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Riley lleva cerca de una hora comiendo emparedados de mantequilla de maní y mermelada con Scott en la cocina, y he tratado con todas mi fuerzas distraerme para no interrumpir su conversación, tomarla de la mano, y obligarla a escucharme.
Aunque quizás es lo mejor, porque de vez en cuando, me pillo a mi mismo contemplando la idea de contarle toda la verdad.
Incluso si eso pueda llevarla a odiarme para siempre.
Hay momentos en los que mi mente se pone todavía más perversa y contempla la idea de Riley aceptando la verdad. Sonriéndole lentamente y luego envolviéndome en sus brazos y diciéndome que todo va a estar bien.
Gracias por contarme, diría ella, gracias.
Pero, la conozco como la palma de mi mano, y sé que las probabilidades de ella reaccionando de esa forma son mínimas.
Natasha toma asiento a mi lado en el sofá, su cabello está peinado en una prolija trenza, tiene una sonrisa incómoda en los labios y un brillo en los ojos que no he visto hace años.
Le devuelvo la sonrisa.
—Wow — suspira ella acomodándose en el sofá, cruzándose de brazos y ladeando la cabeza para verme, ahora que la veo más de cerca, me doy cuenta que el brillo en sus ojos son lagrimas—. ¿Parece falso no? Quiero decir, sé qué hay una gran probabilidad de que nada de esto funcione pero... no lo sé, tengo un buen presentimiento.
Le sonrío de lado.
No es la única que tiene un buen presentimiento. La verdad es que aparte de pensar en Riley y lo idiota que fui esta mañana, mi cabeza esta llena de ideas locas que no me habría tomado el tiempo de considerar 24 horas atrás.
La posibilidad de ver a mis amigos de nuevo. Sam y Bucky se encargarían de decirme que soy un idiota mil veces para cubrir los cinco años que no nos hemos visto.
¿Cinco años y aún no le dices nada? Diría Sam con una carcajada.
Lo haces tú o lo hacemos nosotros, diría Bucky con una sonrisa burlona.
También pienso en la posibilidad de traer de vuelta la familia de Riley, su prima, sus tíos, Wanda. Imagino la sonrisa que se dibujaría en sus labios al verlos por primera vez después de tanto tiempo, las lagrimas que cubrirían sus mejillas.
