Atravieso el pasillo con los latidos de mi corazón punzando en mi cabeza y visualizo a lo lejos la salida. Pero ni siquiera cuando atravieso las puertas y los rayos del sol de la tarde me bañan el rostro, soy capaz de respirar. Siento que me ahogo, la opresión en el pecho parece restarme vitalidad. La vista se me nubla por algunos segundos y no es hasta que me llevo las yemas de los dedos a las mejillas, que noto que estoy llorando.

   Suelto un grito de frustración porque no sé qué hacer. Ya no quiero llorar, estoy cansado de hacerlo. Detesto ser débil y no tener el coraje necesario para enderezar mi propia vida. Lejos de volverme fuerte por las cosas que he vivido, cada vez soy más inestable y vulnerable.

   Intento cerrar los ojos y organizar mis sentimientos para dejar de sentirme tan desolado. Pero no puedo y aquello me frustra tanto que termino por llorar aún más.

   A este paso, voy a terminar odiándome a mí mismo.

   Respiro entrecortadamente y con esfuerzo, trato de sobrellevar la situación recordando por donde se ha ido mi madre. Sobra decir que tengo la necesidad de saber que pasó. Cómo es que terminó embrollándose con un hombre, que para variar, es el padre de Renjun. La perdí de vista desde que salió corriendo del salón de conferencias y lo cierto es que no tengo ni idea de dónde pudieron haber dejado el auto. Buscar en el estacionamiento sería una pérdida de tiempo, considerando la cantidad de personas que hay en la escuela.

   Tampoco sé dónde está mi padre. Mi cabeza es un desastre y hago el desesperado esfuerzo de encontrarlo. También debo hablar con él. No puedo continuar especulando y esperar a que mágicamente se solucionen las cosas. Estoy cansado de ser odiado sin razón. De no tener una justificación del por qué mis propios padres no son capaces de verme a la cara.

   Decido regresar sobre mis pasos para comenzar a buscar, pero entonces recuerdo que Jaemin está allá adentro y me falta valor para enfrentarlo. Llevo las manos hacia mis sienes y la vista se me vuelve a nublar. Entre más pienso en él, más se me destruye el alma. Él tiene razón, ¿cómo puedo preocuparme por mi madre después de todo lo que me ha hecho? Pero al mismo tiempo no me concibo a mí mismo siendo indiferente. Después de todo, ella es mi madre...

   ¿Verdad?

   La cabeza me vuelve a punzar y maldita sea que por una vez en mi vida quisiera desaparecer. Desaparecer de verdad.

   Escucho pasos tras mi espalda y giro sobre mis talones para encontrarme de frente con mi padre. Tiene la camiseta blanca del traje hecha girones y el contorno del ojo derecho, rojizo, tornándose lentamente a purpura. Antes de pasar a lado de mí, escupe en el suelo y veo que el labio inferior le está sangrando.

   Definitivamente el infierno se desató allá adentro. No quiero ni imaginar cómo fue que quedó el padre de Renjun.

   — ¿Dónde demonios está tu madre Jeno? —pregunta con furia, chocando su hombro contra el mío, sin detenerse a mirarme.

   Parece bastante furioso e irritado. Nada queda del hombre orgulloso que minutos antes me palmeo la espalda después de bajar del podio, casi con cariño.

   — ¿Cómo podría saberlo si ni siquiera sé quién es?

   Y aunque todavía suena descabellado, tengo que quitarme la duda de encima. Mis palabras amenazan con perderse en el arrullo del viento, pero gracias a los Dioses las escucha. Me lo confirma la manera en cómo me mira. Como si yo fuera una persona completamente diferente.

   No, no puede ser verdad papá, por favor dime que estoy loco, que nada de lo que he dicho tiene algún sentido.

   Por favor no me hagas caer más.

Extraño |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora