—S-soy Louis Tomlinson, tu compañero de proyecto en historia del arte —le informó—. No sabía e-exactamente quién eras así q-que he tenido que preguntar.

—No es muy difícil saberlo, solo tienes que preguntar por el rompecorazones del instituto y tendrás una única respuesta —dijo Oliver en tono de burla.

Harry no dijo nada al respecto, dejando que los demás le rieran la broma.

—¿Y bien? —se dirigió a Louis.

Este tuvo que tragar saliva antes de hablar. Se notaba completamente incómodo.

—B-bueno, venía para poder concretar un día para poder preparar el proyecto, y...

—Vale —lo interrumpió—. El viernes después de clase en mi casa —Harry cogió un trozo de papel de su cuaderno, apuntó la dirección y se lo entregó a Louis—. Ahora ya te puedes ir.

Y aunque le costó demasiado, tuvo que mirarlo con total indiferencia cuando lo vio morderse el labio y girarse totalmente cohibido para finalmente irse lo más rápido que pudo.

—Uh, ese chico, ¿no os ha parecido muy...?

—Gay —soltó otro en respuesta.

—La verdad es que sí, dios —se quejó otro, haciendo una leve mueca de asco.

Harry torció su mandíbula a la vez que apretaba sus puños por debajo de la mesa, intentando con todas sus fuerzas no levantarse de su lugar para abalanzarse encima de aquellos tres. Y qué irónica le parecía la vida, sabiendo que Zayn acabaría cambiando por completo de bando. 

Y los días pasaron, haciéndolo sentir como si aún siguiera en un sueño. Se sorprendió al ver que a partir de entonces cada vez que se levantaba lo hacía en un día diferente y no volvía al mismo que ya había tenido que repetir más de una vez. Se sintió algo aliviado, supo que de alguna manera estaba haciendo las cosas bien. Aunque tenía que admitir que cada vez se le hacía más difícil aguantar a sus "amigos". Si no fuera por Zayn probablemente ya hubiera perdido sus nervios por completo.

El viernes finalmente llegó y de alguna manera Harry se sintió ansioso. Sabía exactamente lo que iba a pasar aquella tarde y tenía la gran tentación de cambiar las cosas, aún sabiendo que aquel no era el momento.

Harry se encontraba sentado en el sofá de su casa aún con la chaqueta puesta, oyendo el sonido de la lluvia y de las gotas de agua chocar contra su ventana mientras esperaba impaciente que su teléfono empezara a sonar, sabiendo que en poco tiempo recibiría una llamada. Pocos minutos después, fue así.

—¿Sí? —contestó rápidamente.

—¿Harry? —oyó la voz de Louis—. Eh...b-bueno, no sé cómo decirte esto, pero... —soltó un fuerte suspiro—. S-soy nuevo en esta ciudad y...c-creo que me he perdido.

Harry se mordió el labio inferior. Cogió aire antes de responder, sabiendo que primero tendría que hacerse el chico duro.

—¿Qué? ¿Cómo te has perdido?

—S-sí, yo...lo siento —bajó su tono de voz—. He ido preguntando a la gente de la calle, pero...t-tengo muy mala orientación —admitió en una risa nerviosa.

Silencio.

—¿Hablas en serio? —dijo en un tono molesto. Tuvo que toser un poco para aclarar su voz. Quizás había sonado demasiado duro—. ¿Dónde estás?

—En...en Ocean Street, justo al lado de una panadería. Estoy refugiándome de la lluvia en la entrada, porque lógicamente tampoco he traído paraguas —volvió a reír de la misa manera.

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