentirme culpable. Sí, era lo mejor.

Me sujeté el pelo con la mano y me incliné muy lentamente hacia el cuello del jabalí. Su olor no era algo que yo hubiera sentido nunca de cerca. Su sangre, estancada en sus venas, era un dulce manjar para mis fosas nasales. Poco a poco, mis colmillos se alargaron hasta rozar mi labio inferior, ya separado del superior a sabiendas de lo que iba a ocurrir.

—Una última advertencia —escuché la voz de Kinn casi como en un sueño—: no sabe igual.

No lo entendí. Mis colmillos se hundieron suavemente en la carne, haciendo brotar la sangre hasta mi boca casi de inmediato. Era espesa, aunque no tanto como la sangre de las bolsas. Esta fluía con más facilidad por mi garganta. Pero lo que más me asombró fue su tibieza. La sangre de las bolsas solía estar fría, muy fría. Aquella no. Su punto de calor envolvía mi cuerpo como si este llevara pasando frío mucho tiempo. Y comprendí que podría ser así. Mi cuerpo necesitaba aquella sustancia y había pasado días sin ella.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin