"Si acabo en el mismo lado que esa cosa,
todo habría terminado"

Esperó, viendo cómo la criatura avanzaba hacia él lentamente y sin vacilar, y cuando la parte baja del panel le llegó a la altura de la cabeza, corrió de vuelta hacia el otro lado. Tuvo que agacharse para pasar, y rogó por que la cosa quedara atrapada, pero la criatura volvió a seguirlo; se agachó bajo el panel y alzó las garras sobre la cabeza. Jeonghan sintió un rayo de esperanza; quizá la puerta lo aplastaría. Entonces oyó un chirrido de metal cuando las garras gigantes arañaron el panel. Contempló, horrorizado y sorprendido, cómo la cosa conseguía detener el descenso de la puerta el tiempo suficiente para pasar por debajo. Lo consiguió, y la puerta se cerró sobre el suelo con un resonante sonido.

Todos los instintos de Jeonghan le gritaban que corriera, que saliera de allí, pero no había adonde ir. Con la puerta cerrada, la sala no era mucho mayor que su apartamento. Tenía que llegar al ascensor. Era su única oportunidad.

Corrió hacia allí, agarró el pomo de la puerta y comenzó a abrirla, y oyó al monstruo acercarse, oyó sus pesadas pisadas, el crujido del cemento bajo sus pies.

"¡Mierda!"

Ni siquiera se volvió, pero instintivamente supo que no tenía tiempo. Se agachó, cayó de rodillas y se echó hacia un lado justo cuando las garras cayeron y golpearon contra la puerta del ascensor, clavándose en la pared ante la que Jeonghan había estado un segundo antes.

Caminó hacia atrás mientras el monstruo daba la vuelta, le clavaba la mirada de nuevo y daba un paso. Estaba centrado en él, tan implacable como una máquina. Lanzó hacia atrás el desmesurado brazo, como si fuera a lanzar una pelota, y dio un segundo y resonante paso.

"¡Piensa! ¡Piensa!"

No podía luchar contra él, probablemente tampoco podría matarlo con nada de lo que llevaba; su única esperanza era engañarlo de algún modo.

El plan aún se estaba formando cuando lo puso en acción. La criatura era demasiado grande y no le resultaba fácil parar cuando comenzaba a correr. Si conseguía que lo persiguiera y lo esquivaba en el último segundo quizá tuviera tiempo de abrir la puerta del ascensor.

Jeonghan se detuvo lo más lejos del ascensor que pudo en ese pequeño espacio.

Otro paso. Las garras chasquearon.

El joven necesitó toda su fuerza de voluntad para no echar a correr. Apuntó a la criatura con la escopeta y se preparó para lanzarse hacia el ascensor en cuanto el monstruo ganara velocidad. La sonrisa del monstruo se hizo más amplia mientras inclinaba las rodillas ligeramente, preparándose para saltar. Y entonces se movió, sólo unas cuantas zancadas y estaría sobre él. Al instante, Jeonghan salió volando, se agachó para esquivarlo y corrió hasta la puerta del ascensor. La agarró con manos temblorosas, la abrió, se lanzó dentro y se volvió para cerrarla.

El monstruo ya estaba yendo a por él de nuevo, moviéndose de prisa, demasiado de prisa. La puerta no aguantaría, estaba seguro. Levantó la escopeta y disparó sin tener tiempo de apuntar. El tiro le dio en el hombro derecho. La criatura se tambaleó hacia atrás, gritando; la sangre saltó a chorro de la herida, y Jeonghan ya no vio más. Cerró la puerta de golpe, pulsó el botón más bajo del tablero, apretó los ojos, y rezó.

Pasaron los segundos. El ascensor continuó bajando y finalmente se detuvo. Jeonghan dejó de rezar cuando oyó la corriente de agua en el exterior, pero estaba demasiado aterrorizado para preocuparse de eso en este momento, todo su cuerpo seguía temblando incontrolablemente.

Después de lo que le pareció un largo rato, el temblor fue cesando. Estaba bien. O al menos estaba vivo, y eso ya era algo.

Rogando para no volver a ver esa cosa nunca más, Jeonghan abrió la puerta y salió.

El doctor Arima por fin se estaba marchando cuando oyó un grito inhumano resonar por el hasta el momento silencioso edificio, un grito de pura rabia.

Se detuvo en la entrada del pequeño subterráneo que llevaba al exterior y se volvió para mirar hacia la sala de control ejecutivo. Se había pasado dos horas en esa pequeña área escondida, primero luchando por tomar una decisión y luego luchando para que el ordenador obedeciera su orden de cancelación. La secuenciade autodestrucción estaba programada para dentro de poco más de una hora; como había sugerido Haruto, la destrucción del centro y el complejo que lo rodeaba coincidiría con el comienzo del nuevo día.

Ese grito... Nunca había oído algo igual, pero supo inmediatamente lo que era porque había visto las últimas fases del proyecto. Nada más podía hacer un sonido así.

El prototipo del Tirano estaba libre.

De repente, las sombras que rodeaban el estrecho túnel le parecieron demasiado profundas, demasiado solitarias. Demasiado capaces de contener secretos. Arima se apresuró; acababa de convencerse de que había tomado la decisión correcta. Todo iba a ser pasto de las llamas.

Seungcheol oyó algo. Levantó pesadamente la cabeza y consiguió girarla ligeramente. Allí, hacia la izquierda, se abrió una puerta que daba a la pasarela y apareció una figura humana.

—¡Hey! —llamó, pero el sonido de su voz se perdió entre el rugido del agua.

Cerró los ojos.

—¡Seungcheol!

El pelinegro miró de nuevo y sintió una ola de calor llenándolo por dentro.

"Jeonghan"

Era Jeonghan, inclinado sobre el pasamanos, llamándolo, y al verlo y oírlo, Seungcheol sintió que se recuperaba un poco, que su terrible cansancio desaparecía ligeramente.

—Jeonghan —dijo el mayor, alzando la voz, sin estar seguro de que pudiera oírlo.

Intentó pensar en algo que decirle, alguna cosa que Jeonghan debiera hacer, pero sólo pudo repetir su nombre de nuevo; la situación se explicaba por sí sola, y él estaba mal. Si quería ayudarlo, tendría que ocurrírsele algo al menor solito.

—¡Seungcheol, cuidado! —Jeonghan hacía frenéticos gestos con una mano mientras buscaba la pistola con la otra.

El terror en su voz alertó a Seungcheol. Éste se aferró con más fuerza al pilar e intentó elevarse para ver a qué estaba apuntando Jeonghan, y vio de refilón algo que se movía de prisa, algo largo y oscuro que se escurría por el agua como una serpiente gigante y se dirigía hacia él. Intentó moverse, ponerse al otro lado del pilar, pero la corriente era demasiado fuerte. Si se soltaba, estaría perdido en menos de un segundo.

Jeonghan disparó dos tiros, y la criatura desconocida golpeó el pilar con tal fuerza que hizo que Seungcheol se soltara. El pelinegro gritó, y chapoteó furiosamente para mantenerse a flote en el agua espumeante, para resistir la corriente que lo arrastraba contra la tubería, pero no sirvió de nada.

En segundos, fue arrastrado hacia la oscuridad, golpeándose y revolcándose; el sonido del agua le invadió los oídos mientras se lo llevaba la corriente.

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Zero Hour ➳ JeongcheolWhere stories live. Discover now